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Natán se despidió de Betsy y se dirigió hacia la puerta del salón de la fiesta de hombres. La miró antes de cerrar la puerta, ella aún permanecía de pie en el balcón, quería guardarse aquella imagen que solo volvería a ver cuándo caminara hacia él en el altar.

Betsy se agachó para ponerse los zapatos, escuchó el sonido de pasos en el piso, no quiso volver a ver hasta que estuviera junto a ella, de seguro quería sorprenderla igual que ella lo había hecho. Cuando se enderezó esperó a que le jugara la misma broma, dispuesta a fingir que no se había dado cuenta. Él no lo hizo.

—¿Me extrañaste y quisiste regresar?—le dijo y se dio la vuelta. Su cara sonriente se transformó en una de conmoción.

Ben extendió la mano hasta su cabello y restregó un mechón entre sus dedos.

—Pareces una muñeca.—sonrió maligno—No, más bien una modelo  de esas revistas...

—No me toques—dijo Betsy con la voz  apagada.

Miró por encima del hombro de Ben para saber si había alguien en el pasillo, pero estaba silencioso y solitario.

—¡Nate!—logró gritar.

Ben se avalanzó sobre ella para cubrirle la boca y la empujó contra la barandilla. Betsy sintió el dolor en la espalda al chocar tan fuerte. Comenzó a temblar por el miedo, deseaba que alguien apareciera.

—Si gritas de tiro abajo—masculló Ben.

Betsy cerró los ojos. Él le quitó las manos dejándola libre. Se rio con una carcajada silenciosa observando el miedo en la cara de Betsy. Se quedó recostada contra la barandilla por miedo de dar un paso hacia adelante.

—Eres muy ingenua. Rubiesita y tonta.—volvió a tocarle el pelo—pero así son las mujeres bonitas, no te preocupes.

—¿Qué es lo que quieres?—se atrevió a enfrentarlo.

—Que sufra el hombre que me quitó a mi madre.

—¿De qué hablas?

Ben se acercó más y deslizó una mano por el cuello de Betsy.

—Es una lástima. Si te caes de esta altura podrías verte muy mal después.
   
Betsy podía escuchar su propia respiración por lo asustada que estaba, el corazón le palpitaba fuerte.

—Lo peor de todo es que él no está aquí. No podrá despedirse, ni ver quién lo hizo. Creerá que has sido tu misma, tan tonta que no controla sus pasos.

Betsy pensó rápido, lo empujó y logró alejarlo lo suficiente para abrirse paso. Apenas pudo dar la vuelta para correr cuando sintió un agarre brusco en su cabello. Volvió a pegar contra la barandilla esta vez de frente, el dolor era intenso, se había golpeado el mentón.

—¿Dónde está Betsy?—preguntó Andrea a las hermanas de Natán.

—Tal vez fue al baño—dijo Grettell.

—Hace mucho no la veo, alguien debería ir a buscarla.

Emma se alejó sin prestar más atención, pensó que seguro Betsy quería mostrarle su atuendo a Natán y había ido a buscarlo. A Andrea le parecía sospechoso que no hubiera regresado, aunque sabía que era bastante testaruda y siempre quería estar curiosiando en todos lados.

Natán se sentó en una esquina donde podía ver el juego de ajedrez entre otros hombres. Quería irse a su casa a dormir, pero no era tan ético abandonar su propia fiesta, así que estaba dispuesto a soportar. Brandon se acercó de repente haciéndolo desviar su concentración del juego a él.

—¿Has visto a Ben?

Natán negó mostrando el menor interés.

—Creo que tomó demasiado, le pedí que no invitara a sus amigos, pero siempre los trajo, a ellos y al alcohol.

—No lo he visto—confirmó.

—No sabes cómo se pone borracho, si sobrio es loco, imagínate un poco alterado. Si lo ves me avisas.

Natán asintió. Brandon se fue a preguntarle a los demás en toda la sala acerca de su hermano. Natán no dejaba de ver el reloj, no faltaba mucho para media noche, lo mejor sería despedir a todos y acabar aquel calvario. Iba a levantarse cuando sintió su teléfono vibrar en el bolsillo. Miró el número de Andrea y se apresuró a responder.

—¿Sí?

—Natán, ¿has visto a Betsy?

—Ah, sí—respondió algo confundido.

—Gracias a Dios.

—Estuve con ella hace un momento. ¿Sucede algo?

—No, no te preocupes. Es que se había ido hace mucho y me pareció extraño.

—Entiendo.

Andrea cortó la llamada algo satisfecha, pero aún sintiendo que algo no estaba bien. Después pensó que seguro era el suspenso de lo que traería el día siguiente. Las mujeres habían comenzado a hacer karaoke lo cual obligaba a subirle a la música, mientras una cantaba las demás aplaudían y daban gritos de aprobación.

Betsy se giró encontrándose los ojos enardecidos de Ben muy cerca. Él le agarraba el cabello con una mano y con la otra la sostenía del cuello.

—¡Ayúdenme!—volvió a gritar.

—Callaté—murmuró. La soltó del cuello y le tomó la cara presionando sus mejillas.—Otro grito y no dudaré en tirarte.

—¡Auxilio!—logró decir.

Ben la levantó furioso y la sentó sobre la barandilla. La sostuvo de los hombros y la hizo inclinar un poco hacia el vacío del abismo.

—No lo hagas—dijo con la voz débil y temblorosa.

Ben soltó una carcajada y luego la miró con el mayor odio.
Betsy daba suspiros repetidos y ya no lograba sentir sus palpitaciones. Comenzó a forcejear con Ben intentando bajarse.

—Esta familia estaba bien cuando el no había aparecido—continuó—mi madre estaba bien. Todo es culpa de ese estúpido hijo de...

—No lo hagas—volvió a decir Betsy con la mayor súplica.

Ben volvió a inclinarla hacia el abismo mientras se reía de su cara de pánico.

—¡Nate!—gritó desesperada arriesgándose a que él cumpliera su amenaza de tirarla.

Era en quien pensaba, la primera y última persona en esta tierra, sólo después de Dios.

—Él no va a salvarte—le dijo volviendo a enderezarla.

—Tal vez no, pero Dios sí.

Brandon volvió a acercarse a Natán que parecía casi dormido en la misma esquina.

—Creo que Ben se fue a dormir.

—Seguro, yo también quiero hacer lo mismo.

De repente una voz lejana lo hizo recuperarse de la soñolencia. Era la voz desesperada de Betsy gritando su nombre.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now