Me sentía rara estando en aquella empresa más al estar esperando dar aquel golpe. Alessandro no tenía idea de que yo estaría allí y mucho menos de lo que tenía planeado. Salvatore salió de su oficina y al verme se extrañó. Curioso se acercó a mí preguntando cómo estaba y mintiéndome a mí misma le dije que estaba bien. Muchas cosas habían cambiado, no solo en mi vida si no en la de los demás. Fue un golpe algo duro para mi enterarme de que Salvatore se casaría con Renata Morelos. Efectivamente con aquella noticia la historia entre Salvatore y Aitana parecía haber culminado. Triste por la noticia lo miré y no pude evitar preguntar.
— ¿Eres feliz?
Sonrió tenue respondiendo
— Hay veces en las que somos felices sin esfuerzo y otras en las que hay que aprender a ser felices. Con Aitana era feliz, sé que con Renata algún día podré serlo completamente. Es una buena mujer y con eso es más que suficiente. Aitana..., ¿ella cómo está?
— Está bien, no hablo mucho con ella. Supongo que necesita su espacio. Me alegro por tu compromiso. Deseo que tanto tu como Aitana puedan ser felices aunque no estén juntos.
Salvatore quería sonreír pero no pudo alcanzar a hacerlo. Renata era una mujer dulce, simpática y agradable pero aún siendo una mujer llena de cualidades no lograba aquella emoción que veía en los ojos de Salvatore al hablar de Aitana. Él se había apegado más a esa creencia "el amor viene después" en cambio yo siempre he creído que el amor está o no está y era más que claro, su corazón aún seguía con Aitana a pesar de todo. Se despidió y volvió a su oficina un tanto decaído. Igual lo estaba Alessandro. Aunque aún no me había visto llegar, lo vi en un par de ocasiones cuando la secretaria abría y cerraba la puerta para entregarle documentos. Estaba serio, distraído y con el rostro cansado. Creo que no había dormido en toda la noche. Eso sin contar las vendas en sus nudillos que tuve que ponerle al curarlo. Andaba diciendo que se había lastimado practicando boxeo en un saco de arena pero creo que casi nadie se creería ese absurdo cuento. Ya no era el Alessandro que había conocido. Su rostro era sombrío, ya no había vida en su mirada. La mayoría parte del tiempo estaba iracundo y cuando no lo estaba era como si le diera igual todo. Era raro verlo así, más cuando estaba en su empresa. Le gustaba estar allí y tener la mente ocupada pero creo que ya no había nada que pudiera alejar sus problemas de la mente. Estaba allí parada mirando hacia la puerta y cruzando mis brazos recosté mi cabeza en una columna. No tenía idea si volveríamos a ser los mismos de antes. Quizá nuestros destinos eran separados o tal vez mi inseguridad y la falta de confianza de él terminaría por derrumbar lo que habíamos construido. No era su culpa, un chantaje nos tenía en aquel dilema pero aún así no dejaba de dolerme. Ya no me sentía especial para él, ya no tenía esa exclusividad de ser su mujer y él mi hombre. Al final Carla había logrado crear una brecha entre el y yo que solo él tiempo podría determinar si se cerraba o se abriría aún más. Por lo pronto creo que sería fácil detener las intrigas de Carla. Ella llegó justo a la hora que le pedí a Alessandro que la citara. Era una perra, nada más de ver cómo iba vestida, ver cómo caminaba contoneándose y pavoneándose por todo presidencia solo tenía ganas de agarrarla a hostias. Llevaba puesto un vestido color carmesí con un pronunciado escote que dejaba descubierto sus senos de una manera que rayaba de vulgar. Se maquilló más de lo normal y seguramente había comprado una lencería corriente para la ocasión. Entró a la oficina de Alessandro y al escuchar cerrarse la puerta sentí el infierno arder dentro de mi. Aunque estábamos separados, ese era mi hombre y no permitiría que esa zorra siguiera con sus chantajes. Caminé hacia la puerta de Alessandro y estaba asegurada, marque el código en la puerta y al entrar el enojo me estaba sacando la peor parte de mi. Sentí pena por Alessandro y al mismo tiempo rabia por esa cualquiera. Él estaba sentado en su ejecutiva con el rostro rojo y sus ojos estaban azules inundados de tristeza por no poder detener a esa mujer. Carla estaba semidesnuda, pues al entrar ella pretendía hacer un numerito barato frente a Alessandro. Él al verme abrió los ojos sorprendido y sin saber cómo reaccionar. Lo que él no sabía era que tenía todo bajo control. Carla me miró y sonriendo con burla comentó.
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La teoría del amor
RomanceTras la aparente muerte de Ryan, el amor de Alicia y Alessandro parece estar a salvo y a prueba de todo. Ella siempre creyó que la amenaza en su vida era Ryan sobre ella, pero al comenzar poco a poco a descubrirse ella misma en una nueva relación ju...