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Después de algunos minutos a Betsy le había dado tiempo de recorrer toda la casa y conocer casi todas las habitaciones, aunque no podía permitirse emocionarse demasiado.

Emma la había acompañado en todo el recorrido y al final se había retirado dejándola en un balcón.
Sintió el teléfono vibrar en el bolsillo del abrigo y respondió lo más rápido posible.

—Lo encontramos—dijo Brandon del otro lado.

Betsy suspiró profundo aliviada y dio gracias a Dios imnumerables veces.

—¿Dónde estaba?

—Vino al aeropuerto a recoger a su madre, creo que viene para la boda.

—Ah, claro, seguro olvidó mencionarlo.

—Quería que fuera una sorpresa para ti, pero al parecer la arruinamos, además hemos asustado a su madre con tantos guardaespaldas y autos de policías.

—¿Puedo hablar con él?

—Espera.

Betsy esperó un momento, de repente se sentía más liviana, y quería gritar desde la altura donde se encontraba.

—Hola preciosa—escuchó la voz de Natán en el teléfono.

—No vuelvas a hacer eso.

—¿No te gustan las sorpresas?

—No me gusta pensar en la posibilidad de perderte, si así duele pensarlo no me imagino si algo te pasara de verdad.

—Estaré contigo pronto. Te amo.

—Te amo. Por favor, por mí mantente a salvo.

—Lo haré.

Betsy corrió a toda prisa por el pasillo, no cabía de la emoción, pronto llegaría Natán con su madre y podría conocerla finalmente. Antes de doblar hacia las escaleras, una extraña sombra la detuvo. Sintió que la jalaron fuerte por detrás y quedó atrapada entre la pared y un cuerpo. Vio los ojos de Ben cerca de su cara, él le sostenía las manos hacia atrás.

—Una tontería pensar que puedo dañar a tu novio.—Betsy sintió el aliento tibio sobre la cara—pero si quisiera hacerle daño realmente no lo tocaría a él.

—Sueltame—apenas pudo hablar.

Ben se acercó a su cuello y le rosó el cabello con la nariz.

—Una lástima. Imagínate que llegue y no te encuentre—Betsy se removía para soltarse—¿Qué crees que me hará? Es un tonto cristiano, se pondrá de rodillas a balbucear estupideces—se rio—mientras tú y yo...

—No lo harías.

—No hoy—la soltó y se alejó unos centímetros mirándola a los ojos—me prohibieron salir.

Dio la vuelta y se fue por el pasillo soltando una carcajada.
Betsy intentó calmarse, pero de repente sintió un calor en los ojos, contuvo las lágrimas con mucho esfuerzo. Caminó escaleras abajo con la esperanza de que llegaran pronto. Abajo estaba el señor Ferd, pero parecía distraído e ignoraba lo que había pasado arriba.

Más tarde, finalmente se escuchó la llegada de los autos, cuatro en total. Betsy salió a toda prisa hasta la entrada y bajó los escalones. No sabía en cuál venía Natán y su madre, así que tuvo que esperar hasta que todos salieran. Apenas lo vio abrir la puerta corrió hasta él. Él le sonrió cuando la vio venir. Betsy lo abrazó muy fuerte, tanto que pensó que iba a estrangularlo.

—Debería desaparecer más seguido—le susurró Natán al oído.

Betsy lo soltó y colocó las manos en sus mejillas.

—No digas eso.

Él le dio un beso en la frente y se apartó para buscar a su madre. Betsy vio a una señora, más joven de lo que esperaba, delgada y morena como Natán, indudablemente era su madre.

—Ella es mi madre—dijo Natán tomando la mano de la señora.—y ella es Betsy, mi prometida.

Betsy abrazó a la señora sin dudarlo, ella se sorprendió por el gesto, aunque Natán le había advertido de la excesiva confianza de Betsy.

—Es un gusto señora—dijo cuando se separó de ella.

—Dime Lidia—sonrió ella—el gusto es mío, Natán me ha hablado mucho de ti. Estoy feliz de conocerte finalmente.

—Deberíamos ir a casa—dijo Natán —no sería buena idea quedarnos aquí.

Betsy recordó lo que había pasado recientemente con Ben y además de la historia de Natán y su madre, tal vez ella no sería tan bien recibida.

Betsy agradeció a Brandon y entró para despedirse del señor Ferd, después salió para irse con Natán y su madre. Dejó que ella se fuera adelante con su hijo y ella se sentó atrás.

No podía de dejar de pensar en las palabras de Ben, eran una clara amenaza, se preguntaba si debía decirle a Natán, quizá era lo mejor, pero al mismo tiempo temía que él perdiera la calma y se arruinara el momento con su madre.

Llegaron a la casa de Natán cuando empezaba a anochecer. Ayudaron a su madre a acomodarse en una habitación y la dejaron quedarse descansando. Betsy y Natán bajaron hasta la sala en silencio, ella aún estaba tensa por lo de Ben, y Natán temía que su comportamiento se debiera a su desaparición de la mañana. Temía decir algo y preocuparla más. Ella no quería decir nada.

—Tal vez deba ir a casa—dijo finalmente—quédate con tu madre.

—Puedo llevarte, me preocuparía si te vas sola.

—Estaré bien—sonrió.

Natán notó la tensión en su sonrisa y la observó un momento mirando como cambiaba rápidamente su expresión.

—Lo siento—dijo deteniéndose en la puerta—debí decirte a dónde iba.

—Está bien, no te disculpes.

—Preocupé a todos sin motivo.

Betsy bajó la mirada, sentía que no podía soportarlo más. Natán le tomó la barbilla y la giró para que lo viera, sus ojos estabas cristalizados.

Ella lo abrazó y soltó un sollozo.

—Promete que todo estará bien.

—Lo prometo—dijo acariciando su espalda—dos días más.

—Dos días más—repitió bajito.

—Podremos irnos lejos de aquí, a algún lugar, lejos de todo y de todos, sólo tú y yo. Vamos a olvidar que existe alguien más, serás mía y yo seré tuyo.

Betsy se soltó del abrazo y puso su frente contra la suya.

—Solo tuya.

—¿Quieres playa o montaña?

Ella sonrió alegre.

—Playa.

—Para el desayuno habrá tostadas y café, yo lo haré para ti.

—¿Qué haré yo?

—Sonreír y hacerme feliz así.

Siempre Betsy (Parte 2)Where stories live. Discover now