Eddie estaba lejos de ser lo que Augustine White buscaba, se conocen de toda una vida y ella muere por él en secreto. Eddie se transforma en el demonio favorito de Augustine, y ella está dispuesta a arder en su infierno.
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Augustine despertó al otro día entre curaciones, veía cómo sacaban paños llenos de sangre y líquidos de la herida, en otros tiempos hubiera estado realmente preocupada por algo como eso, pero apenas pensaba en lo que ocurría en su brazo. Miró hacia los lados y Eddie no estaba ahí, ella lo había sentido toda la noche, sentía su aroma y sus brazos con sus pulseras frías, pero cuando abrió sus ojos, estaba sola con las enfermeras.
—¿Qué hora es? —Preguntó mirando directamente a las personas que estaban ahí con ellas.
—Las nueve de la mañana—habló una.
—¿Me puedo ir a casa? —preguntó la chica y las mujeres la miraron.
—Chica...¿Entiendes que tienes una herida profunda? —la mujer la miró— De cualquier forma en la tarde estarás lista.
—Mierda—resopló Augustine—Quiero irme ya, esta jodida herida está bien—movió el brazo y sintió que su piel se desprendía, pero no podía mostrarse débil frente las mujeres que estaban con ella—¿Dónde está Eddie? —preguntó—las enfermeras se quedaron mirándola sin entender quien era— El chico de pelo largo—les dio unos gestos para que reconocieran aquello, una de las mujeres la miró.
— Ha salido a comprar— soltó y Augustine resopló. Eddie apareció a los segundos con dos vasos de café, el corazón de la chica se relajó en cuanto lo vio entrar, las mujeres salieron y él pasó al lado de la camilla, dejó el vaso en el velador de la chica.
— Te he traído café—Eddie se sentó en el sofá al lado de la chica, ella sólo miró al piso.
—Gracias—soltó, tenía una sensación extraña. No había tiempo para palabras lindas.
— ¿Cómo vas con tu herida?— Eddie se sentía fatal, quería simplemente largarse a llorar.
— Me duele un poco, pero quiero irme de acá— la chica confesó y golpeó su cabeza contra la almohada, pegó un grito ahogado— ¿Por qué ha pasado ésto, Eddie?— la chica habló con sus ojos llorosos— ¿Por qué mamá y ahora Evan?
Eddie suspiró y frotó sus manos en su rostro.
— Son preguntas que nunca tendrán una respuesta— habló con una voz quebrada, caminó hasta la ventana donde entraban los rayos de sol.
— Cierra esa jodida cortina— Augustine soltó como si ver el sol en la mañana fuera casi depresivo. Eddie hizo caso a su novia y a los segundos se sentó en la camilla con ella— ¿Has sabido de papá?— la chica tomó las manos de Eddie y las acarició.
— Hoy, hoy ha ....seguido en trámites— La voz de Eddie se que quebró—Augustine, mañana será el funeral de Evan...—no pudo continuar porque el llanto no le permitió seguir articulando palabra alguna. Dejó caer su cabeza en las piernas de Augustine y comenzó a llorar—Lo dejé a su suerte...
— No digas eso— la chica acarició su cabello y su rostro, la piel de Eddie era lo único que la mantenía conectada a la tierra.
