Capítulo 18 parte A

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Sin la necesidad de sábanas, porque sus cuerpos eran suficientes para cubrirse el uno con el otro, la extasiada pareja descansaba abrazada.

Yaciendo de frente, sus ojos se mantenían cerrados, pero sus mentes arduamente trabajaban al estar pensando, ella: en una añorada ilusión que pronto podía hacérsele realidad; él...

— ¿Te gustaría venir conmigo a Nueva York?

La abrupta petición la hizo abrir los ojos y preguntar miedosamente:

— ¿Para qué?

— ¿Para que no viaje solo?

— Me encantaría, pero debo terminar el curso antes de lo que tú y yo decidamos hacer.

La turbación de regresar a la ciudad que también a él le producía tristes recuerdos, la entendió; así que, Terry acomodándole un rizado cairel le planteaba:

— ¿California te parece bien para vivir?

— Me imagino que sí —. Sin embargo: — ¿Tienes pensado llevarte a Blanch como se lo planteaste?

— ¿Te molestaría? — se inquirió notándose cierto aire celosito.

— Todavía no sabes cómo va a reaccionar cuando le cuentes lo nuestro.

— ¿Piensas que se opondrá?

— Tú eres su padre. Debes conocerla mejor que yo.

— No es tan mala como aparenta serlo.

El surgimiento de una nueva defensa hacia la joven, consiguió que Candy lo mirara y le dijera con indiferencia:

— Si tú lo dices.

— ¿Es que acaso estás celosa?

Un sí podría hacerlo también feliz.

— Ella lo está de lo que se te acerca.

— Que yo sepa, no lo ha estado de sus compañeras.

¡Y vaya que éstas eran tamañas atrevidas!

— ¿Pero qué tal de mí? ¿O qué fue todo eso de la mañana al salir a preguntarte del disfraz de Romeo y Julieta? ¿cómo supo que estábamos juntos?

— No lo sé.

— ¡Vamos, Terrence!

Candy se mostró molesta; y empezaría a pelear por zafarse de sus brazos conforme lo reprendía:

— No digas "no lo sé" cuando lo sabes muy bien. Está celosa, y mayormente después de que le contaste lo que yo represento para ti. ¿Acaso no sonó rencorosa al sugerirte olvidarme como yo lo hice por haberme casado con otro, no siendo tú el amor de mi vida y siendo ella la salvación para la tuya que le dio otro sentido y significado?

— Sí —, tranquilo, Terry la liberó del abrazo en que la tenía para aseverarle: — estás celosa.

— ¡Por supuesto! — Candy ya estaba sentada sobre la cama cuando lo aceptó, porque: — ¡No soporto que puedas quererla más que a mí!

— Yo no he dicho eso.

El actor se llevó las manos detrás de la nuca; y desde ahí recibió la esquinada mirada furiosa de la rubia que recalcaba:

— Se lo dijiste. ¡Yo te oí!

Aguantándose las ganas de reír, él hacía la aclaración:

— Pero nunca profesé un cariño igual al tuyo, sino uno de padre a hija.

— ¡Ella no lo es!

Algo desconocido en la rubia se había apoderado de ella y Terry se preocupó enderezándose para afirmarle:

— Legalmente sí.

— Entonces... déjala con su madre; con Karen. Y tú y yo...

— Escucha... —, él la tomó por el rostro para hacerla mirarlo y calmarla. — Sé que preguntar por la Candy que siempre pensaba en los demás antes que a sí misma sería inútil, porque han pasado muchos años y obviamente has cambiado, pero te prometo que Blanch no va a hacer problema entre nosotros.

— ¿Y si sí? Ella ¡te ama! — Candy se lo recalcó. — Y no es la primera vez que así lo ha declarado.

— Pero tampoco puedo repudiarla, Candy.

— Yo no te estoy pidiendo que lo hagas, simplemente...

— ¿Por qué no le das la oportunidad y conócela aprovechando que la tienes cerca?

— ¿Quieres que sea yo quien le hable de lo nuestro?

— No, por supuesto, porque lo correcto es que lo haga yo. Pero sería después de regresar de Nueva York.

— ¿Cuándo tienes pensado irte? — Candy indagó. Y Terry...

— Si no tienes planes de acompañar a Pony hasta tu hogar... mañana mismo.

Ella hubo dicho que no precisamente para no descuidar el curso, pero principalmente a las sesenta señoritas que tenía a su cargo; sin embargo, decía sorprendida:

— ¡¿Tan pronto?!

Candy se giró para quedar sus cuerpos frente a frente.

— Pero tan pronto quede liberado de compromisos, volveré.

— Voy a extrañarte — ella se abrazó de él.

— Y yo — él correspondió a su afecto. — Sin embargo, es necesario para que tú y yo...

— No podremos casarnos inmediatamente — por lo reciente de su divorcio.

— Ni tampoco podré darte una boda como te mereces — al seguir vivas sus ex parejas.

Pero, al haber ninguno de los dos consumido sus matrimonios existía la posibilidad de que sí, por consiguiente:

— No, esa descartémosla. El día que me vestí de blanco mi vestido se tornó de rojo y...

Para interrumpirla, Terry raudamente buscó su boca para besársela y evitar que evocara el lamentable accidente de su pasado, porque en su presente estaba él que preguntaba:

— ¿Te quedarás conmigo hasta mañana?

Las excusas de irse a casa ya no las había; entonces, ella diría:

— Si tú quieres.

— Quiero; para hacer de esta noche la primera de muchas que amaneceremos juntos.

Candy sonrió, porque la idea no sonaba para nada mal. Además, por la manera en como comenzó a besarla y acariciarla supuso que dormir sería lo último que harían no importándoles el desvelo que a otros pondrían, entre ellos...

PRISA POR OLVIDARWhere stories live. Discover now