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Después de la discusión entre Jaekyung y Dan...

Las palabras que Dan dejó salir con un tono firme durante aquella discusión resonaban en la cabeza de Jaekyung como un eco crónico.

"Ya lidio con una batalla propia, Jaekyung, no necesito más dramas".

¿De qué batalla estaba hablando? ¿A qué se refería?

La firmeza de Dan había dejado marcada una huella indeleble, y Jaekyung se veía enfrentado a una realidad que le resultaba desconcertante. No sabía cómo lidiar con la vulnerabilidad ni procesar la complejidad de sus propios sentimientos.

Después de la intensa e hiriente discusión, aún con rastros de determinación, al salir del gimnasio, Jaekyung empezó a seguir a Dan, decidido a descubrir qué era lo que no quería decirle.

Al caminar detrás de él, notaba que Dan se dirigía hacia calles cercanas a su propia residencia, lo que aumentó su curiosidad.

Una maraña de emociones invadía al pelinegro. Frustración, preocupación y poco remordimiento se enlazaban en su mente. Un terreno desconocido para él, pues le costaba trabajo entender lo que realmente sentía.

Intentaba descifrar sus propias reacciones, pero las respuestas no eran claras, eran muy borrosas, como cuando mojas un papel impreso y la tinta se corre en el mismo papel. La lucha interna continuaba a cada paso que daba, deseando entender qué significaba todo esto.

Dan flaqueaba y se tambaleaba, Jaekyung se encontraba en un viaje no solo para poder hablar o a su vez... ¿proteger a Dan?, sino también para explorar sombras internas que habían surgido. La incertidumbre y la confusión se manifestaban en la mirada intensa del peleador mientras se acostumbraba a una nueva y desconcertante realidad emocional.

Finalmente, vio a Dan entrar en una tienda... Por lo que veía en los rótulos del cristal, era una tienda especializada en plantas. La puerta tintineó suavemente al cerrarse tras él. Jaekyung, en la penumbra de la noche, se mantuvo en silencio y esperó pacientemente a que Dan saliera.

Después de un tiempo, la puerta se abrió de nuevo, y Dan emergió con una bolsa de plástico en la mano de dónde emergían hojas de ortiga, Jae observó cuidadosamente mientras tomaba su camino de regreso. Sin embargo, algo inusual sucedió. Dan flaqueó, titubeó por un momento, como si la fuerza le hubiera abandonado.

Jaekyung  estuvo a punto de acercarse para ayudar a Dan, pero se detuvo en seco cuando vio que, con esfuerzo, el castaño se incorporaba y continuaba su camino.

Una mezcla de confusión y ansiedad se apoderó de él, cuestionándose intensamente qué le pasaba a Dan y por qué estaba comprando plantas a estas horas.

A pesar de su deseo de obtener respuestas, Jaekyung decidió por ese momento mantener su distancia, intrigado por un gran velo completamente opaco que cubría metafóricamente a Dan, consciente de que existía algo más profundo y delicado detrás de su actuar.

Aún en las sombras de la noche, observó con horror cómo la situación iba a tomar un giro inesperado. Desde la distancia, vio a cuatro personas siguiendo a Dan por la oscura calle. Las palabras que escuchó no dejaron lugar a dudas sobre las intenciones maliciosas de aquel grupo.

— Vaya vaya... Parece que te gusta que te den golpes ¿No? — dijo una de las sombras, una referencia que resonó en la mente de Jaekyung con un tinte de amargura — ¿Qué te parece si te mandamos en un viaje de ida de aquí a con la putrefacta de tu abuela? Y después probamos ese agujero con el que nos pagaste.

Sin dudarlo, Dan comenzó a correr, pero la debilidad causada por la quimioterapia le jugó en contra. Flaqueó, se cayó y, sin piedad, comenzaron a patearlo.

Jaekyung entonces reconoció a uno de los usureros como una de las personas que solía golpear a Dan cuando aún estaba atrapado en su deuda. Recordando la advertencia que les había dado después de que él mismo pagara la deuda de Dan, Jae no dudó en intervenir para defenderlo.

Era un hijo de puta, pero no en casos como este.

Entonces se acercó rápidamente y tomó a uno de ellos por la camiseta y lo arrojó para llamar la atención de los otros 3. Cosa que ocurrió.

— Y creo que ustedes necesitan conocer su maldito lugar, que es la puta cárcel.

— Oye, mira, no es otro que ese luchador maricón, ¿cómo está tu hombro, zorra? — dijo uno de ellos, menospreciando la intervención del azabache.

— Lo suficientemente perfecto como para hacerte saber que no debiste haberle puesto un pie o una mano encima.

Uno de ellos lanzó un golpe hacia Jae, pero este reaccionó con una destreza asombrosa, contraatacando y dejando a los cuatro agresores en el suelo, inconscientes. Esta vez no hubo rondas, ni cronómetro, sólo una vida en una situación peligrosa.

El silencio reinó en la oscura calle mientras Jaekyung, jadeante y enfurecido, se acercaba a Dan, quien yacía en el suelo, maltrecho. Sin embargo, en la quietud de la noche, el brillo de determinación en los ojos de Jaekyung expresaba su firme instinto humano de protegerlo.

[Fanfic/AU] Espero no sea tarde (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora