El bebé

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Había conseguido acercarme a mi hermana.

Su barriga crecía poco a poco. Y el embarazo empezaba a notarse. Incluso parecía ilusionada. Quizá esa criatura podía llenar de luz la casa que llevaba años envuelta en la noche.

Érika lloraba, aunque fingía no hacerlo, cuando recordaba al hombre al que se había entregado durante los últimos años. El hombre que la había abandonado en la cuneta, en la camilla de un hospital, bajo los efectos de un consumo excesivo de drogas.

Disculpad por el vocabulario que voy a usar ahora, pero esa era la definición perfecta de lo que significa ser un hijo de puta. Y no me cuesta decirlo en alto, y aunque algunos penséis que soy un vulgar, lo voy a seguir manteniendo, porque ese hombre, que se había cruzado en la vida de mi hermana, y le había roto el corazón en mil pedazos, era y siempre será un hijo de puta.

Por suerte, los hijos de puta acaban demostrando lo que son, y aunque casi se lleva a mi hermana en su camino como si fuera un camión sin frenos, al final, la bondad y la fuerza que tiene en sus entrañas hizo que se salvara, no solo ella, sino también a la hija que estaba esperando.

Los 3 suicidios de Marcos RuizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora