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Betsy permaneció sentada largo rato en el mismo lugar mientras Matt abría los obsequios. Los otros niños ya se había retirado y solo quedaba la familia. Carolina sirvió más refrescos para todos, los demás fueron a coger el suyo excepto Betsy. Andrea se sentó junto a ella para ver de cerca la reacción del niño al abrir su regalo.

—¡Es un tren!—exclamó.

—Así es—habló Andrea.

Volvió a mirar a Betsy con la esperanza de notar la misma sonrisa que ella mantenía. Betsy ni siquiera miraba al niño, solo podía pensar que Natán no estaba ahí.

—Oye—dijo su hermana—¿Todo bien?

Betsy asintió volviendo a mirar.

—¿Qué pasó con Natán? ¿Pudiste hablar con él?

—No mucho. Cambió de trabajo y está muy ocupado.

—¿En serio?, Tal vez está agarrando el ritmo, a veces pasa, después que se acostumbre descubrirá que sí tiene tiempo.

—Yo no lo creo.

—Sé que te hace falta, pero ya volverá y después que te cases querrás que esté afuera todo el tiempo.

Betsy logró mostrar una sonrisa.

—Supongo que no es para tanto.

Andrea pasó su brazo alrededor de Betsy y le sobó la espalda suavemente.

—Pero no olvides hablar con él seriamente, no debes dejarlo pasar.

Después de regresar de Nueva York, Natán debía presentarse al hotel para dar cuentas de su trabajo, aunque en todo momento su padre había estado pendiente enviando emails y mensajes de textos para saber de los avances, aun debía confirmar personalmente.

Natán ni si quiera había disfrutado su estancia lo suficiente, apenas pudo tomar algunas horas para dormir, su padre más que exigente y perfeccionista, le gustaba vivir contra el tiempo, si algo no podía darse en el tiempo que él había determinado, entonces daba todo por perdido.

Natán temía regresar precisamente por eso, poco le habían resultado las negociaciones, nadie confiaba tan fácil en un desconocido y además tan inexperto como él.

Natán entró a la oficina y cerró la puerta muy suave detrás de él. Su padre estaba solo, sentado en el lugar  de Louis. Natán se sentó rígido en frente, nervioso y suspicaz.

Tendió dos carpetas en la mesa y luego colocó las manos juntas sobre las piernas. El teléfono de su padre sonó en el bolsillo y logró distraer al señor Ferd. Se lo llevó a la oreja y atendió la llamada con tranquilidad.

—Sí entiendo—dijo casi pareciendo simpático.—¿Quiere más tiempo?

Esperó un momento mientras le hablaban y no dijo más hasta cortar la llamada. El señor Ferd volvió a colocar el teléfono en su bolsillo, se mordió el labio y miró las carpetas sobre la mesa.

—Eres un idiota—dijo con ojos penetrantes.

—¿Qué?—se asustó Natán.

—¿Cómo es posible?, Te di un trabajo y no lograste conseguir absolutamente nada.

—No es así, aquí hay tres contratos firmados—señaló las carpetas.

—¿Tres?

El señor Ferd tomó las carpetas y se las arrojó con furia a Natán. Él se levantó inmediatamente casi temblando de miedo. El señor siguió maldiciendo y diciendo groserías contra Natán mientras golpeaba la mesa. Él respiraba aceleradamente con los ojos saltados.

—¿Cómo puedes ser tan inútil?

—Hice todo lo que pidió—se defendió Natán con la voz temblorosa.

—Tres contratos—dijo mostrando tres dedos de la mano—es lo único. Hubieses logrado más tirandote del avión, estarías esparcido en la tierra en más de tres pedazos.

—No le permito hablarme de esa forma—se alteró Natán también—yo hice mi trabajo.

—¿Sabes cuál es tu trabajo?

El señor se acercó a Natán y lo empujó contra la pared.

—Tu trabajo siempre ha sido volverme miserable. No eres más que un bastardo.

Natán miró hacia el piso al no poder sostener la mirada por el miedo y el pánico. Sentía que en cualquier momento su padre lo golpearía contra el piso como antes.

El señor Ferd alargó la mano para ponérsela en el hombro, Natán actuó rápido y la sostuvo antes de que lo tocara. Su padre se soltó de inmediato y comenzó a burlarse incontrolable.

—Bravo—dijo mirándolo fijamente—parece que has crecido.

Natán cerró los puños al sentir que no podría controlar la furia. Deseaba que su padre se acercara un poco más o que al menos intentara tocarlo otra vez, no podría controlarse, lo golpearía hasta dejarlo inconsciente como había hecho con Brandon, era cuestión de agilidad y él tenía bastante.

—Largo de mi vista—susurró el señor Ferd con dureza.

Natán abrió la puerta inmediatamente y huyó de la oficina lo antes posible. El señor permaneció de pie algunos segundos antes que se  desplomara en el piso sobre los papeles que antes había tirado. Fue Louis el que entró a la oficina y lo encontró inconsciente, después de que vio salir a Natán asustado, decidió entrar para saber lo que había pasado.

Natán entró a la casa y comenzó a golpear las paredes, después de mucho tiempo ni si quiera podía sentir dolor, los nudillos le sangraban y sudaba por la actividad física a pesar de que hacía frío. Finalmente se tumbó sobre el piso y cerró los ojos para intentar tranquilizarse.

Betsy esperaba con ansias algún mensaje de Natán, le dijo que volvería el lunes por la tarde, pero ya habían pasado dos días y no tenía noticias. Lo llamó varias veces y siempre entraba al buzón, no quería preocuparse demasiado, ya de por sí nada estaba yendo bien.

Creía que tal vez se había quedado en Nueva York más tiempo por causa de su nuevo trabajo, de todas formas algún día volvería y él le avisaría.

Pasó una semana y nadie sabía absolutamente nada. El domingo vio llegar a Fernanda a la iglesia en un taxi, ¿Acaso Natán en verdad se había quedado en Nueva York? Al finalizar el servicio, Betsy se dirigió a Fernanda para preguntar, si acaso Natán le había avisado que estaría trabajando más tiempo y no podría llevarla a la iglesia.

—No sabía que estaba afuera del país—dijo Fernanda extrañada.

—Sí, se fue el fin de semana pasado.

—¿No te dijo cuando volvería?

—Se supone que estaría solo dos días.

—Ah, entiendo. De hecho lo llamé para saber si me traería, pero no respondió.

—Ok.

Siempre Betsy (Parte 2)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