Las mujeres de los ojos verdes toman las riendas

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Una primera mujer de ojos verdes ha salido de su casa, atreviéndose a hacer lo que llevaba un tiempo pensando, para liberarse del odio que había ido creciendo sin descanso en ella, desde que perdió a la persona que amaba.

Está frente a una comisaría, dispuesta a entrar y contar toda la verdad. Y la verdad, ahora, pesa tanto que no sabe ni cómo pronunciar las palabras; cómo decir que la culpa de que Álex Fernández muriera, cuando tenía veintidós años, fue suya; que la culpa de que Ana Jiménez muriera, fue suya. Cómo decir todas esas cosas, esos errores que cometió una mujer con ganas de venganza.

Una segunda mujer de ojos verdes se encontraba alojada en un hotel. Había hecho la maleta, y se había marchado dejando una nota en casa, que había puesto el corazón de su marido al borde del infarto. Porque en esa carta había escrito todo lo que llevaba dentro, todo lo que sabía acerca del chico de los ojos verdes, y que no se había atrevido a decir antes.

Estaba parada frente a una casa, una casa que ahora estaba cubierta de soledad. Una casa que desprendía el aroma del miedo, de la locura. La miraba paralizada, dejando caer pequeñas lágrimas, que rompían en el suelo con mucha ira.

Una tercera mujer de ojos verdes se ha quitado la ropa, y se ha quedado desnuda. Camina hacia el espejo de la habitación que la tiene presa. El espejo situado en el centro de su aposento. El espejo que le mostrará todo lo que lleva huyendo este tiempo. Lo que puede matarla: verse a sí misma.

Los 3 suicidios de Marcos RuizWhere stories live. Discover now