15. Mon Dieu, elle est charmante.

75.1K 4.4K 3.6K
                                    

Que lo "tierno" no los haga pasar por alto lo que parece peligroso.

Y me refiero al capítulo en sí... O quizá hablo de alguien.

—Estaba a punto de ir a buscarte —me dijo Eliot cuando salimos de la biblioteca—. Creí que no vendrías.

Reí y lo miré —No te odio tanto —él me miró con una sonrisa ladina bastante sutil, sentí mis mejillas arder y deje de mirarlo.

Caminamos hacia el estacionamiento, subimos a su auto y después de ponerme el cinturón sentí que coloco algo sobre mi muslo.

Era mi teléfono, miré a Eliot, él empezó a conducir y giró el timón con suavidad mientras decía: —Había olvidado que lo tenía, digamos que... —miró por el retrovisor y su mano viajó a la palanca de cambios, las venas se le marcaban suavemente por su piel pálida—. Digamos que no soy bueno manipulando —me miró un segundo y sonrió.

Mi nariz empezó a sudar, aclare la voz y traté de disimular mis nervios —¿Lo dice el chico que me tuvo de esclava casi un mes y poco más?

Me miró muy digno —Oye, hablando de eso debes pagarme otra vez...

—¡¿Qué?! No.

—Teníamos un trato, y sigo trabajando, fingiré ser tu novio hasta la fiesta.

—Porque te conviene, querías que viniera contigo.

Me miró otra vez —No, yo no quería. Saimond sí, creo que se enamoró de ti —dijo riendo.

No pude evitar reír y admitir —Siempre quise tener un hermanito.

Eliot dejó de sonreír —Pensé que Harold era tu mejor amigo —giramos en un cruce—. Ya sabes, hermandad y eso.

Lo miré —chismoso.

—No soy chismoso —me aseguro casi ofendió.

Lo miré aún con más atención, mi sonrisa se dibujó por inercia, era una sonrisa de "te atrapé"

Me miró un segundo y casi riendo soltó —¿Qué? —volvió a reír cuando miró la carretera—, ¿Por qué me miras así? —sostuvo el timón con ambas manos.

Me giré en mi asiento para verlo mejor, mi sonrisa jamás desapareció, sé extendió un poco más cuando le pregunté en un susurro: —¿Acaso estás investigándome?

—¿¡Que!? —sus mejillas se tornaron en un carmín suave—. Estás loca.

—No puedes negarlo, ya te atrapé.

—¿Qué? No.

—Eliot está investigándome —canturree.

—Estas dementé.

—Eliot está buscando información de mí mediante chismes —cante y toque su brazo con la punta de mi dedo.

Su sonrisa se amplió —Te dije que no estoy haciendo nada de eso —me miró—. No tengo que hacerlo.

Lo miré con atención.

—Ya deja de mirarme así.

Lo miré aún más, ahora sonriendo con suavidad.

—Oye en serio voy a parar y dejarte en una estación de policía y decir que apareciste en mi auto de repente.

—¡Oye no! —solté una carcajada—. Desgraciado, sé que serías capaz de hacerlo.

—¿Ah si?

—Por suepuesto, ya te conozco. Sé que incluso me intercambiarías por alguno de esos libros de terror que te gusta leer.

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora