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Su padre se detuvo en medio de los dos hombres que permanecían frente a Natán y Betsy. Esbozó una sonrisa burlesca y le tendió la mano a los invitados.

—Veo que ya llegó el propietario—soltó mirando fijamente a Natán con una notable ironía en su rostro.

—Betsy, el señor Ferd—dijo él casi sin voz.

—Veo que trajiste compañía, ¿De qué burdel la sacaste?

Natán detuvo el impulso con toda la fuerza que no sabía que tenía. Betsy lo miró perpleja, casi a punto de estallar en lagrimas por las palabras del señor.

—Es mi prometida—exclamó Natán con voz grave.

—Nunca he juzgado a nadie por como gasta su dinero.

Natán soltó la mano de Betsy. Recorrió todas las miradas que se posaban sobre él, incluyendo la de ella. Betsy quería reírse y esperar que todo se tratara de una broma, pero al ver la reacción de Natán y de Brandon, descartó esa posibilidad.

—Discúlpenme un momento—dijo Natán y se fue alejando poco a poco del grupo.

Caminó hacia una puerta al costado, pasando en medio de la gente y de las miradas que lo reconocían. Salió hasta afuera. Se encontró con una enorme piscina rodeada por un jardín bien cuidado. Los luces de adentro se colaban hasta ahí, volviendo la oscuridad en un cuadro de claridad y sombras.

Se acercó al borde de la piscina y se detuvo con los pies en la línea entre el agua y el concreto. Respiró profundo con las manos en el bolsillo. Sentió que los ojos se le nublaban, pero hizo un enorme esfuerzo para que las lágrimas no salieran de sus ojos.

Quería quedarse solo y tranquilo en ese lugar o tal vez huir a alguna parte donde nadie lo encontrara. Se dio cuenta de que quizás había hecho mal al dejar a Betsy, ella había recibido la peor ofensa y el que corría de la escena era él, como un cobarde. Debía volver. Se giró y de inmediato se percató de la presencia de Betsy detrás. La miró un momento sin saber que decir, estaba profundamente avergonzado.

—Betsy.—susurró y alargó la mano hasta su cara.

Ella posó su mano sobre la de él con un sonrisa.

—¿Estás bien? Yo estoy bien. Al menos tengo una idea de cómo te sientes, supongo.

—Estoy bien—dijo él imitando su sonrisa.

—Tal vez fue por lo de la cara.

Betsy comenzó a limpiarle el labial que le había dejado teñido durante el viaje.

—No debió tratarte así. Puede hacer conmigo lo que quiera, pero es muy diferente si se mete contigo.

—¡Por Dios! ¿Era tu padre?

Natán movió la cabeza para asentir.

—Hoy fue amable.

Betsy se rio y a Natán le pareció extraño, pero al final resultó contagiado. Ella le tomó la mano y lo atrajo más cerca.

—Volvamos ¿Sí?, Vamos a actuar como si nada a pasado, vamos a divertirnos, tú y yo, señor propietario.

—Olvidé mencionar que el hotel es mío.

—Olvida lo que sea, pero no olvides que estoy contigo, de tu lado y siempre será así.

Natán la acercó más y la tomó de la cintura.

—¿Esto cuenta cómo una emergencia?

Betsy rodeó su cuello y lo miró a los ojos como había hecho muchas veces. Estaban grabados en su memoria, cada vez que lo hacía sentía estallar el corazón.

—Olvidas lo que te conviene.

Natán se rio y acercó su rostro hasta tocar su frente con la de ella.

—Confía en mí.—susurró Betsy.

Volvieron a dentro tomados de la mano. Su padre y su hermano aún permanecían en el mismo lugar. Después de dar un informe sobre todos los cambios que se habían hecho, las mejoras y también la nueva administración dónde Natán fue presentado como el propietario. Los grandes ejecutivos y amigos de la familia Ferd se reunieron en una sola mesa para cenar.

—Quiero brindar por este maravilloso cambio—dijo Brandon levantado una copa—que sea para bien.

Todos hicieron lo mismo incluyendo a Natán y Betsy.

—Y felicitar al nuevo dueño—dijo el señor Ferd.

Natán lo miró confundido, no podía entender de dónde le salía tanta hipocresía.

—Sé que lo harás bien—continuó—y también desearle lo mejor en su compromiso con esta belleza.

Betsy quedó perpleja, de repente se había perdido de algo.

Después de la cena Brandon le dijo a Natán que necesitaba hablarle. Se retiraron en una mesa apartada mientras un grupo de música clásica tocaba al fondo.

—¿Qué fue eso?—preguntó Natán esperando que su hermano le diera una explicación con respecto a su padre.

—Yo le expliqué.

—¿Qué?

—Le dije que ella era tu novia de verdad y que el compromiso era serio.

—Te lo agradezco, pero...

—Fue su forma de disculparse.

Natán bajó la mirada un tanto indiferente. Nada de lo que hiciera su padre para parecer simpático le quedaba bien.

—Tengo que salir otra vez—continuó Brandon—quería saber si podrías encargarte del hospital tú solo.

—No hay mucho que hacer—se rio Natán.

—Sí, sólo has presencia, que sepan que eres un Ferd es suficiente.

—La idea es horrible.

—Ya te vas a acostumbrar—respondió entendiendo la gracia.—No te preocupes por mi padre, él te dio todo esto por alguna razón, aun si dice que te odia, créeme que no siempre es así, lo más seguro es que quiera acercarse, pero no sabe cómo.

—Nunca creería eso.

Brandon le tocó el hombre y lo miró fijamente.

—Espero que tu Dios sea el mismo que el mío, si es así, no existen imposibles.

Natán asintió, buscó con la mirada a su padre que se encontraba en otra mesa, de pronto se sorprendió por lo que veía, el señor estaba sonriendo, casi parecía geniunamente feliz, junto a él estaba Betsy, hablando sin parar.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now