40. DollHouse.

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Vamos Eliot, abraza a tu padre, se un buen hijo.
Adelante Eider sonríe para las fotos, ustedes son la familia perfecta.

Escena +18 🤫🔞

Narrador omnisciente

La prensa decía:

«Eider Lacroix junto a su primogénito han asistido cómo era de esperarse a la premier, no es un secreto que al igual que años anteriores está noche el premio lleva escrito este prestigioso apellido».

«Eliot aún no se ha graduado pero su padre lo ha hecho partícipe de varios proyectos. ¿Podría el joven Lacroix sorprendernos está noche?».

«El trabajo padre e hijo que realizan es admirable, no es un secreto que Eider Lacroix sabe cómo ser el ejemplo perfecto de padre y empresario».

Las cámaras apuntaban a ellos, todos hablaban de ellos, la atención era acaparada por ellos.

Eliot y Eider Lacroix, sus nombres y apellido iban de la mano con la palabra poder, perfección y prestigio.

Al entrar al salón fueron recibidos por varios conocidos de familia, personas poderosas, de apellidos reconocidos. Los fotógrafos a la distancia se enfocan estrictamente en los Lacroix.

Una mujer adulta de cabello color miel recogido y piel cremosa que vestía un vestido escotado, elegante y ajustado se acercó a Eider al verlo.

—Eider, mon chéri —anunció ella.

Eider le regaló una sonrisa espléndida —Madame Vidal, hace mucho no tenía el placer de verla.

La mujer sonrió fascinada —Tienes toda la razón, querido, pero veo que los años te sientan de maravilla.

Eider sonrió y lo saludaron un grupo de personas al pasar a su lado —... Tu no te quedas atrás.

La mujer reparó su atención en Eliot, abrió los ojos asombrada —Mon dieu mon amour —suspiro ella— eres la viva imagen de tu padre, qué maravilla.

Eliot dejó ir una risa suave justo en ese instante se acercó un hombre más, este rodeaba los cincuenta y tantos, era robusto y calvo.

—Bonsoir, quel plaisir de revoir les Lacroix ici —(Buenas noches, que placer volver a ver a los Lacroix por aquí).

Eider sonrió —¿Cómo te encuentras Lorenzo?

—¿Después de verlos? De maravilla.

—Justo estaba por preguntarles la razón por la cual no volví a ver entrevistas o nada de ustedes en revistas y noticias —preguntó la mujer.

Ya alrededor de ellos se había formado un pequeño grupo de personas, Eider les pidió a todos que tomarán asiento en la misma mesa para que pudieran ponerse al tanto de un par de cosas, y todos obedecieron sin rechistar.

Luego de mil halagos, sonrisas y manos estrechadas, retomaron la conversación donde había quedado.

—Me pregunté mucho de ustedes, la empresa seguía dando de qué hablar pero Eider y Eliot no aparecían en ninguna parte —eran alrededor de veinte personas y todos estuvieron de acuerdo.

La mujer cuyo apellido es Vidal se llevó una copa de vino blanco a los labios —¿Qué sucede? ¿Tienen algún contrato de privacidad?

Eliot sonrió y miró a su padre para responder diplomáticamente —Correcto, papá y yo nos dimos cuenta que para poder mantener un perfil bajo debíamos pautar estrictas normas de privacidad con la prensa. No es fácil tener poder y ser apuestos —bromeó y todos rieron.

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora