Capítulo 26.

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Pero yo ya no era la chica humana que necesitaba consuelo y cariño, que quería lujos y una vida fácil. No sabía cómo volver a desear esas cosas. Cómo ser dócil.

Feyre/ Una corte de niebla y furia.

Anabette.

—Colócale otra —comandó Ixhel.

—Pero, madame, ya le hemos colocado seis dosis, algo va mal, esto está mal, debemos parar, podríamos matarla —la preocupación invadió la cara del hombre con bata blanca, como un crescendo en ascenso.

Ixhel lo observó, como un lobo que observa y acecha a un ciervo en un claro, con reto en su mirada, con ojos predadores y autoritarios:

—¡HE DICHO QUE LE COLOQUES OTRA MALDITA DOSIS! —vociferó.

El científico obedeció, y la aplicó. El proceso se repitió, y volví a sentir ese dolor punzante, mientras el líquido se alzaba sobre mis venas, sentí como las envolvía, como las volvía sumisas y las abrazaba, también sentía ese tirón de energía único, que se resistía y se oponía a obedecer a la sustancia, y detenía todo en fracción de segundos, otra vez. Como si un escudo protector en mi sistema no permitiera al líquido realizar su trabajo completo. Y lo dejara inoperante, inactivo.

—Esto es todo, su cuerpo lo está rechazando, así le coloquemos cien inyecciones, lo único que conseguiremos es matarla, pero nada más —habló el sujeto, y se alejó de la silla metálica con broches a la que yo estaba sujeta.

Ixhel soltó una maldición, y comenzó a caminar de un lado a otro, llevándose una mano a la cabeza en exasperados gestos. Luego se detuvo, como si una respuesta muy clara se hubiese materializado ante sus ojos, y en un gran grito, ordenó:

—¡Traigan a Cárter, ahora!

Uno de los guardias fue a buscarlo, me pareció que fue el chico llamado Owen, y a los pocos minutos, apareció... Mouse, con Owen pisándole los talones.

Así que te llamas Cárter.

—¿Qué pasa, Ixhel? Estaba leyendo —habló, y me sorprendió muchísimo que le hablara de esa manera, tan despreocupada, a la reina de las torturas.

—¿Tienes algo que ver en esto? —indagó Ixhel.

—¿En qué, específicamente? —bramó Mouse, muy indiferente.

—No te hagas el imbécil, Cárter, que sé perfectamente que estás enterado de todo lo que pasa aquí dentro.

—Si te refieres a que los zombies con complejo de la bella durmiente despertaron de su maravilloso sueño, pues no, no tengo ni idea y tampoco me interesa. ¿Me puedo ir ya?

La sorpresa, el miedo y el orgullo inundaron mi pecho inmediatamente, al fin alguien la retaba, al fin alguien le gruñía ¡Cárter o Mouse o quién quiera que fuese tenía titanio ahí abajo!

—Lárgate de una vez antes de que pierda la paciencia —fue lo único que dijo Ixhel en su defensa.

Mouse solo le dio la espalda y salió de allí a paso rápido, sin embargo, Ixhel soltó algo que me dejó sin aliento mucho tiempo...

—Tráiganme a Jeremy, de inmediato.

—Señora, él había pedido no ser molestado —musitó la chica con bata de laboratorio, que también estaba presente en esa misma sala, en la base.

—¿Quién carajos es tu jefa? ¿Él o yo, Daisy? Me importa una mierda lo que dijo, tráiganme a Jeremy en este mismo instante, así sea a rastras.

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