Capítulo 8 parte B

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Corroborada la noticia, fue una puñalada a su corazón que sangraba por dentro, pidiendo él nuevamente que su agonía no fuera lenta y que de una vez cayera muerto para así no sufrir al pensarla amando y siendo de otro.

Su aspecto fatal espantó a su vecino que se le acercó para preguntarle:

¿Estás bien, joven amigo?

Terry lo miró a los ojos; y debido al nudo en su garganta, negó con la cabeza. Y porque lágrimas se asomaron, le ofrecieron:

¿Quieres un trago? El alcohol te ayuda a olvidar hasta la más dura y triste pena.

Lo sé — pudo pronunciar el castaño, el cual se puso de pie diciendo: — pero ésta vez, no voy a caer en lo mismo.

Duele, ¿verdad?

Como no tiene idea.

¿Puedo hacer algo por ti?

¿Sabe cómo se vive estando lo que más se ama con alguien más?

Pidiendo su felicidad para que esa, sea retribuida a ti. Eres joven; y es cierto, no encontrarás un amor igual, pero date oportunidades y quizá...

Terry lo miró de nuevo y sonrió apreciando el consejo:

Gracias. ¿Lo ofenderé si...? —, de su pantalón sacó billetes que extendió.

¿Te sorprenderá si te digo que no me hace falta?

Por alguna razón, ese hombre hizo recordar a otro vagabundo conocido.

Bueno eso es a mí, pero sí ayudará a otros —, se aceptó la dádiva que efectivamente pasaría a otras manos.

Con su sentimiento controlado, Terry se despidió emprendiendo sus pasos al lugar que lo transformaba en lo que quisiera ser.

Por ser día de su boda, la presentación se había cancelado. Por ende, solo estaría en el teatro, encerrado en su camerino y fumando hasta sentirse mareado.

Sin embargo, no lo estaba; dos mujeres más ocupaban el inmueble: Karen la actriz que no fue invitada de Susana, y la mujer encargada del vestuario que hacía de noche su trabajo.

Acostado sobre su diván y enfocada su mirada en el techo, el actor estaba.

De pronto, un grito se escuchó, y en la puerta de su camerino alguien golpeó arañándola después y alargándose un quejido de dolor.

El ruido consiguió que el castaño se levantará rápidamente encontrándose al pie de la puerta:

¡Señora ¿está bien?!

P-por favor, ayuda...me.

Una mano le extendió y la otra estaba sujetándose un abultado vientre.

A la petición, el castaño no se negó; y con cuidado, la puso de pie mirando rápidamente hacia los lados, esperanzado de que alguien más estuviera con ellos y atendieran a esa mujer que al parecer estaba en labor de parto.

La... señorita Karen, está en... la oficina del director.

Entonces, a usted la llevaré adentro —; su camerino era lo más cerca, — e iré por ella.

Pero al tratar de tomarla en sus brazos, una contracción se hizo presente y el grito más desgarrador.

Entre espantado y no saber qué hacer, Terry la cargó yendo a colocarla en el diván que anteriormente había ocupado.

PRISA POR OLVIDARWhere stories live. Discover now