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Natán caminó sereno con toda seguridad de que yéndose se acabaría el asunto. Antes de llegar a la puerta principal Brandon lo detuvo.

—No deberías irte así.

Natán dió la vuelta para mirarlo y mostró una expresión de molestia.

—¿Así cómo?

—Tú no conoces a Ben, de hecho ninguno de nosostros lo conoce lo suficiente. ¿Dónde está tu guardaespaldas?

—¿Ah?

—No deberías andar por ahí sin él, ya sabes, una cosa es que te encuentres en el área segura del hospital y otra es que andes lejos de la ciudad.

—Nadie va a secuestrarme por cien dólares—dijo y se sacó la billetera para mostrársela a su hermano—además, acabo de renunciar a la herencia.

—¿Lo hiciste?—Brandon dio dos pasos hacia él para confrontarlo—¿Por qué?

—No la necesito.

—Sí, pero... mi padre te la dio por una razón.

—Ya conozco esa razón y está bien, puedo aceptar su perdón sin tantos números.

Brandon negó con la cabeza y volvió a mirar hacia atrás para saber si alguien más escuchaba.

—Pudiste hacerlo en otro momento, sé por qué lo digo.

Natán ignoró la advertencia de su hermano e hizo el impulso de irse.

—Nos vemos—señaló la puerta.

—Llama a Henry.

Brandon lo perdió de vista cuando hubo cerrado la puerta tras él. Suspiró preocupado, sabía que Natán no haría caso, así que llamó él mismo a Henry para que lo encontrara.

Betsy se probó los zapatos en el espejo, admiró lo elegante que lucían sus tobillos en los tacones blancos, por un momento pensó que eran muy altos, podría verse muy grande a la par de Natán y no se vería tan bien en las fotos. Llamó para preguntarle, así él le daría la aprobación, al fin de cuentas también era su boda. Aunque habían quedado ir en la tarde para elegir un pastel, no podía esperar hasta ese momento para preguntarle.

Natán no respondió, llamó tres veces seguidas, pero solo salía el buzón. Era muy tarde para que estuviera durmiendo, tal vez estaba conduciendo y no escuchaba la vibración. Al final escogió los mismos zapatos, de todas formas no se notaría tanto debajo del vestido. Esa tarde Andrea volvería del hospital con su hijo, debía volver temprano a la casa para recibirla. Se quedaría con sus padres algunas semanas para que su madre la guiara con el bebé.

Cuando Betsy regresó el auto de Erick ya estaba en el patio, corrió por los escalones a toda prisa y abrió la puerta emocionada. La cara sonriente de Andrea la recibió adentro. Su madre sostenía al bebé en brazos y Erick ayudaba a subir las maletas.

—Bienvenida, desocupé tu habitación en la mañana.

—Gracias—dijo Andrea en voz baja.

—Necesito ayuda con la cuna—dijo Erick dirigiéndose al señor.

—Claro—declaró antes de seguirlo.

Betsy se sentó a la par de Andrea y pasó un brazo alrededor de sus hombros.

—¿Cómo estás?

—Muy feliz como no te imaginas—sonrió más.

—Quisiera decir lo mismo.

Andrea se movió en el sillón para verla de frente.

—Hey, vas a casarte muy pronto con la persona que amas, eso es maravilloso.

—Lo es—asintió—pero no todo es tan fácil.

—Sé que su familia no es la más perfecta, pero estoy segura que esto va a pasar pronto.

Betsy miró hacia otro lado pensando en el señor Ferd.

—Sí, eso es lo peor.

Andrea guardó silencio un momento notando la nostalgia en su rostro.

—Por cierto, ¿Dónde está Natán?

—Nos veremos en dos horas, iremos a elegir un pastel.

El vibrato de su teléfono la distrajo y se esmeró en buscarlo pensando en Natán. Miró el número de Brandon en la pantalla y supuso lo peor acerca del señor Ferd. Deslizó el dedo en la pantalla para contestar y antes que pudiera hablar, él la interrumpió.

—Betsy, ¿Natán está contigo?

—¿Por qué?—se levantó al instante—¿Qué pasó? ¿El señor Ferd está bien?

—Sí, él se encuentra bien. Quiero saber si Natán a llegado por ahí.

—No, ¿Quieres hablar con él?

—Salió de casa esta mañana y llamé a su guardaespaldas para que lo acompañara de regreso, pero no ha podido dar con él. Ya fue a su casa y a todos los lugares posibles, tampoco responde el teléfono.

—¿Por qué has llamado al guardaespaldas? ¿Pasó algo esta mañana?

—No, nada de qué preocuparse, solo quería saber. Si llega por ahí por favor avísame.

—Está bien—dijo con las pulsaciones aceleradas.

Betsy se dirigió hacia la puerta y tomó el abrigo. Salió sin ponérselo y corrió hasta afuera escuchando a su hermana atrás preguntarle a dónde iba. Volvió a llamar a Natán un par de veces, pero no respondió. Pidió un taxi apenas encontró uno y se dirigió a la casa de su prometido.

Al llegar vio el auto afuera que probablemente Henry conducía, vio salir solamente al guardaespaldas y cuando él la vio, se dirigió hasta ella.

—¿Viene contigo?

Betsy negó y caminó hasta estar muy cerca de Henry.

—No está en la casa, no hay pistas de que haya regresado desde que salió está mañana.—Betsy comenzó a sentir un estorbo en el pecho—Brandon me pidió que lo encontrara de camino a la mansión, debí haberlo encontrado en la salida a la carretera.

—¿Dónde pudo haber ido?—dijo Betsy con la voz casi pagada.

—No lo sé, pero si Brandon me llamó tuvo razones.

—¿Razones para qué?

Henry no respondió, sólo le dió una mirada de pesar.

Betsy marcó el contacto de Brandon y este respondió de inmediato.

—¿Ya apareció?

—No—respondió alterada—¿Tú sabes algo? ¿Por qué llamaste al guardaespaldas?

—Betsy...

—Quiero saber, quiero que él esté bien.

—Mi hermano Ben, es un poco loco.

—¿Él hizo algo?

—No le cae bien.

—Natán debería estar en casa ahora, quedamos de vernos por la tarde, ¿Por qué no ha llegado?

—Tranquila—trató de calmarla—debe estar por ahí.

—¿Y Ben?, ¿Qué tanto sería capaz de hacer solo por desprecio?

—No te preocupes por él, si tiene algo que ver lo descubriré ahora mismo.

Betsy cortó la llamada y se dirigió a Henry nuevamente.

—Llévame a la mansión.

Siempre Betsy (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora