CAPÍTULO 15.-segundo fragmento

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—De todas las cosas que se te ha pasado por la cabeza, esto es lo más insensato, irresponsable y decepcionante que has hecho —le reprendió mi padre a Lucy—. No puedo creer que pudieras hacer algo así, creo que te he consentido mucho. ¡¿Ahora cómo arreglaremos las cosas?! Si las demás manadas se enteran que ustedes se han unido sin casarse, caeremos en vergüenza. ¡Pero, ¿en qué pensabas niña?! ¿Acaso tu madre y yo no te hemos criado con el suficiente amor como para saltarle encima en el instante en el que te enteraste que era tu mate?

Alan, Alex, su padre, Lucy y yo nos encontrábamos en el despacho del Rey, mientras este se volvía loco al enterarse lo ocurrido. Yo aún estaba demasiado enojado con Lucy, pero aún me preguntaba qué circunstancias la habrían llevado para cometer tal garrafal error. Lo hubiera creído de Alan, pero ¿Lucy?, No me cabía en la cabeza.

—Pero cuando tu madre se entere, se va a morir de la pena y yo junto a ella—decía el Rey a punto del colapso.

—Disculpe, majestad, pero no todo ha sido su culpa—salió a su defensa Alan.

—No intentes protegerla, tú has estado ocultando tu imprimamiento por 10 años para su protección, pero ahora el comportamiento de esta ingrata ha traído una gran desgracia.

—¿Y si decimos que se han casado en secreto?—dijo Alex.

—Es cierto—lo apoyé.

—O podemos decir que tuvimos un casamiento pequeño, solo los familiares más cercanos asistimos a ella—dijo el señor Ángel, el papá de Alan y Alex.

—Las demás manadas se sentirán insultadas de no haber sido invitadas a la boda de la princesa, pero eso es mejor a que se enteren la verdad—concluyó el Rey.

La puerta se abrió, dejando ver a Matt y Dylan entrando al despacho.

—Disculpe por la intrusión, majestad, pero necesito decirle algo—habló Matt.

—Procede.

—Aquí mi amigo es medio Hechicero y dice tener una pócima que tape el olor de Lucy y Alan—dijo señalando a Dylan.

—Solo por un día... su majestad—titubeó Dylan.

—¿Te refieres al olor diferente que señala que ya están marcados?—preguntó Alex.

—Sí—respondió Dylan.

—¡Lo podríamos usar para su boda!—grité aliviado.

—Y podríamos invitar a todas las manadas y ellos no sospecharían lo que pasó—dijo emocionado el señor Ángel.

—Al fin sirves para algo, hechicerito—dijo Alan.

—No lo hago por ti, sino por Lucy—le respondió hostil Dylan.

—¿Me podría decir su nombre, Joven?—le preguntó mi padre.

—Dylan, su majestad.

Nos pasamos 2 horas conversando sobre cómo sería organizada la boda de Alan y Lucy: qué manadas invitaríamos, las medidas de seguridad que tendríamos, la fecha y todo los demás, todos menos Lucy que se le veía muy triste. También le informamos a mi padre la llegada de Ruth y todo lo que haríamos para que no sospeche nada. Mi padre interrogó a Dylan y pareció aceptarlo, aunque no creo que haría lo mismo si se enterase que es el mate de Matt.

ALFA KINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora