Capitulo 18: Arde la oficina

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Actualización de los miércoles 🙂

Días después

Aitana volvió a desaparecer, no tenía idea de cuándo se había ido pero al menos sabía que estaba en París y Soriana estaría cuidando de ella al menos por el momento. Había cosas que estaban cambiando y quizá eran culpa mía. El trabajo, los problemas y el estrés me habían distanciado un poco de Alessandro. Aun eso de sentir pena por desear tener sexo era algo con lo que tenia que lidiar. Si..., tenía ganas de hacer el amor pero no sabía cómo coño acercarme. ¿En que habíamos parado? Me sentía rara, y no quería sentirme así. Pensaba en Alessandro y ya mi vagina comenzaba a hacerse agua. No era correcto, menos en el trabajo a punto de tener una junta con nuevos clientes. La noche anterior busqué sus manos, su calor y tentarlo hasta ponerlo duro pero no conseguí siquiera el calor para dormir. Agarré el móvil y buscando una mejor respuesta que la de anoche decidí enviar un mensaje.

Alicia a las 9:00 am

¿Mucho trabajo?

Alessandro a las 9:10am

Bastante

Alicia a las 9:12am

Necesitas relajarte, y yo se como conseguirlo. Puedo pasar por tu oficina y no lo sé..., puedo lograr que en la tarde estés más descansado.

Alessandro a las 9:14am

Gracias pero tengo mucho trabajo.

Alicia a las 9:16am

¿Pasa algo?

Alessandro a las 9:17am

No pasa nada. Nos vemos en la noche para cenar.

Pasaba algo, estaba frío y era la primera vez que me negaba directamente un ofrecimiento como el que le estaba haciendo. Me sentí estupida, idiota y como la tonta que rogaba por sexo. Sandra entró a la oficina y como si leyera mis pensamientos se sentó frente a mí con una bolsa de papel.

— Anda, ábrelo

— ¿Qué es?

— Algo que te va a ayudar a levantarle mucho más que el ánimo a Alessandro.

Abrí la bolsa y dentro había una lencería mucho más que atrevida, básicamente eran unos hilitos con un poco de tela. Lo miré sin saber qué pretendía con aquello.

— ¿Y esto?

— Para que vayas y le calientes la polla a Alessandro. Te apuesto que llevas más de un mes que no sabes lo que es un orgasmo.

— Te estás yendo lejos. Es solo un mal momento.

— Una vez termine la junta, ve y sorpréndelo en la oficina. Cierras la puerta, te desvistes lentamente y así bien pecaminosa y morbosa caminas hacia él mientras te tocas el coño le dices que mueres porque sea él quien te toque.

— Sandra, como que estás demasiado gráfica. Además, no necesito que me digas cómo tengo que seducir a Alessandro.

Poniendo los ojos en blanco resopló escéptica.

— Bueno, si tú lo dices..., afuera está el nuevo cliente. Lo haré pasar a la sala de juntas. Por favor, piénsalo. Anda ve y sorpréndelo. Le va a gustar.

Mirando la lencería me quedé algo pensativa. Si hacia eso probablemente se sentiría confundido. No era seductora, mucho menos era de ir a una oficina y follar sin pena alguna. La última vez que hice algo parecido fue en aquel coche y aunque lo disfruté después estuve sintiendo pena por al menos un mes. Sacudí la cabeza, tomé un vaso de agua fría y solo esperaba que los negocios y ese nuevo cliente me espantara la calentura que tenía entre las piernas y la mente. Había preparado aquella junta con una semana de antelación y nada podía salir mal. Claro..., nada hasta que mi humor se fuera por el suelo al recibir una correspondencia de parte del tribunal. Abrí la carta rápidamente y la leí con cautela. Valeria Sorní había salido nuevamente bajo fianza y estaría enfrentando un juicio los próximos meses. Quería romper esa carta y maldecir unas diez veces sin embargo me tragué el enojo y dejándola sobre la mesa caminé hasta la sala de juntas. Los nervios usualmente me traicionaban y la última vez no fueron mis nervios sino mi cordura. Cerré los ojos y le pedí a Dios que me ayudara a conseguir aquel negocio. Yo lo necesitaba, la empresa también lo necesitaba. El cliente entró y tomó asiento en la otra cabecera de la mesa. Al ver de quien se trataba no pude evitar sonreír gratamente y comencé a creer en que las casualidades no existen. Damián Soltero estaba sentado frente a mí mirándome con la misma profundidad que la última vez.

La teoría del amor Where stories live. Discover now