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Natán durmió profundamente, desde la tarde hasta la media mañana del día siguiente. Se levantó desubicado, creía que seguía en el hospital sentado en el sillón de siempre. Se suspendió de la cama cuando fue averiguando que estaba en su habitación.

Tenía varias llamadas perdidas de Betsy, así que lo primero que hizo fue marcarle. No le había contado que estaba en su casa ni nada de lo que sucedió en el hospital después de que su padre despertara. Después de hablar con su novia, se puso en contacto con Emma. Ella le pidió que se quedara más tiempo en su casa, si algo sucedía iba a avisar. Natán no sabía que hacer con el tiempo libre, casi estaba acostumbrado a la rutina que mantenía en el hospital y no se sentía cómodo afuera.

Más tarde pensó que sería buena idea salir con Betsy, como ella había querido días atrás, le ayudaría a distraer la mente y además le prepararía una sorpresa. Ella aceptó con gusto.

El día había sido soleado, perfecto para un picnic en el parque, aunque Natán solo le dijo que estuviera con él un par de horas acompañándolo, ella planeo un almuerzo al aire libre.

Tendieron una manta debajo de un frondoso sicomoro, la sombra era bastante amplia y el frescor del día mezclado con los rayos de sol lo hacían perfecto.

Natán se sentó recostado al tronco y Betsy lo hizo frente a él. Hasta entonces habían mantenido el silencio hablando en casos necesarios con monosílabos.

—¿Va todo bien?—ella rompió la calma al observarlo tan perdido en sus pensamientos.

—Sí, está todo bien, aunque no estoy seguro, ya lo sabes, pero por favor, al menos hoy finjamos que solo somos tú y yo, el resto del mundo no importa.

—Bien—respondió con una amplia sonrisa.

Compartieron una pizza y después helado como postre. Lo comieron en silencio mientras apreciaban la naturaleza y los cantos de los pájaros.

—Ya pensé un poco en tu pregunta—volvió a hablar Betsy. Natán recogía la basura para juntarla en un solo lugar.

—¿Cuál pregunta?

—La fecha.

Natán volvió a mirarla expectante en tanto ella parecía darle tiempo de decir algo.

—Entonces.

—Después de año nuevo.

—Es en un mes.

—Sí. Es tiempo suficiente para planear todo.

Natán volvió a recostarse en el tronco del árbol. Betsy se acercó para sentarse junto a él. Natán le tomó la mano y la atrajo para sentarla entre sus piernas, Betsy se dejó llevar hasta chocar su espalda contra su pecho. Natán la abrazó por la cintura y descansó la barbilla en su hombro. Betsy se relajó con su cercanía, al mismo tiempo que sentía como el corazón le palpitaba por él. Natán cerró los ojos al sentirse invadido por una tranquilidad absoluta. Betsy sintió su respiración entrecortada cerca de su oreja.

—¿Estás segura?—susurró en su oído—un mes es poco tiempo.

—Un mes me parece demasiado tiempo.

Natán le dio dos besos seguidos en el pelo.

—No de la fecha, ¿De mí?

—¿Cómo puedes preguntar eso?

Betsy suspiró y acarició sus manos que la rodeaban.

—Soy un desastre Betsy—su voz sonó entrecortada.

—Lo sé.

Ella se removió entre sus brazos para girarse y verlo de frente. Lo rodeó por el cuello y se acercó a su rostro. Lo besó en la mejilla. Dejó que el tiempo fuera relativo e irrelevante. Se miraron a los ojos un largo rato, cualquiera que pudiera verlos no podría negar la química que se movía entre los dos, todo lo que expresaban en una sola mirada, amándose profundamente.

—Tengo una sorpresa—Natán se levantó y la jaló de la mano hacia arriba.

—¿A dónde vamos?

—Ya verás.

Natán se parqueó en la casa de Betsy, ella lo miró confundida, había pensado que pasaría directo o tomaría otra dirección. Salieron del auto al mismo tiempo. Natán caminó hacia la casa de al lado. Betsy lo siguió sin cambiar el gesto.

Subieron las gradas, él antes que ella y se detuvo en la puerta. Metió la mano en el bolsillo del saco, Betsy comenzó a sonreír al ver su rostro alegre de repente, se notaba que ya no pensaba en el hospital ni en nadie más, solo en ella. Sacó la mano y la tendió frente a Betsy con una llave en el centro.

—Es nuestra—sonrió.

—¿Es de la casa? ¿La compraste?

—Hoy hice un buen negocio.

Betsy tomó la llave que le ofrecía y la colocó en la cerradura de la puerta. No podía contener la emoción, ni siquiera podía hablar.

La puerta se abrió hacia adentro permitiendo que la luz del exterior se colara por la mitad de la sala. Betsy lo tomó de la mano y entraron juntos.

—No es una novedad, pero por alguna razón todo me parece nuevo.

—Es porque es nuestra.

—¿Nuestra? Me gusta cómo suena.

Natán la condujo hasta arriba a paso lijero. Había un extenso pasillo con barandal, caminaron alrededor pasando por cada puerta hasta llegar a la del fondo.

—¿Era la tuya?

Natán asintió contento. Abrieron la puerta y descubrieron una extensa habitación.

—Podemos escoger cualquier otra si no te parece.

—¡Es perfecta!—señaló Betsy—además está en frente de...

De repente se dio cuenta de dónde se encontraba realmente. Miró hacia la ventana que lucía un agujero en el medio. Natán la vio casi al mismo tiempo y se acercó sorprendido.

—Guau, ¿Qué paso aquí?

Se asomó por el agujero y después volvió a ver a Betsy.

—En frente está tu habitación.

—No me culpes, ¿Por qué haría algo así?—se detuvo frente a él.

—No iba a culparte, ¿Por qué harías algo así?

—Yo fui—suspiró con desahogo.

—¿Cómo?

—¿Cómo crees?

Natán se puso una mano en la frente con los ojos cerrados. Después recorrió la habitación mirando en cada rincón.

—¿Qué buscas?

—El zapato—la miró serio.

Betsy buscó cerca de la ventana, no había usado tanta fuerza como para que se perdiera en alguna esquina.

—Lo encontré—dijo Natán mostrándolo.

—Gracias a Dios—se acercó Betsy para tomarlo.

Natán lo escondió detrás y la miró de frente con serenidad.

—¿No piensas dármelo?

—Claro que no.

—¿Por qué?

—Yo lo encontré.

Betsy intentó quitárselo y el forceó para detenerla. Natán mantenía las manos hacia atrás escondiendo el zapato mientras Betsy lo rodeaba con ambos brazos.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now