Capitulo 14: Algo habia en él

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Creo que en aquel momento estaba a punto de infartarme. Las manos me sudaban, los ojos apenas parpadeaban y yo seguía en trance. Tenía miedo, tenía pánico de la reacción de Alessandro. De un impulso me puse en pie dispuesta a ir tras de él pero Alessandro ya se había ido. Me dejó sola en medio de docenas de invitados sin saber qué decir o qué excusa dar. Eso poco o nada me importó, fui hasta mi coche y subí al mismo; mientras manejaba de camino a la casa le marqué una y otra vez al móvil pero lo había apagado. Quería morirme literalmente en aquel momento. No tenía excusa para aquella verdad que callé por tanto tiempo. Esta vez, fue todo mi culpa. En la casa tampoco estaba. Solo estaba Rosa con Sofía y era el peor momento para intentar acercarme a ella.

— ¿No ha venido Alessandro?

Negó con la cabeza

— No, no ha venido. Pensé que estaban en su fiesta de compromiso.

— Lo estaba yo..., olvídalo.

Rosa me detuvo y acercándose a mi con Sofía prácticamente me obligó a cargarla en brazos. Tenía una emergencia y tenía que irse. Todo comenzó a complicarse más de la cuenta. Me sentía pésima por no poder sentir ese apego que sentía por mi hija cuando di a luz. No comprendía lo que me pasaba y eso me aturdía. Miré sus ojitos y había una pureza, una inocencia que no no sabía manejar. No sabía qué hacer con ella, comencé a llorar sin parar. Estaba impotente, Sofía no merecía tener una madre como yo, Aitana tampoco. Subí a su habitación y dejándola en la cuna comencé a caminar de lado a lado estresada. El llanto de Sofía no se hizo esperar y todo eso ligado a todos los problemas juntos comenzaron a hacer que sintiera deseos de estallar.

— ¡Ya! ¡Deja de llorar por favor!

Llamé un par de veces más a Alessandro pero no respondía. Con los dedos temblorosos decidí mandarle un mensaje y esta vez no podía seguir ocultando lo que me ocurría con Sofía.

Alicia a las 12:00am

Ven..., por favor ven a la casa. No puedo..., simplemente no puedo cuidar a Sofía. No quiero que le pase nada malo, no quiero lastimarla.

Alicia a las 12:02am

Por favor Alessandro, responde. Si no quieres volver a hablarme esta bien pero ven por ella por favor.

Estaba enloqueciendo. No sabía en aquel momento si estaba en la realidad o todo aquello lo estaba alucinando. El llanto de Sofía me atormentaba cada vez más. Cubrí mis oídos guiñando los ojos fuertemente cayendo en un rincón abatida por mi propia mente. «Todo es tu culpa» «Tu hija morirá igual que Aurora» «No sirves para nada» una y otra vez escuchaba esas palabras y solo quería que se callaran, no escucharlas más. Llegando a mi límite corrí a la cocina buscando con desespero algo de alcohol. Necesitaba una copa, solo una para poder estar calmada. Abrí todas las repisas pero no encontré nada. Aún podía escuchar el eco del llanto de Sofía y luego miré el anillo de compromiso en mi anular. ¿En qué estaba pensando? ¿Que cuento de hadas estupido intentaba recrear en el infierno que era mi vida? Las locas no tenían finales felices, las adictas no dejaban de serlo, las alcohólicas no dejaban tampoco de serlo. Las mujeres maltratadas, jamás dejaban de tenerle miedo a la vida por más que dijeran lo contrario. Me senté en uno de los taburetes de la cocina cubriéndome el rostro casi sintiendo que el aire se acortaba por completo en mis pulmones. Comenzaba a tocar fondo nuevamente; recordé aquellos años en los que aún drogandome con mil píldoras, seguía sintiéndome igual de infeliz. Agarré un poco del té que Rosa me preparó y del bolso saqué dos píldoras antidepresivas. No quería aceptarlo, más bien, no quería caer nuevamente ahí en ese abismo oscuro. Alessandro estaba por conocer una parte de mi que yo quería eliminar a como dé lugar. Tomé el té mientras miraba el móvil rogando algún mensaje de respuesta pero ninguno aparecía.

La teoría del amor Where stories live. Discover now