Capítulo 31.

30 8 0
                                    

El futuro nos tortura, y el pasado nos encadena.

He ahí por qué se nos escapa el presente.

—Gustave Flaubert.

Anabette Allen.

Los días y las noches en el nuevo refugio parecían pasar demasiado rápido, aunque a veces la lentitud de los minutos amenazaba con volverme loca.

Sentía lejano el día que escapamos de Centinela, aunque solo habían pasado dos semanas. Desde hace unos días las noches ya no parecían tan largas, la sensación de vacío en mi interior iba disminuyendo, lo sentía, tomándose su tiempo, pero firme en su camino. No se iba, no, de ninguna manera lo hacía y creo que de alguna manera, ese hueco en mi interior me acompañaría siempre, como un fiel compañero. Pese a todo, ya no era algo que me impidiera vivir, ya no estaba ese pensamiento constante que me decía que era mejor morir a continuar en una vida como esta.

Daisy resultó ser realmente agradable después de todo, como había dicho Mouse. Su hostilidad era solo una coraza protectora, resguardando todo lo que aún rugía en su interior.

Me había contado su historia, y cómo había decidido seguir a Mouse.

—La ilusión de trabajar con Centinela me había mantenido estudiando demás durante muchos años. En mis años de universidad, antes de graduarme como doctora, soñaba con formar parte de esta organización, de la más grande y prestigiosa organización mundial contra anomalías. El estudiar los factores que producían inexplicables patologías en la humanidad me parecía una oportunidad maravillosa, de ver cosas increíbles e inexplicables e intentar buscarles una solución era... yo creía que sería el clímax de mi experiencia médica. Cuando por fin entré, sentí que mi vida había logrado su objetivo, que estar aquí era para lo que yo había nacido —me contó Daisy, una noche en donde todos los demás dormían. Donde ella y yo habíamos tenido el mismo insomnio y la misma necesidad por irnos a entrenar hasta que el agotamiento nos invadiera, nos distrajera. Entrenar para evitar que pensamientos intrusos nos condujeran a una agonía silenciosa durante toda la madrugada—. Mi novio —su risa se anchó—... Él había estado tan orgulloso de mí, me había apoyado durante tanto tiempo y estaba tan feliz con el hecho de que yo estuviese cumpliendo uno de mis sueños.

»Ni si quiera pasó un mes cuando conocí a Ixhel. Llegó de sorpresa en uno de los seminarios clínicos, y cuando vio en mí el potencial que tenía, me pidió personalmente que trabajara con ella. Estaba extasiada de hacerlo, me sentía honrada y dichosa de que, en medio de tantos pasantes iguales a mí, ella me escogiera. Ixhel tenía un prestigio enorme, una ética intachable ante el criterio de los demás doctores, y sin dudar le dije que sí. Poco tiempo después, mi novio comenzó a decirme que esa señora era mala, que le había visto comportamientos extraños, que tuviera cuidado. Que no confiara demasiado.

—No le hiciste caso, por lo que veo —fue lo único que se me había ocurrido decirle, mientras escuchaba atenta cada una de sus palabras.

—Por desgracia no lo hice, y llegó el día. Cuando supe la verdad, el día donde Ixhel se aprovechó de tres huérfanos inocentes. Habían llegado al edificio, buscando ayuda y cobijo. Cosa que les dieron, les hicieron creer que era caridad, que los ayudarían. Mientras que los únicos que se beneficiaban eran los experimentos de Ixhel. La estadía de los niños en centinela fue efímera, después de que introdujeron sustancias que sus cuerpos, con sistemas inmunodeprimidos, no resistieron, y murieron. Manifesté mi descontento, hablé sobre eso con ella y me ignoró, como lo hacía con todos. Entonces fui más arriba, intentando contactar con sus superiores. Me quejé con tantas personas que finalmente sancionaron a Ixhel por sus acciones —su voz se volvía gradualmente más sombría. El brillo en sus ojos iba disminuyendo minuto a minuto, cuando me miró directa y fijamente a los ojos—. Ella se enteró quien había hecho eso, quien había filtrado esa información. No me corrió, no me confrontó... Justo una semana después, me llamó mi familia para decirme que mi novio había muerto, que habían quemado la residencia dónde vivía, y que en la autopsia habían encontrado un mensaje para mí.

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Where stories live. Discover now