Capitulo 25: Amargo

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Un mes después

Sentía el aire cada vez más escaso. El nervio me estaba dominando por completo. No podía creerlo, estaba en Luxemburgo después de llegar a pensar que jamás pasaría. Aún no bajaba del avión cuando ya sentía un miedo horrible. Mis manos sudaban y mis piernas temblaban. Alessandro preguntó si estaba bien y yo rápidamente asentí con la cabeza pero era pura mentira. Estaba muerta del miedo, de no dar la talla como futura esposa del duque de Luxemburgo. Al menos tenía a Altagracia a mi lado que aunque fue un suplicio pedirle que viniera por una temporada, terminó aceptando. Aquel país era muy distinto a España. Era frío, gris pero también elegante y acogedor. Era el primer cambio que daba a mi vida en mucho tiempo y honestamente no tenía idea si estaba haciendo lo correcto pero aún así allí estaba deseando no haberme equivocado. Miraba por la ventana todo a mi alrededor mientras íbamos de camino al lugar donde comenzaríamos de cero. Alessandro no quería darme pista alguna y eso me ponía peor. Miré a Altagracia y ella estaba como ida. Su mirada era triste y perdida. No entendía porque, después de tanto resistir, al menos había decidido intentar retomar su relación con Damián. No se porqué pero eso me daba mucha emoción. Ellos eran como los padres que siempre quise tener. Altagracia era dulce, bondadosa y sensible. Se preocupaba por mi como nunca lo había hecho mi madre. Damián era un hombre que nada más mirarlo, inspiraba paz y seguridad. Ellos eran la pareja perfecta y el amor que Damián sentía por mi tía se le desbordaba por los ojos.

— ¿Te sientes bien? — Pregunté

— Si, lo estoy cariño

— Te atormenta algo. Se te nota. ¿Tiene que ver con Damián?

— Nada me atormenta, más bien duele pero ahora quiero hablar de eso. Quizá después.

No insistí pero tenía que ser algo muy delicado como para que ella se callara con tanto recelo. Estar en Luxemburgo era un mar de emociones que no sabía cómo controlar. Era una nueva vida, pero aún parte de ella seguía en España. Aitana y Salvatore intentaban tener una relación y el camino no era nada fácil. Salvatore se había enamorado de una mujer diez años menor que ella y no sabía cómo manejarlo. Podía ver en su mirada el miedo por no saber si hacia mal o hacia bien en desear a una mujer mucho más joven que él. La mayor parte del tiempo Salvatore veía a Aitana como una niña y era eso lo que lo detenía la mayor parte del tiempo para darle rienda suelta al amor que sentía por ella. Aitana amaba a Salvatore pero no se creía capaz de merecer ese amor. Se consideraba basura, miserable e inservible. «Quien en su sano juicio puede amar algo como yo» esas palabras me partían el corazón cada vez que las repetía. Ella no lo aceptaba pero una de las cosas que más le desgarraban por dentro era el no poder ser madre. Ella no podía ser madre y Salvatore moría por
ser padre. Era por esa razón que no se terminaba de convencer de darlo todo por amor que sentía por él. Mi corazón se había quedado dividido entre España y Luxemburgo. Aitana estaba allá y honestamente tenía miedo que en una de sus crisis terminara cometiendo una locura.

— Espero que tanta excentricidad no te espante.

Levanté la mirada

— ¿A qué te refieres?

Alessandro resopló abrumado

— Es otro estilo de vida. Adaptarse no será fácil.

— A tu lado será fácil, es lo único que me importa.

Alessandro sonrió tenue y también sabía que no sería nada fácil. No tenía idea de lo que era pertenecer a una monarquia y no sabía si daría la talla. Estaba preocupada por mi empresa en España. Sandra era muy buena y responsable pero no dejaba de darme algo de miedo no estar a cargo. Estaba renunciando a tantas cosas que solo deseaba que valiera la pena. Mi pequeña Sofía estaba cada vez más grande y hermosa. Ella era una mini versión de Alessandro y eso me llenaba de ternura. Sus ojitos eran iguales a los de él. Cambiaban de color y cada vez que lo hacía podía ver en ellos a su padre. La vida era cruel pero también podía regalar lo más hermoso; Justo cuando me sentí perdida. Cuando pensé que jamás sería una mujer deseada y tenía que conformarme con los insultos y golpes de Ryan, apareció Alessandro dándole vida y sentido a mi existencia. El coche se detuvo frente a una enorme y lujosa propiedad. No era una mansión, era mucho más grande y exclusivo que eso. Era un castillo Victoriano enorme que de solo verlo impresionaba. Todas mis casas en España se quedaban pequeñas al lado de aquel edificio. Era simplemente hermosa. Bajé del coche aún estupefacta sin poder dejar de mirar todo a mi alrededor. Habían escoltas por todas partes y en aquel lugar todos se dirigían a él como "alteza" y yo aún no me acostumbraba a la idea de que me había enamorado del heredero a una corona de una monarquía. No sabía en qué momento había pasado de palizas a ser la prometida de Alessandro.

La teoría del amor Where stories live. Discover now