Capítulo 39.

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Si vas a intentarlo, ve hasta el final. De otro modo, no empieces siquiera.

—Charles Bukowski.

Anabette.

Jeremy se puso de pie de un salto, yo me levanté detrás de él, me miró y me hizo señas para que permaneciéramos callados. Caminamos hasta la puerta y evaluamos el perímetro, no había nada. Mis pasos eran torpes por la incisión en mi pierna, pero caminábamos.

El golpe se volvió a escuchar, esta vez más fuerte que antes. Venía de la sala de conferencias. Jeremy me tomó de la mano y caminamos, él cubriendo mi espalda y yo la suya. Atravesamos el pasillo y seguía vacío, entramos por la puerta doble de madera de la sala, pero no había nada, inspeccionamos detrás de cada estante, debajo de cada mesa y en cada uno de los cajones y no había nada. Todo estaba vacío, excepto por nosotros.

—¿Qué crees que pudo ser? —indagó Jeremy, reuniéndose conmigo frente a una pequeña mesa junto a la pared.

—No tengo idea, pero eran golpes, estoy segura de que era... —volvió a resonar, toc, toc, toc, otra serie de golpes frenéticos y un gemido, seguidos con que la pared detrás de mí se sacudió y la mesa vibró.

Jeremy cargó su arma y profirió:

—¿Están dentro de la pared?

Otra serie de golpes y sacudidas resonaron en afirmación.

Pero las paredes estaban blancas e inmaculadamente lisas, sin ninguna abolladura, sin ninguna palanca, sin ninguna... momento.

—Jeremy —lo llamé, fijando mi atención en la mesa frente a mí.

—¿Te sientes mal? —la angustia volvió, la tenacidad en sus ojos se suavizó cuando se acercó.

—No, estoy bien. Pero, esta mesa está sola —Jeremy me miró, parpadeando, invitándome a continuar—. Es la única mesa que hay en toda la hilera, es el único escritorio aparentemente innecesario —y para que mi hipótesis se explicara sola, rodé la mesa a un costado. El blanco perlado de la pared titiló. Reluciente, demasiado reluciente, demasiado reciente.

Tanteé la pared, agachándome y tocando toda su superficie, Jeremy pretendía unirse junto a mí, pero ordené:

—Cúbreme la espalda, en caso de que aún quede alguien por ahí —eso hizo.

La superficie era grumosa y desprolija, mis dedos se sentían entumecidos de tanto pasar y pasar por la dura y fría superficie. Parecía un trabajo en vano, una idea loca y descabellada que simplemente había pasado por mi cabeza ante una simple coincidencia, de pronto, las yemas de mis dedos tocaron una fina, casi inexistente abertura que ascendía desde el suelo hacia unos cuantos centímetros sobre mi cabeza.

—¡Jeremy, la encontré! —casi grité de alegría, y seguí su rastro, pasando mi dedo por los costados, contorneando el largo y ancho rectángulo en su superficie.

—Thomas debió haber hecho esto con anticipación. Levántate, por favor —ordenó, Jeremy, y apuntó, justo donde yo reposaba mis dedos. Me aparté, y me posé junto a él, su brazo vibró cuando atestó:

Uno, dos y tres disparos, que resonaron en el reciente metal pintado, lo ladearon y abollaron.

—Ahora —verbalizó Jeremy con una sonrisa—, cúbreme la espalda tú a mí mientras yo saco esta lata de aquí.

Jeremy tiró y tiró del metal reforzado de la pared, los golpes y gemidos se escuchaban más cerca conforme la abertura se abría. Cuando el latón se desprendió de la pared, un pequeño túnel de tierra se extendía hacia el oeste, lóbrego y mohoso, Jeremy extendió su arma frente a sí, y se adentró en el hoyo. Sus pasos resonaban bajo la tierra y las piedras que pisaba. El golpe volvió a escucharse y mi corazón se enloqueció, asomé mi cabeza, apuntando con mi arma cuando Jeremy gritó:

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Where stories live. Discover now