CAPÍTULO 6.-segundo fragmento

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Todos ya estábamos sentados en la sala. No podía creer que Oliver estaba sentado en frente mío. A mi derecha estaba José, a mi izquierda estaba Jeremy, que no dejaba de ver a los chicos con odio. El señor Renzo estaba parado, mi mamá y la señora Leila estaban en unos asientos que trajeron de la cocina. Si mal no recuerdo, el ruloso era Matt, los gemelos eran Alex y Alan (aunque no sé quién es quién, los dos son igualitos, solo que visten diferentes) y el pelinegro era ¿Jaime?, sí, Jaime se llamaba.

—¿No creo que nos persiguieran solo para vernos las caras verdad? —dijo muy sarcásticamente mi hermano.

—No –—respondió Matt—. Los hemos seguido porque Rosali es la mate Oliver y es el deber de ella estar al lado de Oliver.

—¿No era para matarlos? —preguntó José.

—Sí y ganas no me faltan —dijo un gemelo.

—¡Alan!— dijo el otro.

Bien, el de negro es Alan y el que grito es Alex.

—No se alarmen, él solo lo dice en broma —habló Jaime.

—Creo que no estamos para bromas —dijo mi mama.

— A nosotros nos mandaron a una misión en la que debíamos encontrar y liquidar a los hijos del ex futuro alfa de la manada Claro azul. Nos informaron que ellos estaban armando un ejército para derrocar al actual alfa y posicionarse en la manada. Cuando llegamos a la preparatoria donde los encontraríamos el asunto se nos olvidó por un momento, porque encontré a mi mate a la cual buscaba hace 10 años. Después de dos días me dieron unas fotos donde salían los supuestos lobos y era nada más que mi mate y su hermano. Cuando la busque para que me dé una explicación, ella había desaparecido con su familia y su ex novio —dijo Oliver clavando una mirada en mí de dolor y resentimiento, una mirada que hizo que mi interior se retorciera. Me dieran ganas de llorar y pedirle perdón.

—¿Que nosotros estábamos armando un ejército? ¡Pero si hace unos días mi mamá me acaba de contar que éramos hombres lobos! —refutó mi hermano muy molesto.

—¿Ustedes no sabían que eran lobos? —habla Matt sorprendido.

—Hace unos días solo pensábamos que los hombres lobos eran criaturas de cuentos de hadas, vinimos desde California hasta acá sin saber nada, ni siquiera sabíamos que nuestros padres se conocían —dice José.

—Eso es cierto, nos llevamos a nuestros hijos. No nos informaron que usted los buscaba, alteza —dice el señor Renzo.

—Pero lo importante aquí es qué quieres con mi hermana —dice Jeremy—. Mi mamá me dijo que, aunque tienes aspecto de 18, tienes 28 años.

—¡¿28 años?! —grito yo sin controlarme.

—Sí y tú tienes 16 años ¡16! ¡Maldito pedófilo! —espeta Jeremy.

—Hijo, eso es algo que no se puede controlar —intenta explicarle mi madre.

—Ella es mi mate, tenga la edad que tenga, ella debe estar a mi lado porque sí —gruñe Oliver con la mirada llena de odio hacia mi hermano.

—¡Ja! Sobre mi cadáver idiota —le responde mi hermano.

—¿Tú no tienes idea quien soy yo verdad? —dice Oliver levantándose.

—Me importa una mierda quien seas —mi hermano también se levanta y lo enfrenta.

—¿Ustedes quieren que los asfixie de nuevo verdad? —habla Alan.

Un celular suena, es el de Matt, él contesta y pone la cara de preocupación total. Al colgar mira a Oliver y a los demás sin decir nada.

—Tenemos que irnos ya para el reino —le dice Oliver al señor Renzo.

—Yo no voy contigo a ningún lado —dice Jeremy.

—Su tío sabe que ya los encontramos y quiere que los entregue. Tenemos que irnos con mi padre, yo no tengo el rango suficiente para negarme a ese pedido. Si los entrego, no los escucharan, los mataran sin pensarlo —habla Oliver mirándome preocupado.

—¿Cómo sé que contigo estamos seguros? —pregunta Jeremy.

—Porque, uno, Rosali es mate de Oliver; dos, eres un lobo blanco y si mis compañeros aquí presentes prestaron atención en la escuela, los lobos blancos son mandados por la diosa luna para cumplir una misión especial como la unión de las manadas o quien sabe qué y; por último, ustedes son sobrinos del beta del rey y primos de Matt —habla Jaime.

—¿Eres el hijo de María?, ¡Dios, hijo, cuanto has crecido! —dice mi mamá saludando a Matt.

—Mi mamá va a estar encantada de saber que ustedes están bien —le responde Matt.

—¿Se pueden saludar después?, ¡tenemos que irnos ya! —gruñe Alan.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora