Capítulo 24.

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No pedí prácticamente nada, solo un poco de sinceridad. Un trato a la altura del mío. Y recibí silencio. La mayor de las decepciones.

De todas maneras creo que entendí tu respuesta.

Era un «No me importas».

Y duele.

1775 calles/ Defreds.

Jeremy.

Desperté con un tornado de caos en mi cabeza, el silbido de la culpa martilleaba en mis oídos como un colibrí enloquecido. Mareado, culpable e inútil, me encontraba en una de las habitaciones extremadamente frías de Centinela, intenté levantarme de mi cama, pero mis piernas cedieron, perdí el equilibrio, trastabillé y caí al suelo de rodillas, con las palmas hacia el frente evitando que mi cara besara el suelo.

Escuché un crujido metálico, y divisé una de las puertas desplazarse hacia un lado, y por supuesto:

Ixhel.

—¿Qué pasa? ¿Por qué estoy aquí? ¿Le sucedió algo a Anabette? —exigí saber, intentando ponerme de pie. No era normal que yo estuviera aquí y no conectado junto a Anabette.

Ixhel vaciló un segundo, dando un suspiro, y comunicó:

—El sistema había estado teniendo fallas esta última semana, Anabette había notado tu ausencia, le habíamos programado pensar que habías estado de viaje y otras cosas más. Ayer por la mañana —miró hacia varios lados, como buscando algún tipo de escapatoria, alarmada por lo que iba a decir a continuación. Sin embargo, soltó todo rápidamente—. Anabette ya no responde a los sueros, y se enteró de todo.

—¡¿QUÉ!? —gruñí.

—Jeremy no te alteres, puede ser peli...

—¿Que no me altere? ¡¿CÓMO QUIERES QUE NO ME ALTERE, IXHEL?!

—¡Soy tu madre, Jeremy, no me hables en ese tono! —bramó.

Negué repetidas veces con la cabeza.

—No, Ixhel. Tú dejaste de ser mi madre en el momento en que dejaste de ver a Anabette como una persona, con sentimientos y derechos, dejaste de ser mi madre cuando me mentiste y me dijiste que ella no sufriría daños, y sobre todo: dejaste de ser mi madre desde el momento en el que atentaste contra su vida. Eres un ser egoísta, Ixhel, y te aseguro que si no fuera por ella, yo me hubiese largado hace mucho tiempo de toda esta mierda.

—No hubieses llegado muy lejos de todos modos —aseguró con simpleza, como si con eso creyera que me iba a cerrar la boca.

—Alegas ser mi madre, pero me conoces tan poco ¿Aún no te has dado cuenta? Que lo que suceda con mi vida me tiene sin cuidado, que lo único que me mantiene aquí es el hecho de que no puedo simplemente largarme de la vida de Anabette así como así, sin darle ninguna explicación. Mucho le hemos desgraciado la vida ya, como para yo sumar otro granito de arena a esta montaña de mentiras.

—Sabes que sin Anabette tu vida no duraría mucho tiempo, querido. Que vuelvas a tener una vida depende de ella, a través de ella se ayudarán a muchas personas sin espe...

—Ve a darle tu monólogo y tu basura de filosofía disfrazada de altruismo a otro. No quiero tener una vida, si a cambio estoy privando a la mujer que amo de la suya —afirmé con el mentón en alto y mirándola fijamente a los ojos, para ver si así alguna de mis palabras penetraban en esa alma acorazada, en donde solo accedía lo que ella quisiera dejar pasar, lo que quisiera escuchar, lo que ella quisiera creer, lo que fuera conveniente única y exclusivamente para ella y sus fines.

No respondió, yo me volví y posé la mirada en un papel arrugado, y doblado que reposaba sobre mi cómoda.

