1. La rata de mi ex.

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Nota: Esta historia se está editando, es probable que de igual manera encuentres un mínimos de errores de puntuación, pido disculpas y espero tu compresión.


Hola, bienvenidos, tomen asiento el plato principal es un chisme y de postre un...
¿Un chico atractivo?

2:45 de la madrugada y ahí me encontraba otra vez, en mi habitación llorando como una idiota y con el alma hecha pedazos.

Quizá deba acostumbrarme a terminar así...

Primera pregunta: ¿Lloraba por amor?
Respuesta: Pues sí.

Lo sé, patético. Sin embargo, ustedes también han llorado por ese estupido sentimiento alguna vez, no se hagan ni intenten negarlo. Ya saben, hablo de esa sensación de saber que nada está funcionando pero aún así quedarte por... no lo sé. ¿Comodidad? Tal vez.

El punto es que a pesar de saber que todo está jodido en esa "relación" y que esa persona es una porquería te sigue doliendo y lloras como si se hubiera muerto un perrito en alguna película, a esto de llorar por relaciones malas yo lo llamo ser imbécil pero mi mamá le dice "adolescencia"

En fin, cada quién ¿no?

Ah, por cierto, tiendo a tomar muchas malas decisiones, así que, esto en general, será una gran recopilación de cagadas.

Eso es un spoiler.

Mis pisadas resonaron suavemente cuando baje la escalera vistiendo unos vaqueros, la camiseta oficial del instituto y mi mochila tipo Bella Swan al hombro, mientras decía:

—Buen día mamá.

Mamá es bastante parecida a mí en lo que a cabello y contextura física y altura concierne: cabello castaño, largo y ondulado. No somos delgadas, al contrario estamos algo llenitas, solo que mi mamá tiene sus buenas curvas, yo... no tanto.

No es que me sienta mal con mi cuerpo, al contrario me gusta como me veo y estoy conforme con lo que tengo por delante y por detrás. No tengo súper nalgas ni súper tetas pero a mi me gusta y me parece suficiente y perfecto.

Casi lo olvido, ni mi madre ni yo somos tan altas. Medimos lo mismo un metro sesenta y cuarto.

La voz de mi padre descendió desde la escalera, bien de mi padre saqué los ojos, ambos tenemos ojos verdes, casi un tono fantasía, muy hermoso.

—Buenos días Madi —mamá asomó la cabeza desde la cocina, pase hasta la mesa del comedor y entonces ella levantó la voz—: ¡Gordo, apresúrate ya está el desayuno!

Ok, dos cosas; Uno: me llamo Madison pero mamá y papá me dicen "Madi" y dos: mamá suele decirle "Gordo" a papá es como un apodo tierno para él.

Papá bajó la escalera acomodando su saco, su atención reparó primero en mí —¡Buen dia Madi!

—Buen día pa.

Mi padre se acercó a mamá para darle un beso en los labios y decirle en un tono más bajo y casi que derramando miel por baba —Buenos días, gordi.

Ambos sonrieron como dos adolescentes de primer año que acaban de rozarle la mano a su crush. Era tierno y un poco empalagoso pero no me quejaba, al menos a alguien en esta casa debe irle bien en el amor.

—Toma asiento gordi, yo llevaré el desayuno.

—Gordo te mancharás la ropa.

—Gordi, tu lo preparaste todo así que yo lo llevaré a la mesa o me pondré a lavar los trastes, elige...

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora