2. Los mafiosos de OriginalProf.

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Les presento a los chicos intelectuales de OriginalProf, chicos que parecen liderar algún tipo de mafia adolescente.

Empecé a buscar a Harold por todas partes, tampoco lo encontré, estaba empezando a frustrarme. Ok, momento de confesión. Quiero saber quien es el chico de la biblioteca solo por chisme, lo juro.

¡Jamás lo había visto! Y eso que soy amiga del capitán del equipo de tenis del instituto, Clay. Y mi mejor amigo es uno de los estudiantes con mejor promedio del país y además es guapo así que si hay algún chisme aunque sea mínimo siempre me llevo las primicias.

Solo quedaba un último lugar donde sin duda alguna debía estar Harold. El patio institucional. El problema es que... Solo los "cerebritos" pueden ir a ese lugar.

El patio no tiene nada especial, lo "especial" es lo que hacen los mejores alumnos del instituto en ese lugar. Y no, no hablo de secuestrar a los malos estudiantes para enseñarles el binomio cuadrado a la fuerza utilizando como método de tortura una fotografía de baldor.

Esos chicos jugaban ajedrez.

Suena inocente, pero créanme, no lo es.

En el instituto OriginalProf las cosas son un poco... raras cuando se trata de los chicos intelectuales.

Tienen más permisos, tienen más poder, más control. Es como si fueran dueños de este sitio, como si de alguna forma esos chicos fueran el pilar más importante de este lugar.

Como si lo mantuvieran en pie.

A la distancia pude divisar el patio, sobre el césped verde descansaban mesas y sillas. Habían carpas negras que cubrían a los chicos del sol, eran alrededor de once, chicos y chicas. En cada mesa había dos estudiantes, frente a frente con el tablero de ajedrez en medio y cada uno con una laptop a su diestra. Tecleaban y jugaban a la vez.

No, no hacían tarea mientras jugaban.

Estaban apostando dinero.

—¿Madi?

El alma se me salió del cuerpo por milésimas de segundo, me giré de golpe y tenía delante de mí a Clay, su cabello rubio se veía casi blanco con el sol, sus ojos verdes me escudriñaban de forma acusadora.

—Casi me matas.

—¿No deberías estar en clase?

Me crucé de brazos —¿Tú no deberías estar entrenando?

Él sonrió y sus mejillas se pusieron rojas, vestía un uniforme deportivo blanco con detalles verde bosque, y en el lado derecho del pecho tenía el nombre del instituto, tal como en mi camiseta.

Clay suspiro —Debería, es cierto. Pero el entrenador me encargó explicarle a un nuevo integrante del equipo como funciona todo en la cancha —levantó la mano y fue cuando vi la raqueta de tenis.

—¿Nuevo integrante del equipo?

—Sí, un tal Ryan, Tayron. No estoy seguro.

—¿Es un nuevo estudiante?

—No, lleva años aquí solo que ahora quiere formar parte del equipo, vi el entrenamiento de admisión, el entrenador dice que es bueno solo falta... pulirlo. Así que quién mejor que yo.

Sonreí —Buen punto, oye por cierto... ¿Sabes como se llama el chico nuevo?

Frunció el ceño —¿Chico nuevo?

—Sí, es alto, esbelto, de cabello negro, tiene un tatuaje en el brazo izquierdo... ¿No?

Clay lo meditó un instante —No, no me suena. Ni siquiera sabía que había un nuevo alumno... Un segundo, estás buscando a Harold por eso ¿cierto?

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora