Capitulo 8: similitudes

1.8K 328 140
                                    

Días después

Alessandro estaba raro, muy raro. Apenas pasaba tiempo en la casa y se veía en ocasiones nervioso pero feliz. Yo no dejaba de pensar en aquello que me dijo hace unos días, estaba segura que algo planeaba pero por más que intentaba descifrarlo, no lo lograba. Miré el computador y estaba a punto de mandarle un correo a Aitana. Ya habían pasado más de tres meses y no tenía noticias de ella, ni siquiera sabía si estaba bien. Sandra entró a la oficina y aun estaba algo enojada conmigo aunque el enojo no le duraba mucho cuando estaba frente a mí, prefería hacer las paces que seguir sin hablarnos y la verdad..., yo también la necesitaba.

— ¿Me perdonas? Se que eche a perder ese contrato..., buscaré otros que compensen ese.

— No es el contrato lo que me enoja, eres tu. Eres mi mejor amiga y te conozco mas de lo que tu te conoces. Estas cayendo nuevamente en la depresión de la que tanto te costó salir tiempo atrás.

Negué con la cabeza

— No, de verdad estoy bien. Fue solo estres, ya me siento mejor.

Su rostro era uno de total suspicacia. Se sentó frente a mi y aun algo arisca resoplo.

— Aunque lo niegues, no significa que no esté sucediendo.

¿A quién engañaba? A mi misma, Sandra tenía razón, estaba cayendo nuevamente en mi abismo y esta vez estaba luchando contra todo para que el hombre que amaba conociera la peor parte de mi. Me desplome en llanto y desesperada respondí.

— No quiero que él se de cuenta, prefiero no estar a su lado, prefiero no tener su amor a tener su lastima.

— Te refieres a Alessandro...

— El ama a una Alicia diferente a esta. Merece algo mejor, algo que no soy yo.

— Si..., definitivamente estas recayendo, nada más oye como hablas de ti misma. Y si vas al psiquiatra para que te recete esos antidepresivos que te ayudaron.

Mirando el frasco de Citalopram sobre mi escritorio sonreí con burla. No había droga, fármaco o antidepresivo que no hubiera pasado por mi cuerpo y hubiera marcado alguna diferencia. Solo crearon adicciones sin ninguna mejoría para mi humor de mierda.

— Sabes que me haría sentir mejor, estar lejos..., muy lejos de aquí.

— Mira, mejor deja de pensar en tonterías y en un rato me acompañas a comprar mi vestido.

Fruncí el ceño

— ¿Vestido?

— ¿Ya no te acuerdas? Me invitaste a un cóctel que Alessandro dará mañana en la noche. Por cierto, ¿A razón de que? Todo el mundo habla de ese cóctel.

Encogí los hombros sin muchas ganas de ir a ninguna reunión.

— No tengo idea y la verdad tampoco tengo muchas ganas de ir.

— ¡Tienes que ir! Es súper importante.

Antes de que pudiera preguntarle cualquier cosa sobre lo que acababa de decir, salió rápidamente de la oficina. Algo sabía ella de lo cual yo ignoraba totalmente. Volví a mirar el computador y esperanzada con que Aitana respondiera comencé a escribir.

De: Alicia Sorní
Para: Aitana Cariddi
Fecha: julio 23 de 2020
Asunto: Saber de ti

Hija,

Se que pediste que no te buscara, pero si fueras madre entenderías la desesperación que he sentido estos meses al no tener idea de donde estás o cómo estás. Te necesito, quiero oír tu voz, verte de nuevo aunque sea por un momento. Desde que te fuiste, no he sabido lo que es sonreír genuinamente. Aún me preguntó si hice algo que te molestara porque te fuiste de mi lado huyendo sin despedirte. Se que he sido una pésima madre, de hecho creo que no soy ni la mitad de lo que necesitas como mamá, pero te quiero mucho, te amo con mi vida. Cuando llegaste a mi vida, a pesar de tus evasivas, me diste esperanzas de tener una familia y me la diste cariño. No te pido que regreses si no quieres, pero al menos dime que estás bien, si no es mucho pedir, me gustaría escucharte..., saber que aún tengo una hija y a pesar de todo, sigo siendo tu mamá.

La teoría del amor Where stories live. Discover now