LXXIV. ( scorpius son of sirius )

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Sirius llevaba tiempo sintiendo un vacío en su interior que nada habia podido llenar. Probablemente era porque la mujer de su vida se había vuelto madre y no era con él, pero había otra parte de su soledad que resultaba inexplicable.

Cuando sonó el timbre de su casa, se levantó de un golpe, empuñando su varita. Llevaba tiempo sintiendose condundido, ido, como si no estuviera en su cuerpo. Él pateó una de las prendas de ropa sucia que había en el suelo y siguió caminando, algo adormilado y sin notar la hora. Quitó el cerrojo y abrió la puerta, para ver así el rostro de Regulus, que le quitó toda resaca y sueño en un solo segundo.

Se veía con el entrecejo fruncido mirandolo con incomodidad, pero la parte que más lo sorprendía era que traía a un niño entre sus brazos, y sabía quien era. Miró de reojo hacia atrás, con esperanza agría de ver a Mallory con él, pero no fue así, no estaba en ningún lugar como en sus sueños, o más bien en aquellas pesadillas en las que corría por todo Hogwarts y la buscaba pero no la encontraba.

—¿Puedo pasar? —preguntó su hermano, Sirius dio una mirada a su desastroso apartamento, con botellas de alcohol, cigarros apagado en las paredes, ropa sucia tirada y el sofá el cual había sido últimamente su cama— ¿Sirius? ¿Estás con alguien?

—No, no —negó rápidamente—. Pasa —abrió más la puerta y entró corriendo para abrir la cortina, levantó con rapidez la ropa y la lanzó a la habitación, abrió la ventan para que se ventilara el olor de alcohol y agarró una bolsa comenzando a meter las botellas y cigarros, cuando acabó, vio a su hermano mirando todo el lugar con curiosidad, sin sentarse en el sofá, y no lo culpaba, volteó los cojines del sofá viéndolo así sentarse.

El bebé estaba escondido entre sabanas, por lo que no podía ver bien su rostro. Quería verlo, observar su rostro y era una necesidad que no podía entender, pues en el fondo temía ver los ojos de Mallory en el rostro de Regulus.

Una parte de él sentía un irremediable rechazo, la otra parte solo quería verlo y no entendía bien la razón.

—¿Estás viviendo aquí? —preguntó, él asintió— Veo que solo. ¿Cuántas habitaciones tienes?

—Son tres —recordó estirándose un poco, volviendo rápidamente su mirada a él—. Una es mi habitación, el otro es un depósito y en otro duerme James cuando viene.

—¿James viene?

—Sí —respondió algo incomodo—. Supuestamente para... cuidar que esté bien.

—Ya veo —asintió con la cabeza quedándose unos segundos en silencio—. Quítate esa polera sucia —él dudo solo para hacerle caso—. ¿Hace cuanto que no te bañas?

—C-creo que... desde que vino James... el jueves.

—Anda date una ducha ahorita mismo, cambiate esa ropa y regresa. ¡Ya!

En otras situaciones le hubiera reclamado porque le había levantado la voz, pero estaba demasiado cansado, confundido y deprimido como para reclamar, así que solo le hizo caso. La verdad era que estaba nervioso, pues no sabía cómo reaccionar ante el hijo que él sentía debía ser suyo, ni siquiera sabía su nombre ni tampoco que hacía allí, así que se tomó un baño y se dio cuenta que llevaba demasiado tiempo sin tomar uno.

Se cambió lo más rápido que pudo con un pantalón gris y una simple camiseta blanca y cuando estaba por salir, se vio al espejo una última vez. Conocería al hijo de Mallory y Regulus, sonaba irónico y se sentía muy irreal, por más que lo veía.

Peinó su cabello y salió de su habitación, viendo a Regulus ver a todos lados con curiosidad parado.

—Esto es de Mallory —levantó una pinza de cabello—. Tiene varios así, pero diferentes colores —rió ligeramente—. Dejó uno en el piso y lo pise intencionalmente, así que tiene uno menos.

SEMPITERNAL # sirius blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora