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Los días siguieron pasando sin ninguna respuesta favorecedora. El señor Ferd estaba cada vez más ansioso y descargaba todo su estrés en Natán. Le pedía que se fuera, que estaba harto de tenerlo cerca y que intentara controlarlo. Por otro lado Ben atacaba de otras maneras aunque ambas partes parecían estar aliadas para mortificarlo.

—¿Sabes que sería recorfortante?—dijo el señor Ferd una mañana—que tu noviecita estuviera aquí en lugar tuyo, me cae menos peor.

—¿Cree que permitiría que Betsy se quedara cerca de usted?

—A ella parece no importarle. ¿También controlas su vida?

—¿Se va a entrometer en mis asuntos personales?

—Podría ayudar a esa pobre chica a salir de su esclavitud.

—No se ayuda usted mismo y pretende ayudar a alguien más.

El doctor entró de repente y cortó de inmediato con la discusión.

—Natán. Señor Ferd.

—¿Qué sucede?—se levantó Natán.

—Tengo que decir un par de cosas, es importante.

Para entonces Natán se había dado cuenta que el señor había rogado a los doctores no decirle la verdad al resto de sus hijos, comunicárselo a  Natán había sido un error, pero ya estaba hecho, así que lo dejaba estar. Por supuesto, Natán había discutido para que, si los doctores no lo decían, al menos su padre tuviera el coraje de hablar con sus hijos. Emma había regresado y esta vez era Grettell quien se había ido. Aparecían de vez en cuando, a veces Brandon o Ben, y otras veces los tres juntos, se quedaban un par de horas y volvían a la casa.

Natán había pensado más seriamente en lo que Betsy le pidió, un descanso no caería tan mal, pero aun temía que su padre hiciera alguna locura. Las nuevas noticias no parecían muy alentadoras, habían decidido medicar al señor Ferd con calmantes en adelante, de otra forma la enfermedad se volvería insoportable.

De alguna manera, Natán quería que todo se terminara pronto, ya fuera una cura o la muerte, cada vez era más difícil estar cerca de su padre, no podía sentir algo bueno por él, el rencor lo atrapaba y aunque nunca se atrevería a hablar con él del pasado, seguía escrito en el rostro de ambos todo lo que había sucedido.

Se hacía cada día más insoportable, no solo el carácter del señor, también él que sentía que no podía agradar a Dios si estaba cerca de su padre, todo se resumía en discusiones y palabrerías, en ira, en contienda y desacuerdos, nada agradable salía de eso, solo un cúmulo de culpa y más cargas.

Por fin se decidió a darle el visto bueno a las visitas de Betsy, si ella quería acompañarlo la dejaría hacerlo, era su ancla, su único apoyo y quién lo entendía mejor que nadie.

Ella no lo dudó ni un momento, esa misma tarde pasó por el hospital, por suerte Ben no se encontraba, así que pudo pasar directamente hasta la habitación. Cuando entraron se encontraron a Brandon en la habitación, Betsy se alegró mucho, por el contrario, Natán había tratado de evitarlo todo ese tiempo desde que discutió con Ben. Le resultaba confuso, lo que habían hablado entre ellos y el que Brandon haya intentado defenderlo, solo lo hacía sentir más culpa por lo que le ocultaba.

—Que bueno que llegan—se levantó Brandon para saludarlos.

—Señor Ferd—se acercó Betsy—debe estar muy aburrido de estar aquí.

—Por fin alguien lo dice—cofirmó.

Se incorporó de la cama para sentarse. Brandon lo ayudó.

—¿Y por qué no sale al menos a tomar aire?

—Tengo dos guardaespaldas aquí.

Betsy volvió a ver a Natán con una sonrisa.

—Pues somos tres.

—Ya veo.

—Yo podría acompañarlo, sólo avisamos a los doctores.

—Betsy no...—soltó Natán de inmediato.

—Es buena idea—se metió Brandon—estar sólo aquí en la habitación va a enfermarlo más.

Natán miró a su padre rememorando lo que ambos sabían sobre la enfermedad.

—¿Estás segura?—preguntó Natán sabiendo que era él quien necesitaba estarlo.

—Sí, por supuesto, quiero ser de ayuda y si el señor Ferd está de acuerdo lo acompañaré.

—¿Qué dices papá?—lo miró Brandon—parece que alguien vino a rescatarte.

—Todo sea para no quedarme aquí.

Brandon lo ayudó a levantarse. Tenía que llevar la intravenosa que permanecía en su brazo, Betsy la tomó de inmediato.

Natán le puso la mano en el hombro a Betsy y la miró suplicante.

—Estaré bien.—le aclaró.

Salieron los cuatro de la habitación y Betsy se desvió con el señor Ferd camino al ascensor. Natán y Brandon se quedaron en un sofá de la cafetería.

—Quiero hablar contigo.

Natán se puso nervioso, Brandon parecía hablar seriamente.

—¿Sobre qué?

—De todo un poco. Sé que tal vez estás algo cansado...

—No te preocupes por mí.

—Todo esto de estar con mi padre todo el tiempo, te lo agradezco, pero Natán, no lo entiendo.

—Solo quiero que se mejore.

—Pensé que no le tenías ningún afecto.

—Eso no quiere decir que le desee lo peor. Tiene familia, todavía le quedan años.

—No es eso, sé que hay algo.

—¿Qué?—Natán tragó saliva, la tensión lo invadía.

—¿Es por mi madre?

—¿Tu...madre?

Natán recordó la conversación de Ben y Brandon, ¿Acaso se refería a eso?

—Sé que hace mucho tiempo, es pasado y no vale la pena hablar de eso, pero...tal vez logras soportar a mi padre solo por ella.

—Es posible—se detuvo a pensar.

—No tienes que hacerlo Natán, ella ya no está, mi padre estará bien. Ve a descansar, sal con tu... novia, si no vas a terminar enfermo también.

—Lo tendré en cuenta.

Betsy y el señor se sentaron en una terraza del primer piso. Ella pidió un café y él solo un vaso de agua.

—¿Lo sabes verdad?—dijo el señor después de un largo silencio.

Betsy no sabía que responder, de hecho no sabía a qué se refería exactamente.

—Él te lo dijo.

—Señor Ferd, disfrute del aire, no ha hecho tanto frío estos días.

El señor miró hacia afuera, el viento soplaba sutil, se veía arrebolear las ramas de algunos árboles.

—Ya han pasado dos semanas.

—Dijeron tres meses—se adelantó Betsy—muchas cosas pasan en un corto tiempo, cosas grandiosas han pasado en solo tres días.

—¿Cómo qué?

—Un muerto volvió a la vida.

Siempre Betsy (Parte 2)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang