Capítulo 28.

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Lo único que yo puedo decir sobre este capítulo, es que es de mis favoritos, y que lo lean hasta el final antes de querer matarme JAJAJAJ.

Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayoría de las personas no hacemos otra cosa que existir.
—Oscar Wilde.

Anabette.

Habíamos logrado atravesar la seguridad de los cuarteles de Centinela, lanzando disparos por doquier.

Cárter, y Daisy llevaban la delantera, John, el Doctor Thomas y yo íbamos pisándole los talones, y Jeremy y Owen iban atrás, cubriéndonos la espalda. Serpenteamos por un pequeño sendero, una especie de callejón. La mayoría de los guardias habían quedado atrás, caídos y ensangrentados esparcidos por los adoquines. Todo pasaba muy rápido, y en un parpadeo, el ensordecedor sonido de un disparo se escuchó en la lejanía, seguido de un grito, y no hacía falta ser expertos para saber que era uno de los nuestros. Nos detuvimos en seco, Owen y Jeremy se habían quedado atrás, y con eso la adrenalina se encendió en mí como una antorcha ardiente, quise ir hacia ellos, pero la mano de Mouse fue más rápida, y me tomó del hombro.

—Calma, esperemos a que...

Se cortó, no pudo continuar, porque la imagen de Owen, con la camisa llena de sangre nos heló la sangre a todos. Venía con la cabeza abajo en una clara señal de derrota, y en cuanto su mirada impactó con nosotros... Fue el único detonante que necesité para salir corriendo al callejón.

Tropecé y casi caí con uno de los guardias muertos, estaba en medio del pavimento, pálido, con los ojos completamente dilatados, la mirada perdida en el cielo y un mar de sangre a su alrededor. Seguí corriendo, hasta que lo vi.

Jeremy. Estaba recostado a una de las paredes del callejón, con una mano en su abdomen, su equipo negro, igual que el mío, se veía brillante y pegajoso, sus manos estaban pigmentadas de un color carmesí. Un jadeó se escapó de mis labios en cuanto vi a Jeremy, desangrándose en el hormigón del pavimento.

En ese momento un montón de escenas retrospectivas golpearon mi mente tan fuerte como un martillo.

Recordé su sonrisa, esa que siempre mantuvo a pesar del montón de cosas hirientes que decía, recordé nuestras peleas tontas, los chistes y las bromas sin sentido, recordé su alegría y lo tierno que era cuando estaba conmigo, las cucarachas en el ático, lo dulce que fue el día que intenté besarlo estando ebria, recordé cómo se sintió conocerlo de verdad, lo bien y segura que me sentí a su lado antes de que todo se viniera abajo, recordé su apoyo, su amor, su calor... Y recordé su calma, esa calma y serenidad que tuvo siempre, pero que ahora en este estado, viéndolo pálido y mal herido, se sentía la calma más devastadora y desesperante que hubiese podido imaginar.

Todo flaqueó, Sempiterno ya no importó. Ixhel, Centinela... todo, todo eso parecía una estupidez comparada con la desesperación y el horror que estaba experimentando en ese momento.

Me senté junto a él, y acuné su cabeza en mi regazo.

—Bette... —jadeó.

—No digas nada, vas a estar bien —mi voz a penas se distinguía en medio de sollozos, solo era un leve susurro herido—. lue...

—Lo siento, Bette —gorjeó. Al decir mi nombre, una pequeña sonrisa se abrió paso en su rostro y sus ojos se abrieron, mientras que los míos se inundaron de lágrimas.

Pude ver como los de él iban perdido su color, cómo se habían tornado grises y sin brillo. Las lágrimas cedieron, y cayeron. Posé mi mano sobre la que él estaba apretando fuertemente en la hemorragia de su abdomen. En ningún momento dejó de mirarme, en sus ojos podía leer palabras no formuladas, pensamientos y recuerdos tan íntimos que apuñalaban mis pulmones y no me dejaban respirar. El corazón se oprimía en mi pecho cada vez más, mientras veía como su cara iba perdiendo todo color, reemplazándolo con un blanco helado, el torrente de sangre que salía a borbotones debajo de su mano iba incrementando, y volviéndose más agresivo.

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora