Aprensiva, la chica se hubo arrojado a los brazos de su padre para continuar diciéndole:
— ¡¿Te imaginas si algo malo te sucede?! ¡¿qué va a ser de mí, papá?!
Correspondiendo a su abrazo, el actor diría:
— Vamos, hija, no seas chiquilla. Nada malo me sucederá.
— Tienes razón, porque yo te detendré — más se aferró a él. — No te dejaré ir así ella sea el amor de tu vida, ya que tú eres el de la mía.
— ¡Blanch, no insistas en decir esas tonterías! — Terry la reprendió.
— ¡¿Te parece que lo son?!
Enojada, la jovencita se separó para gritarle:
— ¡Eres mi padre! ¡Mío! ¡A MÍ me pusieron en tu camino para salvarte y amarte como nadie, ni mucho menos ella, lo hará! ¡¿O alguna vez te lo dijo?! ¡No! ¡Nunca! ¡Ni nunca te lo dirá, porque se olvidó de ti para confesarle a otro hombre su grande amor!
Archibald ya los había visto llegar; y poco a poco hubo ido acercándose tratando de agudizar el oído y escuchar lo que parecía una acalorada conversación.
Sin embargo, Cornwell ya no pudo oír más al ver a Blanch correr hacia escaleras arriba, aquellas que la llevarían ¿a su habitación?
Patty que junto a otras la vieron pasar, corroboraría que ahí estuviera al ir detrás de ella para preguntarle qué pasaba; algo parecido Archie se atrevería a saber de Terry cuando estuvo a su lado:
— ¿Está todo bien?
No, pero el actor hizo un sí con la cabeza e informaría:
— Ya apareció Neil.
— ¡¿Dónde?!
— Llegó hasta la cocina.
— ¡¿Lo atraparon?!
— No.
— ¡Demonios! ¿Y Candy?
— Se fue a casa.
— ¡¿Sola?!
— Varios hombres la escoltaron.
— ¿Lo vio?
— No, sólo la empleada. Pero deducen que tomó la dirección ¿hacia dónde vivía?
— ¡Es verdad! ¡Su casa!
— ¿Está muy lejos de aquí?
— No, pero... no estás pensando en ir, ¿verdad?
— Candy ya está con Albert. A Neil de algún hay qué atraparlo para saber ¿por qué no dio la cara en cuanto llegó? ¿qué quiere o qué pretende al estarse escondiendo?
— Alardear como siempre lo ha hecho.
— No; quiere infundirles más miedo.
— ¡Pues yo no se lo tengo!
Archibald se comportó altanero, diciendo Terry primero burlón y luego molesto:
— Bien por ti; porque es una verdadera pena que en el rostro de Candy sí se vea el terror que le tiene.
Pero no sólo en la cara se le notaba; también en el cuerpo que le temblaba como gelatina y la fría sudoración en las manos que se estrujaba conforme iba de camino a casa, impidiéndole el castañetear de dientes expresar un simple "gracias" a los hombres que le hubieron llevado hasta allá.
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PRISA POR OLVIDAR
FanficTodo indicaba que todo había acabado. Por consiguiente, ella se dedicó a sanar el corazón y a darse la oportunidad de vivir una nueva ilusión. Sin embargo, la maldad no le permitiría ser feliz del todo. * * * * * * * * * Historia primera vez escrita...