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El domingo pasó tan común como cualquier otro día. Natán asistió a la iglesia llevando consigo a Fernanda en tanto aprovechaba para hacerle una oferta por la casa, aunque no era la dueña, era ella quien podía convencer fácilmente a su abuela de venderla.

Betsy se sentó junto a Natán manteniendo su mano unida a la suya durante el servicio, un acto tan común desde que fueron novios.

Andrea se sorprendió de verlos juntos otra vez, Betsy tenía mucho que contarle por eso todavía no se había atrevido a informarla.

Por la tarde todos se reunieron en la casa de Carolina, el más feliz fue Matt al ver llegar a Natán después de mucho tiempo. Hicieron una barbacoa en el jardín, aprovechando el buen tiempo que hacía antes de que el invierno irrumpiera con todo su apogeo. Tenía un enorme patio trasero con un césped muy bien cuidado.

La familia se sentó en las sillas de jardin alrededor de una mesa de madera, mientras el padre de Betsy, y Adolf el esposo de Carolina se encargaban de la parrilla.

Betsy se fue a jugar con Matt debajo de un árbol, a mostrarle el nido de un pájaro que saltaba a la vista. Natán se había quedado conversando con Erick, mientras Andrea y las otras mujeres compartían en la mesa.

—Escuché que cambiaste de empleo—le dijo Erick.

—Sí. Ahora tengo uno bastante fácil.

—¿Eso es posible? Es que además se ve que ganas mejor.

—Así es—declaró con miedo de decir más.

—¿Cuándo habrá boda?—escuchó decir a Carolina que estaba muy cerca.

Natán buscó a Betsy con la mirada para conocer su reacción, ya que aquella parecía una pregunta repetida durante el compromiso, no quería ser él quien le tocara enfrentarla todo el tiempo.

—No presiones—se metió Andrea—es asunto de ellos.

—Solo intento ayudar. Queremos ver más niños corriendo por el jardín.

—¿Por qué no eres tú quién se encarga de eso? Matt ya está bastante crecido.

Natán logró divisar a Betsy con el niño de la mano, se desconectó rápidamente de la conversación para concentrase en ella, todavía no podía creer que fueran a casarse.

Estaba vestida con una falda suelta que le cubría las rodillas y un lindo suéter color vino. Su cabello rubio estaba recogido a la mitad. Parecía demasiado hermosa para ser real y tan increíble que fuera su prometida.

Quería casarse con ella, deseaba si es posible ese mismo día, pero no estaba seguro si estaba listo, temía no estar lo suficientemente preparado para tomar una responsabilidad tan grande como formar un hogar.

Betsy se agachó para acomodarle el pelo alborotado a Matt y le dio un beso en el centro de la cabeza. Desvío la mirada hacia la figura que caminaba hacia ella. Un Natán elegante que la observaba con ternura, se acercaba y pudo sentir algo maravilloso que se revolvía en su estómago.

Los nervios se apoderaban de ella con aquella mirada. Le parecía más atractivo de la cuenta, añadiendo su semblante sereno se lograba formar a un hombre perfecto, aunque Betsy sabía que no lo era, tenía muchos defectos y ya lo había comprobado, aún así no podía ignorar al corazón que rebotaba en su pecho y en lo profundo, el amor que sentía por él aumentaba.

—Nate—le sonrió el niño.

Natán respondió de la misma manera y luego miró los ojos de Betsy que permanecían sobre él. Matt se alejó corriendo al instante en dirección a su padre.

Betsy quedó frente a Natán sin poder ignorar su presencia.

—Me han hecho una pregunta—habló él—no he podido responderla, así que vine a preguntarte.

—¿Por qué yo lo sabría?

—Creo que nos concierne a ambos.

—De acuerdo—sonrió.

Natán observó el entorno buscando las palabras adecuadas.

—Bueno...se trata de...yo...

—¿Cuántos niños?—bromeó Betsy_me parece bien diez.

Natán se rio un poco y guardó silencio de nuevo.

—Mejor cinco—continuó ella—pocos y de buena calidad.

Natán se sentía un poco extraño al escucharla decir eso, le parecía lo más tierno del mundo al mismo tiempo que respondía con una sonrisa.

—Diez está bien—dijo al fin.

Betsy le tomó la mano y la entrelazó con la suya.

—Más vale empezar temprano.

La risa de ambos captó la atención de todo quienes dirigieron una mirada sospechosa a la pareja.

—De eso quería hablarte. Tal vez sea momento de... una fecha.

—¿Una fecha?—a Betsy se le iluminó el rostro.—Ayer dijiste que hoy.

—Creo que un domingo no es el mejor día.

—Yo creo que lo mejor es...

El timbre de un teléfono interrumpió y Natán se apartó al descubrir que era el suyo. Miró la pantalla enterándose que se trataba de Louis, debía ser seguramente un error. Natán se apresuró a responder para volver a la conversación.

—Hola.

—Natán, es tu padre.

—¿El señor Ferd?

Natán se alejó algunos pasos de Betsy para escuchar con atención lo que le diría.

—Sucedió algo y ninguno de sus hijos está en el país.

_¡Genial!—refunfuñó—seguro no es asunto mío.

—Su padre está en el hospital, acaba de ingresar a emergencias, no hay nadie más a quien llamar.

Por un momento Natán sintió una leve preocupación pero no lo suficiente como para reaccionar.

—Creí que tal vez te sería útil saberlo. El señor Ferd está solo.

—¿Por qué no se queda usted con él?, ¿Acaso no es como un hijo?

Betsy frunció el ceño al escucharlo decir eso y se acercó lentamente.

—Escucha, estoy cumpliendo mi deber al informar, si no quieres hacerte cargo es tu problema.

—¿Qué hospital?

—El tuyo.

Natán cortó la llamada y se quedó un momento con la mirada perdida hacia un punto lejano. Notó la presencia de Betsy de repente y se volvió hacia ella.

—El señor Ferd—habló con expresión neutra.

—¿Qué sucede?

—Está en el hospital... Tal vez nada grave.

—¿Debes irte?

Natán negó con la cabeza sin dudarlo.

—Tiene mucha gente a su alrededor, yo sería el último a quien él esperaría.

—Es tu padre.

Natán sintió un nudo incómodo en la garganta al escuchar eso mientras un sentimiento agridulce se revolvía en su corazón.

—Nunca lo he necesitado y él tampoco a mí.

Betsy le tocó el hombro suavemente sin dejar de ver sus ojos y pensando en qué decir.

—Al menos podrías averiguar si acaso ahora te necesite.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now