»Es lo mejor —dije al fin, intentando convencerme de que era así—. Es mejor que esto sucediera de una buena vez, tengo que hablar con ella —me volví hacia Ixhel, que estaba recargada sobre una de las paredes a mi derecha con expresión de aburrimiento—. Por favor, libérala, déjala ir, dale el dinero suficiente para que ella pueda huir y sobrevivir... Yo ya he tenido lo que tenía que vivir, estoy bien con eso, pero... madre, si de verdad te interesa mi bienestar, si aún te queda un ápice de compasión por mí, te lo suplico, déjala ir.

—Me temo que no puedo hacerlo, ahora mismo hay millones invertidos en los laboratorios, ya se está estudiando la causa de por qué los sueros han dejado de funcionar, más tardar en una semana estará todo listo, volverá todo a la normalidad, como antes —mi petición había sido solo un chiste en sus oídos—. En cuanto a ti, no puedo dejar que hables con ella, o que la veas siquiera, es sumamente agresiva, podría herirte, y de ninguna manera puedo dejar que arruines todo con tu sentimentalismo. Sempiterno debe seguir, personas influyentes han pagado una suma de dinero enorme, ya no hay vuelta atrás —masculló sin más.

—Voy a ver a Anabette te guste o no, nos largaremos de aquí con o sin tu consentimiento —sentencié, mientras pasaba por su lado, de camino a la puerta, pero justo a la mitad, esta se cerró.

—Creo que no me has entendido —habló dando gráciles pasos hacia mí—. No verás a Anabette jamás, fue un error dejarte participar en todo esto desde el principio, solo mírate —me escaneó de arriba a abajo—. Te has vuelto débil, Jeremy, muy poco objetivo, y hasta... —soltó un risita venenosa, dejando al descubierto sus dientes perfectamente pulidos—. Hasta suicida. Estamos en la recta final, y te quieres echar para atrás por una simple chica. Puedes crear las que sean para ti, cuando Sempiterno funcione, ya déjate de tonterías.

—No me interesa otra chica, la quiero a ella.

—Lamento no poder complacerte en eso, cariño, pero no es tu decisión, yo soy quien da las órdenes aquí —y con eso echó a caminar en dirección a la puerta.

Me le pegué atrás. Y ella frenó en seco.

—¿Qué se supone que haces?

—No tengo por qué seguir tus órdenes, no tengo nueve años, por si  lo olvidas.

—No me hagas hacer algo que realmente no quiero hacer —amenazó, y vi como apretaba los puños a sus costados.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a matarme? ¿Vas a utilizar mi cerebro? ¿Vas a utilizarme como excusa para ganar dinero?... Ah no espera, ¡ESO YA LO HICISTE! —articulé con la voz cargada de ironía.

Ella sacudió la cabeza y siguió avanzando, y por supuesto yo no me quedé atrás.

En la puerta se detuvo, y se volvió hacia mí:

—Trasladaremos a Anabette a otra parte, no es seguro que sigas estando cerca de ella. Seguiremos con Sempiterno hasta que funcione por completo, y luego la dejaremos ir, y entonces, solo entonces la dejaremos ir. En cuanto a ti, seguirás con las terapias, como lo has hecho hasta ahora, y continuaremos buscando tu cura. Hemos perdido demasiado tiempo valioso permitiéndote tus caprichitos, es solo un amor jóven, se te pasará. —unos guardias aparecieron detrás de ella cuando la puerta se abrió, y les ordenó, con voz inflaqueable y autoritaria:— No dejen que nadie entre ni salga de este cuarto sin mí autorización, Jeremy tiene prohibido salir y mucho menos acercarse a Anabette o interactuar con Mouse, si la orden no es acatada la sangre de ambos manchará mi piso, y no queremos eso ¿Cierto?

—No puedes hacer esto... Déjame —hablé mientras me abalanzaba hacia adelante, pero la puerta se cerró en un zumbido.

Pero esto no se quedaría así, porque había un detalle que Ixhel pasaba por alto.

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Where stories live. Discover now