4. Solo finge ser mi novio falso.

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Empieza el juego.

Estoy en casa, en mi habitación, sentada en mi escritorio, con el sobre de papel frente a mi.

Me daba demasiada curiosidad ¿Por qué era tan importante? ¿Qué contenía? ¿Qué era tan importante como para hacer que Eliot fuera a buscarme y exigir que se lo devolviera? ¿Qué lo hacía tan valioso para que él estuviera dispuesto a hacer y pagar lo que sea por obtener de nuevo el sobre?

No tenía nada en el exterior, era un sobre en blanco, estaba sellado así que si lo abría no podría volver a cerrarlo.

Mi teléfono vibró sobre la madera del escritorio blanco, era un mensaje de Harold... Quedamos de ir juntos a la plaza un rato, él estaba por llegar a buscarme así que guardé bien la carta y me arreglé.

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—No lo sé, pero ten cuidado con él. Si se comportó así de histérico por esa carta debes cuidarte. No me da buena espina esa impulsividad...

—Por eso me quedé pensando. Esa carta debe ser muy importante para que reaccionara así —le di una mordida a mi hotdog—. ¿Qué hace a una carta tan importante?

El castaño se encogió de hombros y en tono confidencial dijo: —Quizá le roba información al gobierno para venderla a Francia.

Lo miré seria —Habló en serio, Harold.

—Vamos, ríete un poco. Y respondiéndo a tu pregunta, pues la carta no es lo importante para él, Madison. Lo importante es la información que está en la carta o para quien iba dirigida. Ábrela si tanto te obsesiona... —se quitó los lentes y me dio una sonrisa de lado

—Lo haría, deseo hacerlo. Pero no puedo, está sellada y para ser since...

—¡Mad! — la voz de Jonathan se hizo presente y mi cara de culo apareció por inercia.

Harold forzó una sonrisa —No puede ser.

Jonathan se puso de pie a mi lado —¿No me vas a saludar?

Tome mi vaso de gaseosa —Hola —le dije con indiferencia.

El suspiro —Bien, eso es peor que nada ¿no? —Su atención viajó a Harold—. Harold, tanto tiempo sin verte.

Harold forzó una sonrisa —¿Qué tal?

—Genial —sonrió ampliamente—, Mad venía a preguntarte si... ¿Irás a la fiesta del fin de semana o no? Si no consigues novio para que te acompañe no te preocupes te consigues uno en la fiesta.

Y a mi me gustaba este tipo...

Harold apoyó los codos a la mesa —Y tú Jonathan, ¿Ya conseguiste cerebro o tu cabeza sigue hueca?

—Sigues igual de odioso.

—Y tú igual de idiota, al parecer la gente no cambia.

Llevé mi atención a Jonathan y nuestras miradas verdosas chocaron, él sonrió por lo bajo con burla y pasó su mano por su cabello castaño.

Me giré hacia él en mi asiento —¿No tienes algo mejor que hacer que venir a contaminar el aire con tu mala vibra? Digo... Sin ofender.

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora