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—Tengo las invitaciones, ya reservé un lugar—habló emocionada.

—Betsy, yo...—dudó un momento—lamento no ayudarte con todo.

—No te preocupes. La boda será antes de navidad, ya hablé con mi familia y ellos van a ayudarme con el resto. Mañana buscaré un pastor para la ceremonia, de seguro el nuestro estará de vacaciones esos días...

—Lo siento—la interrumpió.

Betsy lo miró quieta, sintió que el corazón se le desvanecía. Las lágrimas le corrieron por ambas mejillas. Natán la abrazó hundiendo la cabeza es su pelo dorado. De un momento a otro el también se puso sentimental.

—Lamento todo esto.

—No.

—Seguro querrías casarte en primavera, usar un hermoso vestido diseñado a tu gusto, ir juntos por muchos lugares sin poder decidirnos nunca y acabaríamos eligiendo la iglesia. Me ayudarías a escoger un traje y te emocionarías al verme salir del vestidor, y yo esperaría ansioso adentro imaginando tu precioso rostro cuando me vieras.

—No.—Betsy sollozó sorbiendo con la nariz.—solo pensaría en ti, justo como ahora. No me importaría si fuera ropa causal, si llevas un traje o ropa de gimnasio. Si nos casamos a media carretera bajo la lluvia. Solo puedo pensar en ti diciendo que me aceptas.

Natán se apartó y acunó su rostro entre las manos.

—Estoy segura—continuó Betsy—es a ti a quien quiero por el resto de mi vida. Vamos a superar esto, todo va a salir bien.

Natán dejó salir las lágrimas está vez, no entendía por qué, pero se dejó llevar.

—Algo a cambiado—confesó—no hubiera sido posible sin ti. Él está diferente...parece feliz.

—Tal vez ha creído.

—Espero que sí, realmente espero que sí.

—¿Qué hay de ti?

Natán suspiró y se limpió las lágrimas.

—Yo ya era diferente, desde que conocí a la mujer más alegre de todas. Y solo me he mantenido de pie por qué ella está a mi lado.

—Por favor...—dijo con la voz apagada por los sollozos.

—Eres todo lo que tengo ahora, gracias por quedarte.

—Te amo ¿Ya te lo he dicho?

—Muchas veces, pero no dejes que se me olvide.

Natán notó la presencia de Brandon en la sala y detrás de él vio venir a sus otros cuatro hermanos. Se levantaron de inmediato pensando que algo malo había sucedido.

—¿Qué pasa?—preguntó Betsy.

—Nos ha citado a todos—respondió Brandon antes de dejarse caer en un sofá de la mesa contigua.

—Quiere decir sus últimas palabras—habló Ben.

Los otros cuatro se sentaron alrededor de la misma mesa. Natán se sentía extraño en presencia de todos ahora que sabían la verdad, aun no se atrevía a cruzar palabras con Brandon y se incomodaba al tenerlo cerca.

Betsy se acercó a ellos, aunque Natán se quedara de pie solo mirando. Sacó algunos sobres del bolso y los repartió a los hermanos de Natán.

—¿Es en serio?—dijo Emma con una notable emoción.

—Bonito diseño—habló Harry.

Brandon se quedó mirando el sobre y no quiso abrirlo, mientras que Ben se reía entre dientes.

—Felicidades—expresó Grettell.

—Espero que vengan—dijo Natán desde la distancia—adelantamos la fecha aprovechando que están en la ciudad.

—Ah, ¿de verdad?—lo interrumpió Ben—pensé que ella estaba embarazada o algo así.

Betsy miró a Natán con una expresión de sorpresa.

—Era un secreto.—le respondió él.

Ben murmuró algo incomprensible y se guardó el sobre en el saco.

—¿Quién entrará primero?—dijo después. No obtuvo respuesta, así que se levantó—yo lo haré.

Betsy se despidió de los cuatro hermanos y luego de Natán. Él se fue a refugiar a la iglesia nuevamente, no podría estar en la habitación con su padre y tampoco afuera con sus hermanos. Siguió orando en la misma dirección, confiando en que Dios pronto respondería. Si su padre había citado a sus hijos es que realmente sabía lo que estaba a punto de pasar. Si quería hablar con ellos sus últimas palabras, era lógico que inminente iba a suceder.

Todo había cambiado, él ya no se sentía igual, el odio que había guardado por años se estaba transformando de repente, su padre ya no era el mismo y no quería pensar que realmente era posible que sintieran algo el uno por el otro, algo bueno. Sobretodo, debía haber una manera de expresarlo, una manera de darse cuenta de qué sentía y tenía que saberlo antes que fuera demasiado tarde.

Después de media hora, permaneció en la primera banca susurrando con la cabeza hacia abajo.

—Quiero Señor, quiero perdonar.

Sintió de repente una mano sobre la espalda, se puso rígido y no quiso volver a mirar, por un momento quería pensar que era Jesús mismo quien se había presentado para responderle.

—Natán—reconoció la voz y levantó la cabeza para mirar.

Brandon se sentó junto a él desviando la mirada. Natán suspiró esperando atento por lo que fuera a decir.

—No te he felicitado.

Sacó el sobre del saco y lo abrió, leyó detenidamente y volvió a guardarlo.

—¿Así que una semana?

—Pensamos que...

—Sé qué pensaron. Y está bien, mi padre podrá asistir seguramente.

—Brandon, discúlpame.

Su hermano pareció indiferente a sus palabras y guardó silencio un momento.

—Me impresiona, no pareces el mismo Natán que me estrellaba contra el lavabo de la universidad. O el que me dejó inconsciente con un...

—Llevé un curso de taekwondo.

—Eso explica todo. La única actividad física que yo hice fue escalar.

Natán soltó una risa y Brandon lo imitó después.

—También era más alto que tú.

—No lo creo, más ágil sí. Podríamos comprobarlo.

Brandon le pasó un brazo rodeándole el cuello y Natán se soltó rápidamente.

—Tienes razón, soy más ágil.

—Pero yo tenía más suerte con las chicas y terminé casado primero.

—Tal vez—se rio—aunque me casaré de veinticuatro igual que tú. Ser un año mayor no te da ventaja.

Brandon le dio palmadas en la espalda mientras mantenía una sonrisa. Después se puso serio y quedó mirando a Natán fijamente.

—Él quiere verte.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now