Sosteniéndose de las manos, padre e hija llegaron a una entrada.
Allí, un dorso se besó antes de ser liberado.
Consiguientemente de verla ingresar a la mansión, Terry se propuso a abordar su auto para marcharse de ahí, habiendo sido seguido por una verde esmeralda mirada que era imposible de describir debido a los confundidos sentimientos que por dentro le peleaban, y que ignorados dejarían de ser por la llegada de Alistar quien a caballo montaba.
— ¿Adónde vas? — se le preguntó.
— A dar una vuelta por las afueras de Lakewood. ¿Quieres que te lleve a casa?
— ¿Por qué mejor no te acompaño? Hace tanto tiempo que no monto a caballo que...
— ¿Vestida así lo harás? — el joven la señaló.
— ¿Qué tiene de malo?
La intrépida Candy respondió sonriente, haciendo sorprender al jovencito que diría:
— Por mí no hay problema, sino lo tienes tú.
Alistar pretendió descender, impidiéndosele;
— No, sólo dame tu mano y...
... un pie se subió al estribo, y con agilidad, la rubia ocupó su lugar frente a su sobrino, el cual sujetó con fuerza las riendas y arrió al animal para emprender su camino, siendo una hora la que disfrutaran del paseo, porque Candy a lado de Albert debía regresar.
. . .
El calor de ese día hubo sido tremendo. Y George, quien procuraba estar la mayor parte del día pendiente de él, ya lo había aseado al estarle refrescando el cuerpo con húmedos paños. Actividad que Candy tampoco podía hacer.
— Gracias, George — apreció el rubio.
El moreno sonrió sugiriéndole a Albert:
— Mañana intentaré sacarte de aquí. El aire fresco y el sol te caerán muy bien.
— Sí, como tú digas.
— ¿Qué pasa, William?
Su cansada voz volvió a oírse al preguntar:
— ¿Has visto a Candy?
— Esporádicamente. Ha estado bastante ocupada con las muchachitas.
— ¿Sabes si Terry se presentó en la mansión?
— Sí, lo hizo.
— ¡Qué bien! Aunque, estaría mejor que estuviera entre nosotros. No quiero que sean sorprendidos por Neil.
— No lo estaremos. Ya hemos puesto suficiente vigilancia.
— Procura que la mansión esté más, para evitarle problemas a Candy.
— No te preocupes. Todo está completamente vigilado.
Albert sonrió de la eficacia del secretario al que se le diría:
— Cuando todo el peligro haya pasado, voy a pedirte un favor.
— ¿De qué se trata?
— Después te lo diré, ahora... quiero dormir.
— ¿No lo has hecho lo suficiente? — George observó con preocupación.
— Es lo único que puedo hacer estando así.
Enseguida de arrojar un profundo suspiro, Albert cerró los ojos, e increíblemente sonrió con dos propósitos, uno para demostrarle a Johnson que estaba bien, y dos...
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PRISA POR OLVIDAR
قصص الهواةTodo indicaba que todo había acabado. Por consiguiente, ella se dedicó a sanar el corazón y a darse la oportunidad de vivir una nueva ilusión. Sin embargo, la maldad no le permitiría ser feliz del todo. * * * * * * * * * Historia primera vez escrita...