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Capítulo 16.

¿Qué es un paréntesis? Puede ser un error, una interrupción, un complemento o una aclaración. Entonces, ¿Qué somos? —me pregunté:

—Un paréntesis —concluí.

—H.A.

Anabette.

—¿Que hiciste qué? —gritaron los tres al unísono.

Un destello proveniente del teléfono de Will cegó mis ojos.

—Me siento tan feliz de haber capturado esta cara —articuló, mostrando con admiración la foto de mi cara de retrasada.

—Déjate de tonterías, Will. Anabette, cuenta ¿Qué pasó después?

—Nada.

—¡¿CÓMO QUE NADA?! —gritaron los tres, de nuevo.

—¡Bajen la voz, los puede oír! —susurré.

—Pues que escuche, tengo que darle mis respetos a ese tipo, tener la paciencia para conquistarte no es algo que se ve a diario, Allen.

—¡Will! —reprocharon nuevamente Lorie y Elise—. Deja que Anabette termine de hablar.

—En realidad no pasó nada, bueno no mucho. Me llevó hasta mi casa y mi mamá lo invitó a pasar, luego se fue.

Creo que medio continente escuchó el gran gritillo que pegó Elise en ese momento.

—¡Yo quiero ser su dama de honor!

—¡Oh, cállate, Elise! Vas a espantar al pobre chico, con tener a Anabette de novia ya tiene suficiente —planteó Lorie.

—No es mi novio —aclaré.

—No falta mucho para que lo sea. Además seguro ya te lo propuso y tú no lo entendiste —aseguró Will.

—Claro que no, notaría algo así —defendí.

—Bueno, debo darte algo de merito por haber salido de tu etapa de: No sé qué me pasa con Jeremy, tengo miedo, no sé qué responderle cuando me dice algo lindo—mofó Will, imitando un tono chillón en la última parte.

—Admito que me siento alagado, William, no sabía que sentías eso por mí. Eres un buen sujeto, pero me temo que ya pertenezco a otra persona —Jeremy, que no podía haber aparecido en otro momento. Se encontraba de pie a un lado de mí, limpiando un vaso de vidrio con un pañuelo.

—Me has roto el corazón, hermano —dramatiza Will, llevándose una mano al pecho—. Jamás conseguiré un amor como el tuyo —se levantó y tomó a Jeremy por los hombros, mientras le daba fuertes sacudidas—. Espero que la chica que tenga tu corazón sea una buena mujer —comenzó a hipear. Él debió ser actor, no tenía ninguna duda—. Y ojalá no sea la loca mandona de Anabette —y en un tono más bajito, para crear una escena más confidencial, agregó—. Aquí entre nos, me han dicho que tenía un fuerte problema de negación ante lo que siente por ti.

Jeremy asintió, sonriendo.

—Has dicho unas sabías palabras —coincidió, mirándome fijamente.

Meterme debajo de la mesa parecía un plan totalmente encantador. Tal vez podría entablar una buena conversación con los chicles pegados ahí debajo. Y para volver la escena muchísimo más rara e incómoda, todos mis amigos se levantaron al unísono.

—Todos al carro de Will, ¡YA! —comandó Elise, y rápidamente todos abandonaron la mesa, como ratas asustadizas huyendo de un barco que inevitablemente se hundiría.

—Traidores —solté.

Jeremy rió, y se sentó frente a mí.

—Creo que está más que claro que les contaste todo —inquirió relajado.