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Entraron juntos a la iglesia del hospital, aquel parecía un lugar que transmitía calma y quizá fortaleciera la fe. Curiosamente se encontraron a Brandon sentado en la primera banca, él volvió a mirar al escuchar sus pasos, aunque les hubiera gustado sentarse cerca para mostrarle apoyo prefirieron quedarse atrás y darle espacio.

Betsy hizo una oración tan solo pidiendo que fortaleciera su espíritu y el de su prometido, así como el de toda la familia. Natán oró después, la voz casi no le salía y apenas dijo algunas frases, pidió por misericordia, para él y su padre.

La noche había caído y Natán pensó que Betsy debía volver a su casa, sus padres estarían preocupados. Ella se negó ante la insistencia de Natán para que volviera a casa, él ya no tenía fuerzas y no quiso discutir así que desistió y la dejó quedarse.

Betsy se recostó en un sofá de la cafetería, no pretendía dormir pero al menos descansaría los pies. Natán se quitó el saco y la cobijó con él. Se sentó a su lado y le tomó la mano, ese había sido un acto repetitivo últimamente, aunque le había insistido que se fuera sentía que no podía seguir si ella no estaba con él.

Betsy se levantó para recostarse hacia el otro lado donde estaba sentado Natán, descansó la cabeza sobre sus regazos y el volvió a cobijarla con el saco.

Los cinco hermanos estaban en una mesa a escasos metros. Ben los observaba con recelo mientras todos mantenía el silencio.

—Me asquea tanta ternura—soltó de repente.

Brandon lo miró fulminante y los demás desviaron su atención hacia la pareja.

—Se llama estabilidad. Dudo que conozcas lo que significa—replicó austero.

—¿Me recriminas porque estás casado? Aparte de ser mimadito eres un caso perdido.

—Ya basta—se metió Emma.

—Sentar cabeza nunca le ha hecho daño a nadie, envidiar sí.

Ben soltó una carcajada que casi logró escucharse por toda la sala.

—¿Enviadiarte yo? Por favor, ni en momentos duros te pones serio. Me das lástima, imagínate, despertar con la misma persona por el resto de tu vida, ver como se degrada. Conocerle sus peores, convivir con sus padres. Aburrido, aburrido, muy aburrido.

—Imagínate, despertar con la misma persona por el resto de tu vida, que conozca tus peores y vea cómo te degradas y aún así también esté dispuesta a quedarse por el resto de su vida contigo. Si lees la página al revés no entiendes su contenido.

Ben mostró una expresión de confusión. Los demás hermanos se mostraron atentos como si aquello que acababan de escuchar fuera lo más extraño del mundo.

—Por cierto, llamaré a mi esposa, debe estar preocupada por mí.—concluyó Brandon y se levantó.

Al día siguiente Natán volvió a pedirle a Betsy que se fuera, no podía permitirle quedarse más tiempo.

—No voy a dejarte, ni siquiera lo pienses—objetó.

—Estarán preocupados.

—Iré sólo a cambiarme de ropa y a hablar con mis padres sobre quedarme contigo.

—No tienes que hacerlo.

—Dije que estaría contigo y así será.

Ese día el doctor anunció que el señor Ferd había despertado, pero aun estaban examinando y solo podrían verlo hasta la mañana. Natán se retiró a la iglesia a dar gracias, aunque no de corazón, entendía que Dios tenía un plan. Pensaba hablar con el doctor apenas terminaran los análisis para saber si había algún cambio o desgraciadamente había empeorado.

Los primeros en pasar a la habitación fueron Brandon y Emma, después lo hicieron Grettell y Harry, Ben no quiso entrar en lugar de eso se retiró a su casa. Natán esperó un largo tiempo en la iglesia mientras sus hermanos se turnaban con su padre.

Quería encontrar el valor de entrar, buscar las palabras adecuadas para decir y estar seguro de cómo actuar. No quería ser grosero cuando aquel hombre estaba al borde de la muerte, pero tampoco podía ser hipócrita.

Después de orar y meditar por mucho tiempo se decidió a salir, para asegurarse de no actuar de mala manera pasaría primero por la oficina del doctor a pedirle los resultados.
Abrió la puerta y se dio cuenta que el doctor no estaba solo, de inmediato reconoció la figura de Brandon sentado de espaldas. Brandon se dio la vuelta con una mirada eufórica, los ojos enrojecidos y el rostro apático.

—¿Qué ha pasado?—dijo Natán pensando lo peor sobre su padre.

—El doctor te lo dirá—se levantó de la silla.

—Él ya lo sabe—confesó el doctor.

—¿Lo sabe? ¿Desde cuándo?

Natán bajó la cabeza cuando notó que se acercaba.

—Dejame explicarte...

—Lo sabías y no me lo dijiste. ¿Desde cuándo Natán?

—No es lo que crees...

—Responde—alzó la voz.

—Desde que lo ingresaron, el primer día.

—¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué?

—¡Él me lo pidió!—gritó

—¿Desde cuando haces lo que él te diga? Tal vez Ben no esté tan equivocado sobre ti. No te acerques...

—Brandon.

—No te acerques a mi familia.—le dijo apuntando con un dedo.

Por un momento revivió al Brandon del pasado en la universidad. Natán se apartó para dejarlo salir y no quiso detenerlo.
Natán cerró la puerta para enfrentar al doctor, no se le había olvidado por qué estaba ahí.

—¿Cómo es que se ha enterado?—se sentó.

—El señor Ferd pidió que lo dijiese a todos.

Natán suspiró, ¿Que pretendía ahora su padre? ¿Quería ponerlo en contra de todos?

—¿Ha habido algún cambio?—miró al doctor con un rastro de esperanza.

—Lo siento. El señor Ferd está vivo de milagro, no puedo decir más que eso.

—Significa que...

—No va a mejorar.

—Pero...han pasado más de dos semanas—porfió.

—Por eso es un milagro.

Natán dejó caer los hombres, la resignación pudo más que la añoranza, se le formó un nudo en la garganta, era incómodo, ni siquiera sabía qué significaba. Se levantó de la silla con el rostro gélido y salió de la oficina dando un portazo. Emma lo miró desde el sofá dónde se encontraba con sus hermanos. Brandon no estaba con ellos. Caminó guiado por la mirada comprensiva de su hermana, ella salió a su encuentro. Lo sostuvo para que no cayera.

—Ve a casa—le pidió—ve a descansar, yo lo cuidaré.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now