Capítulo 10.

53 9 2
                                    

Nota para el que lleva el alma rota:
No dolerá para siempre, aunque parezca que sí.
—Fredy Jiménez.

—Anabette, tranquila, cálmate, una respiración a la vez, mi niña, calma.

—No... no puedo respirar... no... —intentaba sacar las palabras, intentaba que salieran. Pero era como si agua caliente entrara por mi boca, chocara contra mi tráquea y se desplegara por mis pulmones, asfixiándome.

—Ann, tranquilízate ¿Sí? Estoy aquí contigo, todo va a estar bien —susurraba mi madre, con su voz suave, tranquilizadora—. Respira, mi amor...

1 inhalo...

2...

3 exhalo...

4...

5...

1 inhalo...

2...

3 exhalo...

4...

5...

1 inhalo...

Con cada inhalación y exhalación regulada, el aire en mis pulmones entraba cada vez menos caliente que el anterior, dificultosamente aún, pero mejor.

—¿Ves? Todo está en tu mente, pequeña ¿Qué fue esta vez?

Hace varias semanas no pasaba, había estado bien, no tenía sentido tener ataques de pánico otra vez. Me había dormido, y una pesadilla me había despertado. Fue como si todos esos pensamientos estuvieran ahí, esperando para atacar, y cuando desperté empezaron a cantar:

Sophie merecía una mejor hermana.

Debí haber muerto yo en lugar de ella.

Estás saliendo a fiestas, y teniendo nuevos amigos.

Sophie jamás tendrá eso.

¡Egoísta!

Horrible, repulsiva y mala, mala persona.

Cuando Jeremy sepa quién eres en realidad huirá del montón de basura que eres.

Y más pensamientos, llegaban de la nada y se acumulaban, como nubes arremolinándose, chocando y tronando enfurecidas contra sí. Desatando tormenta y destrucción.

Desde hace varios años, esos ataques habían sido efectos secundarios de mis pastillas. Eran leves y escasos. Pero desde el accidente, se habían alzado feroces, crueles e inflaqueables.

—Fue... fue una pesadilla, era —bajé la cabeza, y lágrimas silenciosas corrieron por mis mejilla, como un río cristalino y salado brotando de mi interior—. Era el accidente, de nuevo... todos habían muerto.... menos yo.

Mi madre acortó la distancia que nos separaba, y me abrazó. Sentí como sollozaba, como su cuerpo se sacudía, mientras lloraba, me abrazaba y me besaba.

—Lo que pasó no es tu culpa, Ann, mi amor. Nadie tiene la culpa. Siempre te lo he dicho. Por favor no sigas atormentándote con eso, quiero que sanes, Ann. Necesito que tu estés sana —tomó mi mano con la suya, y besó fuertemente la parte superior, el rojo de sus labios contrastó con el blanco pálido de mis manos huesudas, y dejó un fino rastro de labial ahí—. Tú, Melanny, y Kaden son lo único que me queda, no soportaría perderte a ti también, cariño. Hazlo por mí, hazlo por ti, mereces una vida feliz.

Solo asentí, y me quedé mirando fijamente nuestras manos entrelazadas.

—Anabette —cortó mi madre, ahora con la voz firme. Tomó mi mentón y me obligó a mirarla—. Lo que sea que te atormente, no es así. Eres una buena persona, eres valiosa y preciosa, no escuches esa voz en tu cabeza, lo que dice es mentira.

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora