Capítulo 6.

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Entre dos mundos
la vida se cierne como una estrella,
Entre la noche y la alborada,
al borde del horizonte.
¡Que poco sabemos lo que somos!
¡Como menos lo que podemos ser!
—Lord Byron, Don Juan.

La mañana siguiente sentía que mi cabeza explotaría en pedacitos, mis extremidades dolían, mis pies palpitaban y el mundo seguía dando vueltas y vueltas, no había dormido nada.

Me levanté agitada. Zarandeé a Lorie para que se despertara, pero balbuceó que dormiría cinco minutos más. La ignoré y preparé mis cosas, me bañé y mientras iba a verter crema en mi cepillo de dientes noté que en realidad era un frasco de crema para la piel. Tomé nota mental de que jamás volvería a salir tan tarde. De regreso en mi habitación me encontré a Lorie medio desmayada dentro de mi armario.

—¿No piensas ducharte? —le pregunté.

—Anabette, un paso a la vez. Me estoy despertando, siéntete feliz de que esté despierta —manifestó, mientras tenía la cabeza metida en el armario.

—Solo estás buscando excusas para no bañarte, eso es todo.

—Llámalo como quieras.

Me di por vencida y dejé que Lorie siguiera en su búsqueda, mientas yo me dirigía a las escaleras. Lorie se reunió conmigo a los pocos minutos. La sonrisa de mi madre nos saludó desde la cocina, seguida de sus cordiales buenos días. Mi mamá era encantadora, a veces pensaba que la vida había sido demasiado injusta por haberle dado a un hijo tan horrible como Kaden, a una malagradecida como Mellany y a una cobarde medio defectuosa como yo, y por si fuera poco: haberle quitado así a Sophie a tan corta edad, a la única que parecía valer la pena.

—¿Clases a primera hora? —su dulce voz me trajo de vuelta a la realidad. Lorie le había asentido en respuesta—. Bien, esperen el desayuno y luego pueden ir ¿De acuerdo?

Me disponía a responder, pero desde el otro extremo de la casa, la voz de mi padre sonó elevada, cortante y filosa como la hoja de una espada.

—¡Margarette! ¿Dónde demonios están? —comenzó a gritar, mientras sus pasos resonaban en el suelo. Se oían cada vez más cerca.

Aquí vamos de nuevo.

Llegó a la cocina y fijó su mirada primero en mi madre, luego en Lorie, y por último en mí.

—¿A qué hora llegaste anoche? —exigió saber, no en un tono amable.

—A las tres —aclaré, intentado restarle importancia.

Mi padre no era malo, al menos no lo había sido antes del accidente. Siempre fue amoroso, parecía que su único objetivo para vivir era ver a mi madre sonreír. Desde niña siempre los había admirado, esa cercanía, el amor y el cariño que se tenían, esa amistad que sobre todo los unía. Por desgracia eso también se había esfumado, se había desintegrado como azúcar que se vierte en agua. Porque después del accidente, después de la muerte de Sophie ese amor se convirtió en repulsión, esa mirada dulce se había vuelto afilada y venenosa. Y no perdía tiempo para cortar, envenenar y matar. Yo era consciente de lo difícil que puede ser perder un hijo, que la pérdida enloquecía y cegaba, pero no así. Él tomó a mi madre como el primer blanco para sus ataques, ninguno físico, pero sí verbales, con palabras que se incrustaban y cortaban en la piel más profundo que cualquier espada filosa, que envenenaban el corazón y el alma más que cualquier veneno mortal.

SEMPITERNO: Un Nuevo Inicio [Completa] ©✔️Where stories live. Discover now