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Betsy esperó paciente en la sala. Aun faltaban quince minutos para la hora acordada, pero no podía contener la emoción de conocer al fin la familia de Natán. Se puso su vestido rojo y había arreglado su cabello con hondas, hizo lo posible por lucir espectacular. Pintó sus labios de rojo y se aseguró de que el anillo no pasara desapercibido.

De un momento a otro escuchó el sonido de un auto parquearse afuera. Estaba nerviosa y exuberante. Se levantó rápidamente y comenzó a caminar hacia la puerta despacio. Sentía que podía caerse de repente, que los tacones no le ayudarían a mantener el equilibrio. Abrió la puerta y Natán estaba del otro lado, vestido de traje, aunque no por completo de negro, aquella figura tenía el mismo efecto. Ella sonrió y él se sintió como en un sueño.

—Eres tan hermosa—dijo en voz baja.

—Tú...no estás mal—respondió Betsy.

Natán le tendió la mano y ella respondió. Le dió un beso en la palma sintiéndose satisfecho y más enamorado que nunca.
Betsy miró por encima del hombro. Afuera había una limusina y un hombre robusto esperaba de pie a la par.

—¿Qué es esto?—dijo sorpendida llevándose las manos a la cara.

—No le des importancia, solo son formalidades.

Betsy negó con la cabeza.

—¿Bromeas?, No iré—retrocedió manteniendo la expresión de sorpresa.

—Por favor.

Natán la tomó del brazo y la atrajo hacia él, quedaron de frente mirándose a los ojos con una sonrisa tímida.

—Estás preciosa, dale al mundo el regalo de verte. No quiero ser egoísta nunca más, que no sean solo mis ojos los que tengan el placer de contemplarte.

Betsy soltó una carcajada, aunque Natán no lo decía con ánimos de bromear, ella se lo había tomado con humor.

Se tomaron de la mano y bajaron las gradas muy despacio. Henry abrió la puerta y ayudó a Betsy a entrar, Natán dió la vuelta por el otro lado y se sentó a la par.

—¿Te había presentado a Henry?—le dijo él en voz baja.—es mi guardaespaldas y mi chófer privado, también somos amigos.

Betsy sonrió nerviosa atendiendo a sus palabras.

—Hay mucho que no me has dicho.

Henry puso un poco de música jazz mientras avanzaba por la carretera. Betsy estiró la mano hacia Natán y la enlazó con la suya. Estaba abrumada por la nueva vida de su prometido, le asustaba un poco que hubiese cambiado demasiado y ya no quedara rastro de aquel humilde vecino del que se había enamorado. Natán la miró a los ojos, podía notar la tensión en su rostro, lo peor de todo es que él se sentía igual y no sabía cómo controlarse.

—¿Estás bien?—le preguntó ella.

Betsy apretó su mano y suspiró.

—Aun no me acostumbro a esto y tal vez nunca lo haga. Ninguna de estas exentrecidades me las he ganado y no pienso apegarme por eso.

Betsy se giró y le dió un beso en la mejilla.

—Se supone que yo soy la habladora.

Notó que había dejado un poco de labial en su cara e intentó limpiarlo suavemente.

—Déjalo, que sea parte del atuendo.

Ella le colocó dos besos más, dejando tres marcas visibles en la mejilla.
Natán sonrió y le señaló sus labios. Betsy se rió sin intenciones de hacerle caso a su petición.

—Llegaré sin maquillaje—soltó una risa de felicidad.

—Uno más.

—Aun no estamos casados—le señaló el anillo, lo cual hizo que su atención se desviara.

—Te lo has puesto—señaló con cierto brillo en sus ojos.

—Donde debe estar.

—¿Sabes que día es hoy?

—No.

—Nuestro día después de un te amo.

Betsy recostó la cabeza en su hombro dejando escapar un largo suspiro.

—Ya no quiero gastar mi labial.

—¿Qué hay de la excusa de que no estamos casados?

—La arreglaremos pronto.

—Hasta ahora no ha sido ningún impedimento.

—He estado intentando conquistarte.—se echaron a reír.

—¿Y ahora que me has enamorado perdidamente ya no piensas besarme?

—Solo en caso de emergencia.

—Ya basta—soltó Herny adelante—van a hacerme vomitar.

Betsy se quedó seria sorpendida por las palabras de Henry, pero notó que a Natán no parecía molestarle así que se rió sin más.

—No lo escuches—le dijo él—a veces le gusta hacer bromas.

Henry se parqueó frente al hotel. Saltó para abrir la puerta de Betsy mientras Natán salía del otro lado. Betsy admiró la imponente entrada del hotel, era abmirable, se quedó boquiabierta mientras Natán se acercaba.

—¿Qué hay aquí?

—Es una reinauguración, se hicieron reparaciones recientemente, así que va a celebrarse con una fiesta.

La puerta se abrió de forma automática. Natán tomó la mano de Betsy y entraron juntos hasta la recepción. El lugar estaba repleto de gente, personas muy elegantes y con gran estilo. Betsy sonrió alegre, la decoración parecía de ensueño.

Natán avistó a su hermano Brandon conversando con dos hombres más.
Se acercó a saludar, después de mucho tiempo sin verlo se sentía feliz de que estuviera ahí de repente. Caminó con Betsy de la mano hasta los tres hombres que parecían conversar plácidamente.

—Oye, mira quién está aquí.—dijo Brandon abrazando a Natán de medio lado.—Señores, este es mi hermano menor Natán.

—Pensé que tú eras el menor—dijo uno.

Extendieron la mano a Natán con una sonrisa simpática.

—Ella es Betsy—dijo él volviendo a mirarla—mi prometida.

—Te felicito—habló Brandon—yo soy Brandon.

Betsy sonrió halagada observando el increíble parecido entre el hombre y Natán.

—El señor Fischer y el señor Becker—continuó— amigos de la familia.

Natán vio venir a su padre caminando hacia ellos,  el corazón le dio un vuelco por los nervios. El momento había llegado, Betsy conocería toda la verdad, ya no podía esconderla, no podría fingir una expresión alegre ni una sonrisa, debía mostrarle como se sentía realmente.
Betsy sintió que Natán le apretaba con  más fuerza la mano que sostenía. Miró su rostro rígido y como presionaba la mandíbula. Podía percibir en él cierto temor.

Siempre Betsy (Parte 2)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu