Prefacio.

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17, Junio 2018.

Era un día lluvioso, las gotas caían y caían deliberadamente fuera de mi ventana, el viento besaba las hojas de los arboles, y las mecía, el día estaba oscuro, con una niebla densa y grisácea. Estaba cansada de las mismas cuatro padres de mi habitación, de la misma vista fuera de mi ventana, de la misma serie de televisión que ya había visto alrededor de cinco veces.

Necesitaba salir de aquí, hacer algo que me distrajera.

Saqué mis piernas debajo de mis cobijas, el frío rozó mis dedos, y proseguí a ponerme mis pantuflas de gatitos. No me gustaban los gatitos, ni siquiera sabía por qué las tenía.

Salí de mi habitación y me dirigí a la cocina. Allí busqué en el refrigerador todo lo que necesitaba. Como era mi costumbre en este tipo de clima, solía preparar lo que sea que fuera excesivamente dulce y que me despertara con ese subidón de energía para mejorar el lánguido y deprimente día.

Esta vez, preparé una extraña, pero deliciosa combinación de: café, chocolate, malvaviscos, crema batida y canela; más cinco minutos en el microondas y ya estaba para chuparse los dedos.

Después de verter todos los ingredientes en una taza, la metí al microondas y marqué los minutos necesarios.

Me apoyé en el respaldo de la mesa a esperar que mi bebida estuviera lista, jugueteé con una pequeña bola de estambre que había sobre el mesón para matar el tiempo, pero algo llamó mi atención.

El silencio...

Todo estaba en un inquietante silencio, mis padres estaban de viaje, pero yo no estaba sola.

Mis hermanos, Melanny y Kaden estaban conmigo, y a decir verdad, aunque yo no era la hermana mayor, mamá siempre me dejaba a cargo. Melanny tenía dieciséis años y era una bomba de tiempo en constante cambio, solo cortar los cables equivocados desataría una explosión inminente muy difícil de controlar. Por otro lado, estaba Kaden... Y bueno, él era un chico de veintiún años con énfasis de superioridad que se jactaba de ser demasiado bueno para haber nacido en esta familia, y tanto él como mi hermana eran exactamente dos polos opuestos.

Físicamente, Melanny había heredado los ojos café de mi padre y el cabello rizado de mi madre. Kaden, por otra parte, era delgado, pero con unos brazos muy marcados, tenía una tez algo pálida, que estaba cubierta por una fina capa de pecas que se agolpan en sus pómulos, aunque más que pecas yo podría decir que era su mierda interior que buscaba, de alguna manera, salir y ser libre con él. Pese a todo, lo primero que notabas al verlo era su radiante sonrisa, siempre tenía una buena y falsa actitud para todos.

Como por ley, cada que Kaden hacía algo Melanny se las arreglaba para llevarle la contraria y estropearle los planes y viceversa.

Eran un verdadero dolor en el trasero.

Por eso mi madre siempre me dejaba a cargo, y no porque tuviese un «carácter fuerte» como ella aseguraba, sino porque yo sabía unos cuantos secretos de ese par, y llevarme la contraria no era algo conveniente para ellos.

El sonido del microondas me sacó de mi ensimismamiento. Saqué mi taza de chocolate, el caluroso vaho chocó contra mi piel, y su exquisito aroma me hizo agua la boca.

¡Seré la próxima ganadora de Máster chef, señores!

Sin embargo, la sensación de que algo estaba fuera de lo normal se cernía sobre mí como buitres sobre la carroña. El silencio nunca había sido algo habitual en esta casa, salvo que mis hermanos estuvieran enfermos, y este no era el caso.

Me disponía a beber un sorbo de mi chocolate, pero mis ojos se posaron en la nota que estaba pegada al refrigerador:

*5:30 pm*.

Sabía qué significaba eso ¿Cómo olvidarlo? Pero me encargaría de ello más tarde, aún había tiempo.

Me dirigí a las escaleras a paso rápido, lo que sea que mis hermanos estuviesen tramando lo averiguaría ya mismo.

Al llegar a la mitad el zumbido de unas voces se filtró desde el ascenso, entre ellas la voz de mi hermana. No entendía lo que decía, pero su voz se oía algo aguda y quebradiza. Seguí subiendo las escaleras lo más rápido posible, con el miedo, la incredulidad y la incertidumbre inundando mi pecho.

El sonido de las voces se intensificaba mientras avanzaba por cada peldaño. Llegué a la mitad, noté que no era solo la voz de mi hermana, seguía sin entender lo que decían, pero reconocí la otra al instante.

¿Qué hacía él aquí?

Me dirigí a la puerta, aún sosteniendo la taza de chocolate en mi mano izquierda y, con sumo cuidado, posé mi mano derecha en el pomo de la puerta. Sentía mi corazón latir desbocado bajo mis costillas, como un colibrí revoloteando inquietantemente en mi pecho.

¿Qué me encontraría allí dentro? ¿Estaba exagerando? Después de todo, si fuese algo malo mis hermanos gritarían ¿Verdad?

Tiré de la perilla y la puerta se abrió lentamente, dejándome ver la escena en su interior.

Jamás en mi vida hubiese imaginado algo así, sin embargo ahí estaba, pasando justo frente a mis ojos, y yo como una estúpida solo me limité a mirar boquiabierta.

Mi hermana yacía tendida en la cama y parecía estar en un tipo de trance. Tenía la cara enrojecida y las mejillas húmedas por lágrimas que chorreaban por los costados de su rostro, y no dejaba de repetir, con una voz sobrenaturalmente aguda:

—¡Ellos vendrán por ustedes! ¡Vendrán por ustedes! —e inundó la habitación con estrepitosas risitas.

Había un sujeto sentado a horcajadas encima de ella que sostenía sus manos y le impedía moverse, vestía de una manera muy inusual, pero lo que más me horrorizó e impresionó fue ver al otro sujeto al lado derecho de la habitación, con una jeringa en sus manos.

¿Qué estaba pasando?

El de la jeringa fue el primero en advertir mi presencia, me dedicó una mirada condescendiente y una sonrisa de oreja a oreja se precipitó en sus labios, haciendo marcar un pequeño hoyuelo al lado derecho de su mejilla.

—Anabette, Anabette —canturreó mi nombre con una chispa de diversión—. La inocente Bette, lamento dañar tu imagen de familia perfecta, pero debo informarte, que nada de lo que tú crees es lo que parece...

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Where stories live. Discover now