Capitulo 10: Desapego

1.9K 327 91
                                    

— Es precisamente lo que me pregunto, mamá. Al parecer Altagracia es una de las pocas personas que por momentos, parece quitarte la calma.

Arqueo una ceja y cruzando los brazos con actitud desafiante se burló.

— Te diré quien es Altagracia, es una zorra. Una mujerzuela que por culpa de sus comportamientos indecorosos nos puso en boca de todo el mundo..., a toda la familia. Tenia la esperanza de que esa idiota se hubiera muerto pero hierba mala nunca muere. ¿Quieres saber porque te detesto tanto? Porque tuve una hija que es idéntica a esa zorra.

Una lagrima se escapo de mis ojos y sin poder soportar más su frialdad pregunte:

— ¿Que hice para que me detestes tanto? Lo único que he hecho es..., tratar de ser la hija que has querido siempre.

Agarrando su bolso sin poca o nada de sensibilidad, respondió.

— Nacer, eso hiciste. Si hubiera sabido que serías igual a esa infeliz, te habría abortado. Me repugna ser tu madre. Ah y no hagas dramas con tus infartos, te encanta llamar la atención.

Quedé sola en aquella terraza con los ojos bañados en lágrimas y el corazón latiendo fuertemente. Cai sentada en la tumbona entre hipos y cubriéndome el rostro estaba deseando que la tierra me tragara y me escupiera en otra galaxia. ¿Cómo construiría una familia si la mía era un desastre? Sentía esa frialdad dentro de mí, amaba a mi hija, pero mostrar el amor que sentía por ella era algo que me llenaba de temor. Habían sido tantos rechazos, de tantas partes al mismo tiempo, que no resistiría un rechazo más. Lo único que tenía en la mente era a mi pequeña, Sofía era pura, inocente y merecía todo el amor del mundo, ese mismo que desde que fui concebida se me había negado. Sequé mis lágrimas y Altagracia entró a la terraza viéndome decaída. Se acercó a mí y sentándose a mi lado dijo con la voz suave y sutil.

— ¿Sabes que aprendí de la vida? Que todo pasa por una razón; nada es casualidad.

— Fue..., fue solo una discusión. Nada más.

— No tienes que mentir, no se porque lo hiciste desde un principio.

— No mentí, solo te dije lo que deseaba, lo que siempre he querido tener y nunca he podido. Pero la realidad es que mi madre me odia, toda la vida lo ha hecho y aún no entiendo porque..., bueno ahora lo entiendo un poco.

Altagracia negó con la cabeza.

— Hay mucho más, a su tiempo quizá lo comprendas.

— Mi mamá dice que me parezco a ti. Por eso me odia— aclaré la garganta — ¿Porque ella te odia tanto? Dijo que eres una zorra. Una monja con ese adjetivo no calza.

— Debo irme

— No..., por favor contéstame.

Se puso en pie evasiva

— Daniela..., ella se obsesionó con el hombre del que yo estaba enamorada. Intentó por todos los medios de conquistarlo pero no tuvo resultados. Entonces..., optó por destruir mi relación con él. — Sus ojos sollozaron— lo logró, mírame ahora. Entregué mi vida a Dios y ese hombre desapareció sin dejar rastro.

Seguía sin entender mucho, era como una enredadera que por más que intentara deshilar seguía toda enmarañada. Deseando ver en mi tía algo parecido a lo que no tuve con mi madre le pedí casi a súplicas que se quedara y que mejor momento para incluirla a nuestras vidas que el cóctel de Alessandro. La invité pero ella se vio algo reacia. Es una fiesta y ella una monja de clausura la cual ve todo el mundo exterior como pecaminoso e impuro. Era algo con lo que tenía que comenzar a trabajar con algo de paciencia.

La teoría del amor Where stories live. Discover now