Capitulo 31: Chance a la elocuencia

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Se escuchó una discusión en la planta baja. Sequé mis lágrimas y decidí llevarme aquellas carpetas sin que quedara prueba alguna que yo las había agarrado. Mi madre había llegado y sorpresivamente también Damián estaba allí. Había ido a reclamarle, la trataba de una forma tan dura que de no leer aquella carta jamás hubiera pensado que en algún momento hubo algo entre ellos. Bajé las escaleras lo suficiente como para escuchar y al mismo tiempo no ser vista.

— ¡Te exijo que me digas quien es mi hija! ¿Qué hiciste con ella?

— No lo sé, no sé quién es tu hija. Ahora si eso es lo único que te importa te puedes ir.

Agarrándola del brazo con fuerza la sacudió desesperado.

— Eres la mujer más agria, fría e insensible que he conocido en mi vida. No se como es que siquiera acepté salir contigo.

— Eres un descarado, un hipócrita igual que la zorra de Altagracia. ¡Tú me hiciste así! Vienes aquí a hacerte el digno, cuando en realidad sabes que eres el causante de todo.

— No me importa lo que pienses, solo quiero advertirte una cosa jodida loca..., aléjate de Altagracia, déjanos en paz. Y te conviene que me digas dónde está mi hija porque si lo descubro yo, no te va a gustar, créeme.

Mi madre comenzó a reír con burla; era como si ella conociera una información que todos desconocíamos. Se reía pero por dentro estaba segura de que lloraba. Habían pocas cosas que hacían caer a Daniela Sorní y una de ellas era Damián. No me cabía duda que lo amaba, pero ese amor se transformó en una obsesión enfermiza. Toda su vida la había basado en un amor que jamás fue correspondido. Comencé a entender su odio, su desprecio hacía mi. Quería que no me doliera pero eso aún no lo conseguía. Damián le hablaba con tanto enojo que se me dificultaba creer que fuera ese Damián el mismo que yo conocí.

— Los veo tal cual son los dos, tú eres un hipócrita que solo jugaste conmigo y Altagracia una infeliz que solo pensó en ella. No solo salimos y lo sabes, estuvimos juntos por meses hasta que esa zorra regresó de Grecia. Teníamos una relación y cuando la conociste a ella sin importarte lo que pudiera sentir me cambiaste por ella.

— Me enamoré de ella, te fui sincero y te lo dije. ¿Sabes cual es tu problema? Quieres forzar a los demás a que hagan y sientan lo que a ti te da la gana. Supéralo ya, nadie te engañó, nadie te traicionó. Búscate una vida y deja de joder la de los demás.

Derramando una lágrima llena de ira más que tristeza, tragó saliva y lo miró con una intensidad que era amenazante y oscura. Arqueó una ceja y sin dar muchas vueltas ella respondió.

— Jamás serán felices. No cabemos las dos en este mundo.

— ¿Te escuchas cuando hablas? Es tu hermana, ¿prefieres odiar y crear divisiones por un amor que jamás fue correspondido?

Mi madre se quedó callada y después de mirarlo por unos escasos segundos sin pensarlo dos veces afirmó.

— esa perra no es mi hermana. Soy una hija de puta, eso crees tú, cree todo el mundo. ¿Pero sabes que? Prefiero serlo, porque al menos se con quien tener lealtad y con quien no. Tal vez sea una hija de puta, pero jamás me hubiera metido con el hombre de mi hermana. Eso es lo que hizo esa cualquiera.

— Estas loca..., enferma.

— Se hizo monja para calmar sus culpas pero eso no le duró mucho. En cuanto tuvo la oportunidad se le fue lo religiosa y te la follaste. Es la mujer más nefasta que conozco y tu..., odio amarte como lo hago.

— Tu no amas a nadie, estás loca y enferma. Altagracia es mucho mejor mujer que tú en todos los aspectos. Me dio una hija, una hija que tú desapareciste. No conseguiste mi amor, te has ganado mi odio a pulso. Aléjate de nosotros, espero que no hayas tenido nada que ver con lo que le ha ocurrido a Altagracia, porque te juro que yo mismo te hago pagar por ello. Das pena, si vieras lo que veo yo en ti, te desaparecerías de la faz de la tierra. No se como de algo tan bajo, falso, poca cosa y obsesa ha salido algo tan pulcro, bueno y hermoso como Alicia, no lo entiendo.

La teoría del amor Where stories live. Discover now