Eddie estaba lejos de ser lo que Augustine White buscaba, se conocen de toda una vida y ella muere por él en secreto. Eddie se transforma en el demonio favorito de Augustine, y ella está dispuesta a arder en su infierno.
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Augustine abría la puerta principal de la casa, Eddie iba tras ella. Esa mañana habían tomado un baño juntos y también desayunaron en medio de risas, no habían querido tocar el tema de Eddie y lo de la noche, pues Augustine sabía que Eddie era un chico realmente sensible y no quería despertar sus demonios, porque sabía que Eddie tenía unos varios por la espalda.
Cuando entró sólo vio botellas y vasos por todos lados, había bebida derramada por los muebles y la alfombra. Se espantó al ver a Marianne en el sofá, con su vestido hasta la cintura, ebria, con un vaso vacío entre sus manos. De Steve y Billy no había noticias, pero estaba incluso la mismísima Mindy Scott por ahí tirada, había otros chicos, Augustine estaba furiosa con su hermano, era responsabilidad de él cuidar la casa, aunque en parte ella se había ido sin previo aviso.
Caminó y echó a todos de su casa, de a poco fueron saliendo, incluso Mindy Scott, Marianne estaba ebria en el sofá y sólo la dejó ahí porque no quería despertarla antes de ir a molestar a su hermano. Eddie entró a la casa detrás de Augustine y podía ver las condiciones en las que estaba la casa, sentía miedo por su amigo, pues Augustine sabía lo que era enojarse, y odiaba las irresponsabilidades de ese tipo.
La chica metía ruido a propósito, con el fin de que su hermano reaccionara, abrió la puerta de su habitación y lo encontró junto a Jane, desnudos en la cama, había botellas de alcohol.
— ¡Evan!— gritó la chica. Eddie miraba a lo lejos, no iba a meterse en dramas de hermanos. Pues hablaría con él cuando estuvieran solos, y le daría un consejo de amigo, aunque no tenía cara para decirle: Alto amigo, no a las drogas.
— Ay, vete de acá— habló dormido, tenía una resaca del diablo. Jane estaba a su lado, desnuda. Augustine tomó una botella de agua mineral que había en su pieza y la derramó sobre su rostro. Evan se sentó de inmediato, con sus ojos abiertos— ¿Estás loca?
— Sí claro, la loca soy yo— la chica puso sus ojos en blanco— ¿Has visto cómo está la maldita casa? — Miró a Jane— Hey tú, despierta— le gritó a la chica— Ya es hora de ir a casa.
— ¿Estás enferma? Perra—le gritó Evan, y pues Augustine no se ofendió, pues ella solía llamarlo hijo de puta cuando estaba molesta con él, quizá era un buen momento para llamarlo así— ¿Y tú qué? Seguro no me he dado cuenta que te vas a coger con Eddie.
— Eso no es asunto tuyo— la chica apenas lo miró— Es cosa de mirarte para darme cuenta además de que te has drogado nuevamente, mira tu cara— Augustine lo tomó de una oreja y lo llevó hasta el baño, Evan no siguió discutiendo con ella, pues sabía que él tenía la culpa. Lo condujo hasta la ducha, vio su culo blanco mojarse con el agua, mientras él resucitaba.
Jane se paró casi indignada, cubriendo su cuerpo, Augustine la dejó a solas y salió de la habitación. Eddie la esperaba y la atrapó por detrás.
— Me pone verte enojada— Susurró en su oído, y a pesar de su enojo, sí logró sacarle una sonrisa.
