Capítulo 16 parte B

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Con el sonido de la detonación, la serenidad conocida en Albert se convirtió en desesperación por demandar fuertemente lo que había sucedido.

George intentaba calmarlo, ya que en la sala el llanto de Candy era desgarrador, uniéndosele a su pena Annie, quien a pesar del susto, valiente, de su habitación hubo salido para enterarse qué pasaba.

El joven Cornwell, al ver aparecer a su madre, se acercó a ella para consolarla, en lo que la rubia, hincada, lloraba sobre el pecho de la suya, de la que le había criado, educado y dado todo su amor.

Terrence yacía de pie cerca de Candy; y su mano la hubo estirado para colocarla en su hombro y transmitirle así su apoyo y consolación.

Al sentirlo, la rubia se despegó del ser amado y perdido para abrazarse de las piernas de él que como todos la oirían decir:

— ¡Ella no debió morir! ¡Debí haber muerto yo!

— ¡No digas eso!

Terry rápidamente se inclinó para tomarle de los brazos, ponerla de pie y abrazarle.

— ¡¿Por qué no?! ¡Si de sólo desgracias está conformada mi vida! ¡Todo lo que amo, poco a poco me ha sido arrebatado! ¡Y yo he tenido la culpa de la muerte de ella!

Candy, entristecida y llorosa giró a mirarle:

— ¡De mi madre! ¡Del ser que...!

Con odio, la rubia gritaría hacia una puerta de salida:

— ¡Maldito seas, Neil Regan! ¡Mil veces maldito seas por todo el daño que me has causado! ¡Y si es que todavía me escuchas, deseo que te pudras en la cárcel, porque si vuelves a salir de ahí y te presentas a mí, te juro que seré yo quien te mate! ¡Te lo juro!

. . .

En la mansión todo seguía siendo música, risas y entretenimiento, habiendo hecho Patty un gran trabajo en Blanch para que bajara a la fiesta que todas estaban organizando.

Archibald, por su parte, luego de hablar con Terry y verlo partir con su hijo Alistar, se hubo encerrado en la oficina, y ahí lo encontraría un mensajero para ser enterado de la desafortunada noticia que embargada a la Familia White.

Al no contar con la presencia de la directora, la cual de repente de luto su vida se había pintado, pensar qué hacer ahora era su trabajo.

¿Cancelar o dejar que las muchachitas continuaran con su festividad?

Bueno, primero que todo a Patty debía informar de lo sucedido; por lo tanto, despachado el trabajador, Cornwell salió al hall que gran avance decorativo se veía y a las señoritas felizmente divertidas, mismo entusiasmo que se notaba en la amiga O'Brien quien su presencia en un lugar muy apartado se requería.

Por supuesto, el llanto se hizo rápidamente de ella la cual preguntaba:

— ¿Qué haremos?

— ¿Crees que comprendan el triste momento?

— Algunas quizá. Otras no tanto.

— Entonces, en lo que no estamos seguros, ¿puedes seguir quedándote con ellas en lo que voy a preguntar qué hacemos?

— Sí; pero por favor, no te tardes. Quisiera ir con Candy y Annie también.

— Sí, claro.

. . .

Por medio de George, Albert ya había sido notificado del fallecimiento de la buena Pony.

PRISA POR OLVIDARWhere stories live. Discover now