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Jaekyung, con algo de miedo de lo que pudiese pasar, se recostó en la camilla de la sala en la que estaban, respirando profundamente para calmar sus nervios. La doctora Lee, la enfermera Goo y demás personal médico lo rodeaban, asegurándose de que este estuviese cómodo antes de comenzar.

Se comenzó con la aplicación de anestesia local para adormecer la zona donante en la parte posterior de la cadera. Jaekyung sintió el piquete inicial, seguido de un entumecimiento gradual de la zona.

— Esto será rápido, pero será muy incómodo... Trate de mantener la calma, Sr. Joo — mencionó la enfermera, dando palabras de aliento, intentando hacer que el procedimiento sea lo más llevadero posible.

A medida que el personal médico realizaba la extracción, Jae se concentró en su deseo de ayudar a Dan. Aunque la sensación de presión y vibración es inevitable, se mantiene tranquilo, recordando por qué está pasando por esto.

Después de unos minutos, y de completar la extracción con éxito, el personal médico cuidadosamente retiró las herramientas.

— Ok Sr Joo, terminamos... La anestesia durará algunas horas, puede quedarse aquí o puede irse, usted decide — dijo la Doctora Lee, preparándose para otro parto al que debía asistir — Eso es todo, me retiro.

Aunque el dolor es mínimo gracias a la anestesia, Jae siente cierta debilidad en la zona tratada.

— ¿Quiere una botella de agua señor?

— Gracias señora — dijo Jaekyung, tomando la botella de agua en su mano y bebiéndola.

El azabache optó por quedarse en el hospital hasta sentir que el efecto de la anestesia se fuese... En lo que transcurría el tiempo, él yacía en la cama en una habitación bastante apartada en el hospital, físicamente, pero mentalmente, estaba en medio de una niebla causada por somnolencia y entumecimiento, su imaginación parecía cobrar vida, llenando sus pensamientos con imágenes y escenarios que le eran tanto familiares como desconcertantes.

A pesar de la niebla, Jaekyung se encontraba atrapado en un torbellino de fantasías y temores. En un instante, se veía a sí mismo y a Dan, juntos, no conviviendo como antes bajo una dinámica de poder y control, sino como si fueran una pareja de verdad, compartiendo momentos de intimidad y complicidad que parecían tan reales como cualquier otra cosa.

Añoraba sentir la calidez de la sonrisa de Dan, sus sonrojos, el tono cálido y reconfortante de su voz, su risa, que pocas vceces escuchó, esos ojos mirandolo con admiración y con ingenuidad, la suavidad de su piel contra la suya, por un breve momento, todo parecía posible. Se imaginaba viendolo llorar, limpandole sus lagrimas y reconfortándolo en sus brazos.

Pero como una ráfaga de viento frío, la duda se filtró en sus pensamientos, arrastrando consigo una sensación de ansiedad y temor.

Veía a Dan alejándose de él, sus ojos llenos de desilusión y desprecio mientras se alejaba, dejando a Jae solo en la oscuridad de su propia imaginación, recordando aquella mirada de odio que tanto lo había marcado.

A pesar de sus mejores esfuerzos, el peleador no podía sacudirse la sensación de desesperanza que lo envolvía, como si sus propias inseguridades y miedos estuvieran proyectando sombras sobre sus sueños más profundos, como si estuviera luchando contra corrientes invisibles, atrapado en un ciclo interminable de esperanza y desesperación.

A medida que la niebla de la anestesia comenzaba a disiparse lentamente, el excampeón se encontraba luchando por encontrar su camino de regreso a la realidad, pero incluso mientras se esforzaba por separar la fantasía de la verdad, una parte de él seguía aferrándose a la esperanza de que algún día, encontraría la fuerza para enfrentar sus demonios, su redención con Dan y la felicidad que tanto anhelaba, ya no solamente ganar, sino senrtirse pleno, ya no sentirse vacío.

Lo que más lo sorprendió no fue el dolor que comenzaba a regresar, sino la humedad que sentía en sus mejillas, había estado llorando.

La sorpresa y la confusión lo invadieron mientras parpadeaba y algunas lágrimas traicioneras se deslizaban con gracia y silenciosamente por sus mejillas. 

No podía recordar la última vez que había llorado de esta manera, dejando que sus emociones lo inundaran. Odiaba no poder comprender sus sentimientos. Había pasado tanto tiempo tratando de ocultar su vulnerabilidad, de mantener una fachada de fuerza y control, que la idea de permitirse llorar lo dejaba desorientado y expuesto. Como un ciervo que termina atrapado en una trampa para osos.

El ojigris se limpió con la manga de la bata del hospital, su corazón latía con fuerza, como si quisiese salir de su pecho mientras luchaba por procesar la amalgama de emociones que lo abrumaban.

Había algo liberador en dejar que sus lágrimas fluyeran libremente, una sensación de alivio y catarsis que lo dejaba sin aliento. Pero también había un peso en su corazón, una sensación de incomodidad y desasosiego mientras enfrentaba la verdad incómoda de sus propias emociones. Había pasado tanto tiempo cerrando sus sentimientos y protegiendo su corazón de cualquier dolor potencial, que el acto de permitirse llorar era un recordatorio doloroso de su propia humanidad y fragilidad.

Con un suspiro tembloroso se obligó a respirar profundamente, tratando de hallar calma en medio del caos emocional que lo atormentaba. 

Sabía que enfrentar sus propias lágrimas era solo el primer paso en un viaje hacia la aceptación y la curación, un paso hacia adelante en su búsqueda de autenticidad y verdad. Y aunque el camino por delante pudiera ser difícil y lleno de obstáculos, estaba decidido a seguir adelante con valentía, sabiendo que cada lágrima derramada era un testimonio de su humanidad y su capacidad para sanar.

[Fanfic/AU] Espero no sea tarde (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora