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Betsy estaba angustiada, sentía que Natán se había sumergido demasiado en aquella tragedia, ya que llevaba muchos días en ese hospital.

Ese día salió temprano de la universidad y se le ocurrió que podría darle una sorpresa, aunque él le había dicho muchas veces que no se molestara ni se preocupara demasiado por él. Buscó la dirección del hospital en internet y le pidió a un taxi que la llevara.

Solo le tomó veinte minutos desde donde estaba para dar con su destino. Admiró una hermosa fachada cuando el taxi se parqueó en frente. Cuando entró no dejó de recorrer con sus ojos aquel increíble lugar, más que un hospital parecía un centro turístico. Era tan amplio que nunca encontraría a Natán por su cuenta.

Se dirigió a la recepción de la primera planta y preguntó inmediatamente por el señor Ferd, la mujer le respondió que siempre estaban en el piso de arriba, a cualquiera de los Ferd que estuviera buscando.

Betsy subió por el ascensor hasta el último piso. Al salir se encontró con un pasillo, un piso reluciente y dos puertas a cada lado, no estaba segura si se encontraba en el lugar correcto. Caminó más adelante y se desvió a la izquierda. Un salón asombrosamente lujoso, con cafetería y mesas modernas. Eso no podría ser jamás el lugar incorrecto.

Natán había salido por el otro ascensor que llevaba directamente afuera, siempre iba a tomar aire cuando lo invadía la ansiedad, lo cual ocurría seguido. Betsy lo buscó por todo el salón hasta que divisó a Brandon a la distancia. Estaba sentado en un sofá junto a un hombre vestido de traje, delgado y de unos treinta, de frente estaba una mujer con una boina roja que llamaba la atención y un abrigo marrón claro.

Betsy se acercó. Seguramente Natán no estaba dentro, pero al menos sabía donde podía encontrarla a ella. Brandon la vio sorprendido, al principio no la reconoció, pero al instante logró relacionarla con Natán y se dio cuenta de quién era.

—Hola—dijo ella con una amplia sonrisa.

—Si mal no recuerdo, eres...

—Betsy, estoy buscando a Natán.

—Seguro—él respondió muy amable—Tal vez a salido, puedes esperarlo aquí si quieres.

Ella se sentó a la par de la mujer y rápidamente notó la mirada del otro hombre sobre ella. La reparaba de abajo hacia arriba y se detuvo en su cuello. Betsy se arregló la bufanda un poco incómoda.

—¿Y cómo va todo?, ¿Qué tal el señor Ferd?

—Tendremos respuesta de los médicos hoy mismo, espero que todo salga bien.

—Espero que sí—se alegró.

Betsy desvió la mirada al percibir que el hombre no le quitaba los ojos de encima. Ya estaba acostumbrada a que las personas la elogiaran y que la vieran con admiración, pero esta mirada por alguna razón le resultaba invasiva.

—¿Ya conoces a Ben y Grettell? Son hermanos de Natán también.

Betsy sonrió mirando a ambos, la mujer le devolvió la sonrisa y le sostuvo la mirada.

—Es un gusto—dijo apartándose el cabello hacia atrás.

Betsy volvió a mirar hacia el extremo izquierdo del salón, el ascensor se abrió y vio salir a Natán. Sintió un alivio, no quería quedarse en ese sofá más tiempo. Se levantó y él la miró venir a su encuentro. Ella se tiró para rodearlo con sus brazos.

—¿Qué haces aquí?—susurró.

—Sorpresa—dijo sin levantar la voz.

Él la miró a los ojos con un brillo indescriptible, ella amaba esa mirada y no cambiaba ninguno de esos momentos por nada en el mundo, sentía que se olvidaba de todo y de todos, solo existía él.

—No me mires así—replicó después de un largo momento.

—No me des sorpresas entonces.

—Estaba preocupada—levantó una mano hasta su pelo despeinado—me desvíe hacia aquí de repente.

Brandon y sus hermanos los observaron a ambos después que Betsy se había levantado.

—¿Su hermanita vino a visitarlo?—se burló Ben.

—Es su novia—dijo Brandon.

—Ya, ¿Y tienen permitido ser así de cursi? Míralos que tiernos, parecen adolescentes de secundaria a punto de dar su primer beso.

—Ya sé que no querías que vieniera—continuó Betsy.

—No es eso, es que...

—Está bien, solo hoy, por favor no me eches.

Natán le dio un beso en la mejilla y caminó hasta sus hermanos con ella de la mano. Ben lo miró burlesco casi a punto de decir cualquier comentario soez.

—Aun no han dicho nada—dijo Brandon.

—De todas formas entraré, antes de que busque escaparse de nuevo.

Natán se giro guiando a Betsy hacia la habitación de su padre.

—Ah, ah—masculló Ben—¿Ella entrará también?

—¿Por qué no?

—Oye, esto no es un museo que puedes meter a quien te de la gana y darle un tour.

Betsy miró a Natán sorprendida y esperó a que dijera algo.

—No puedes decirme cómo administrar mi hospital.

—¿Mi hospital? Te has crecido ¿No es así? El que está adentro es mi padre no una momia en exhibición.

—Será él quien decida si puede entrar, vamos a averiguarlo.

—¿Crees que te deja entrar porque quiere? Solo le importa su imagen, si te hizo el dueño de todo fue solo para salvar su reputación.

Natán apretó la mandíbula y soltó la mano de Betsy que sostenía.

—Relájate Ben—se metió Brandon—mi padre la conoce, deja que al menos lo salude.

—¿Estás de su lado?—se alteró más—del lado de este desgraciado que arruinó la vida de mi madre.

—No metas a mamá en esto.

—Iba tras él otra vez cuando...

—¡Fue un accidente!

Ben se levantó y Grettell lo hizo después para intentar detenerlo.

—Eres un niño mimado que no sabe nada. Incluso ahora te empeñas en apoyar a este rufián.

—Cálmate Ben.

—¿O qué?—le tomó del saco bruscamente—¿el cristianito no puede alzar una mano? ¿Te vas al infierno si me pegas? Anda Brandon...

—Ben, Ben—dijo Grettell—no lo hagas peor.

—Me da lástima tu vida aburrida.

Ben dio la vuelta y caminó en dirección a Natán, le rosó el hombro bruscamente cuando pasó, haciendo que tambaleara un poco. Se metió al ascensor y dejó que se cerrarán las puertas mientras les daba la espalda.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now