LX. ( do you love me? )

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Técnicamente la primera cita que Regulus y ella tuvieron fue después de su primer beso como tal, con las lenguas chocando y las manos en el cabello. Desde ese entonces, Mallory entendió que no había vuelta atrás, que no volvería a los besos de Sirius ni a su tacto áspero y cuidadoso, y debía de aprender a vivir con eso. Era la primera vez que había sentido aquel sentimiento de amor, por lo que no sabía como es que un día se desvanecería, pero estaba segura que un día se despertaría al lado de Regulus y ya no sentiría que su cuerpo y alma le pertenecían a Sirius, y solo le quedaba esperar a ese día un poco desesperada.

En parte sabía que Regulus esperaba lo mismo, que un día Salvatore dejara de hacerle tanta falta. En realidad a la misma Mallory le hacía falta. Ya no eran tan cercanos y eso le dolía, le dolía ver el grupo dispersarse y que ya no la pasaban tan bien como antes, todo por su culpa. Tal vez, solo tal vez, una pequeña posibilidad de que si es que ella hubiera salido por la puerta ese día, todos no estarían tan distanciados y ajenos del otro.

Solo tal vez.

—Hola Mallory —le dijo Aludra ingresando a la habitación—. Es hora de tu chequeo mensual.

Mallory no salía de su habitación por muchas razones; temía que alguien notará su embarazo a pesar de que no era posible, sus pies estaban hinchados porque el brazalete escondía su gigantesco vientre pero no todos los síntomas del embarazo, y por supuesto que no estaba del mejor ánimo.

Odiaba estar embarazada, y se odiaba aún a sí misma por odiarlo. Lloraba todo el tiempo, temiendo por el futuro y arrepintiéndose, sintiéndose con una culpa agobiante mientras internamente quería que todo fuera solo un sueño, y que un día podría despertar entre los brazos de Sirius, y solo serían los dos sin nadie más. Pero eso no sucedía, ella sería madre y no sabía nada, que y que no hacer. Sentía asco al sentir moverse al feto dentro de ella, y sentía asco de sí misma por sentir repugnancia por el que era su hijo, pero era ella la hija, no la madre. No sabía que hacer y la incertidumbre solo la estaba matando de saber además que haría eso sola, sin Regulus porque no era su hijo y prefería hacerlo sin Walburga porque era perturbante, y dudaba que su madre supiera más que ella pues había sido criada responsablemente por su padre y amorosamente por su madre. Era ella. Solo ella.

Mallory suspiró e hizo lo que más odiaba, se quitó el brazalete y de su abdomen se fue asomando cada vez más la inflamación de esta, no era demasiado grande, apenas eran cuatro meses, pero verlo allí, colgando del que había sido una superficie abdominal plana solo dañaba su vanidad y toda autoestima que alguna vez había tenido. Probablemente era su karma por haber sido tan vanidosa y superficial.

Levantó la mirada, pasando saliva incómodamente mientras se aguantaba las lagrimas, sintiendo a Aludra levantar más su camisa. Mallory jamás se había visto sin el brazalete más de diez segundos, y siempre habían quedado en su mente como una pesadilla.

—Está creciendo bien —dijo con un poco de alegria que solo empeoraba su humor aún más—. Tiene... los brazos bien posicionados y...

—No me importa —respondió cortamente y dejo totalmente helada a Aludra quien la miraba con confusión e incluso juzgándola—. No me mires de esa forma. No te atrevas a hacerlo. Tengo que hacer esto sola...

—No estás sola, Mal —tomó su mano rápidamente—. No estás sola. Me tienes a mi, tal vez sientas que no tienes a Regulus pero me tienes a mi. Eres mi mejor amiga, por favor cuenta conmigo, porque yo estoy aquí.

Mallory quitó su mano con odio, se colocó el brazalete e ignoro a Aludra intentar detenerla. Salió de la habitación acomodándose bien su camisa, y luego dejó la sala común con una extraña sensación de que todos la miraban, quería ir a la biblioteca, encontrar un mundo mejor en el que imaginarse para escapar de esa ruda realidad.

SEMPITERNAL # sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora