17. The King Of Bets esta aquí.

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The King Of Bets tenía el poder de intimidar solo con respirar.

Evento: Cumpleaños de la rata.
Outfit de diva empoderada: no está listo.

Me quería estrellar contra la pared. No sabía que ponerme. ¿Jeans? No. ¿Un vestido azul? Me parezco a mi mamá cuando va a trabajar. ¿Un short? No.

Me dejé caer de espalda a la cama llena de ropa y me revolqué en mi frustración.

—Debí ir a comprar algo para ponerme.

¡Son las siete y media! Y Eliot debería llegar a las ocho. Tengo media hora para vestirme. Aún hay tiempo.

Pasaron veinte minutos, me puse a ver Pinterest en mi computadora y pasaron dos cosas:

Quiero remodelarme la vida entera.

Y todavía no sé qué ponerme.

Cerré la pantalla de mi laptop, me puse de pie y me regañé —Diez minutos Madison, haz un milagro, trabaja bajo presión, tú puedes.

Volví al armario, encontré el vestido blanco de la fiesta de Elena.

¿Debería?

No, mensa.

Estuve a punto, a punto de ir al armario de mi mamá para robarle algún vestido, pero escuché un auto aparcar afuera, caminé hasta la ventana y vi el auto de Eliot estacionado frente a mi casa.

Corrí hacia la cama y tomé mi teléfono, quedaban nueve minutos para las ocho. Volví a la ventana y fue cuando lo vi bajar del auto.

Llevaba una camisa blanca mangas largas y una corbata roja, un chaleco gris encima, un pantalón de tela negro, un cinturón a juego y unos zapatos elegantes. Tenía el cabello sutilmente despeinado... Y se veía jodidamente sexy y elegante.

—Ay Dios...

Rodeó el contorno del auto y abrió el maletero, pronto lo vi sacar una caja blanca. Cerró el maletero y se acercó a mi casa. Pensaría que es algún obsequio, pero conociendo a Eliot Lacroix podría ser más bien una bomba.

Me resultó extraño que no tocara el timbre o la puerta, así que salí de la habitación y bajé las escaleras con rapidez, lo primero que hice fue caminar hacia la entrada principal para abrirla pero cuando lo hice, cuando abrí la puerta no encontré nada, ni a nadie. Pero el auto seguía allí afuera. Di un paso adelante y observé a los costados de la entrada, no había nadie.

—¿Esperabas a alguien? —La voz de Eliot sonó dentro de la casa, di un respingo y me giré de golpe, aún no vi a nadie.

Cerré la puerta y caminé hacia el living con el ceño fruncido, pero vi a Eliot en la cocina, estaba bebiendo un vaso de jugo de fresa, estaba recostado a la nevera con el vaso en la mano izquierda, la caja blanca estaba sobre la isleta y sobre la caja se encontraba el teléfono de Eliot.

Lo señalé confundida —Tú... ¿Cómo mierda entras a mi casa?

Él sonrió y señaló la ventana corrediza de la cocina —Debes cerrar mejor, cualquier extraño puede entrar por ahí.

—¿Prefieres entrar por la ventana como una mosca que por la puerta como una persona normal?

Se encogió de hombros y cambió el tema—Creo que no fue mala idea después de todo traerte la caja...

Miré la caja, luego a él.

Entonces agregó —Es un obsequio.

Lo miré con sospecha, me acerqué a la caja blanca con cuidado y dudé en abrirla.

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora