Capitulo 43: El ramo a la futura novia

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Actualización de los miércoles 😃😃

Era una fiesta enorme, justo como pensé sería en mi boda ideal. Todo estaba perfectamente programado y la música era melodiosa. La gente bailaba, otros compartían en las mesas y había unos pocos retraídos en las esquinas como Aitana y Valeria. Alessandro parecía estar mejor que nunca pero de vez en cuando lo veía cojear. Me acerqué a él y besando sus labios pregunté si todo estaba bien. Asintiendo con la cabeza me sujetó de la cintura y pícaro susurró en mi oído.

— El que yo sea un duque y tú una duquesa no significa que ahora la voy a follar como a la realeza.

— ¿Ah sí? ¿Entonces cómo sería eso?

— Te enseñaré en la noche. Eres mi duquesa de dia pero en las noches, eres mi...

Mordí su labio inferior sonriendo

— Soy lo que tú quieras. Tú pides y yo te lo daré.

Aquella mirada seductora me estaba anticipando lo que me sucedería después de la recepción. Estaba tan guapo, tan jodidamente sexy que solo me provocaba besarlo a todas horas. Mi pequeña Sofía no se quedaba atrás, parecía una princesita con todo y su tiara. Tenía esos ojitos saltones que enamoraban a todo el que la miraba. Se había encariñado rápido con Damián y él no dejaba de cargarla y estar con ella para todas partes. Me llenaba de ternura ver cómo a todos les decía que esa era su nieta. Lo decía con orgullo y emoción. Alessandro se entretuvo hablando con unos invitados que venían de Londres y yo busqué entre la gente a Aitana pero no la veía por ninguna parte. En cambio si vi a Salvatore bailando con Renata pero su rostro era de total desánimo. Estaba allí luciendo obligado aunque intentaba sonreírle e intentar verse "feliz" a veces buscaba con la mirada a Aitana pero ella procuró estar lejos donde su mirada no pudiera alcanzarla. No fue difícil adivinar dónde estaría. Yo comenzaba a vencer mi alcoholismo y ella comenzaba a hundirse en él. Caminé hacia ella y al verme intentó ocultar la copa que se estaba tomando pero ya era evidente su ebriedad.

— No tienes que esconder la copa. Se te nota la ebriedad Aitana.

— Estoy bien. De verdad, fueron dos copitas nada más.

— ¿Quieres que le pida a Salvatore que se vaya?

— ¿Qué? ¿Por qué?— carcajeó ebria — El que se vaya no va a cambiar nada, mamá. Mira, tú ve y disfruta tu boda deja de estar preocupada por mi que yo estoy mejor de lo que crees.

— No lo estás y me pides un imposible. Eres mi hija y verte cómo estás me afecta. Aún estás a tiempo de hablar con la verdad. Ve y habla con Salvatore y se que si le dices la verdad del porqué te alejaste lo entenderá. Ustedes se aman y no hay que ser un genio para darse cuenta.

Ambas nos paralizamos al ver a Salvatore acercarse y preguntar qué era eso que tenía que saber que Aitana no le había dicho. Intenté despistarlo en el tema pero Aitana producto de su ebriedad se levantó de la mesa y mirándolo con desdén respondió.

— No tengo nada que decirte. Ahora vete ¿si? Tu prometida debe estar buscándote por ahí y si te ve conmigo no le va a gustar.

— Deja de tomar

— ¿Qué? ¡Que te den! Déjame en paz. ¿Ahora que esperas para irte?

Salvatore se enojó y tornándose rojo de la ira por la intransigencia y terquedad de Aitana respondió con indigno.

— A veces tienes la facilidad de evaporarme la paciencia. Te comportas como una mocosa malcriada e inmadura. ¿Qué tan difícil te resulta hablar conmigo?

Aitana encogió los hombros y dándole otro sorbo a su copa respondió sin mucho interés.

— Quizá es porque si soy una mocosa y tú pues me llevas una década o quizá más. Ya no te debe afectar mi inmadurez. Tendrás una esposa la cual parece ser muy madura. ¡Adiós!

La teoría del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora